Cap 18 4/9

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No podía creer que Guido me amenazara para que lo dejara ir a una fiesta en Capital hoy por la noche. Gaston Sr. y mamá seguían en Mar del plata y como él ya no confiaba más en Guido , yo estaba a cargo. Quise darle una buena bofetada cuando me dijo que grabó uno de mis "ensayos privados." La amenaza consistía en que si no lo dejaba ir a la fiesta, le enseñaría la grabación a la escuela entera, y de paso, la subiría a Youtube.

Era asquerosa-mente impresionante ver lo domesticada que me tenía ese pedazo de idiota, yo para él era como un indefenso y pobre perrito con el rabo entre las patas, tan débil y fácil de manipular que no suponía ningún reto para nadie. Él me tenía besándole los pies con tan sólo el chasquido de sus dedos.

Lo asesiné con la mirada y le arrebaté la lencería de sus garras, me di la media vuelta y caminé hacia la salida de la escuela, todavía con las piernas tiesas por la buena paliza que nos dieron los del equipo de Flores el viernes pasado (perdimos 10-0).

Escuhé que Guido me gritaba con una insolencia victoriosa por detrás:

Guido:—¡Me tomaré eso como un sí, preciosa!

Bastardo.

(...)

_____:—¡Mara deja de una buena vez ese teléfono y limpia tu cuarto! Guido, ¿quieres ponerte algo de ropa y sacar la basura, imbécil?—gritaba histérica por toda la casa mientras sostenía con una mano un sartén con huevos . Todo era un desastre y yo era la única persona que se preocupaba por arreglarlo. La casa prácticamente estaba patas arriba y al parecer a nadie le importaba.

Desde que llegamos de la escuela, Mara no había parado de chismosear por el teléfono con tres de sus amigas y Guido , hacía poco, y por una muy extraña, asquerosa y horrible razón que yo desconocía, lo había encontrado desnudo durmiendo encima de mi cama. Estaba tan enojada y disgustada con él que lo había despertado dándole por el trasero con uno de los palos de golf que Lina siempre olvidaba en casa. Lo que más me sacó de mis casillas fue que Guido no se arrepentía de lo sucedido y me decía que yo lo deseaba; fue divertido tener motivos para sacarlo a patadas y almohadazos limpios de mi habitación.

Guido:—Ya estoy aquí, mamá—bajó las escaleras con dos enormes sacos de basura y gracias al cielo, ropa decente puesta. El peso de las bolsas hacía que las venas de sus musculosos brazos se marcaran de forma satisfactoria para el ojo humano. Estaba claro que él sí estaba en muy...muy buena forma. Me maldije mentalmente cuando se percató de que lo estaba observando por el rabillo del ojo desde la cocina. Él sonrío con picardía antes de salir afuera—. Muchas gracias, ______, me halagas.

_____:—¿Disculpa?—Di un respingo.

Guido:—No, nada—le restó importancia con una divertida mueca en el rostro y adoptó uno de sus ridículos y exagerados tonos de voz— pero sólo piénsalo preciosa...tú, yo, estos fuertes brazos rodeándote la...

No pude evitar reírme y apuntar amenazante con la espátula a la puerta, antes de que bajara una vez más la guardia y olvidara que estaba jodida-mente enojada con él.

_____:—¡Saca la basura, espectro!—le ordené tratando de no volver a reírme, él hizo una estúpida reverencia y salió de casa. Cuando coloqué la sartén en la estufa, me puse una mano en la cadera y suspiré, tratando de canalizar mis emociones.

Después de que Guido se fuera escaleras arriba para organizar la sala de películas y luego limpiar el baño de visitas, me encaminé hacia el living para acomodar algunos cojines del sofá blanco de mamá...y casi me caigo de lado cuando veo que el hermoso y reluciente piso que había brillado hasta el cansancio después de hacer todas mis tareas estaba manchado de lodo por las patas del odioso y mugriento perro de Guido.

Vivamos el momento ( Guido Sardelli y Tu ) TERMINADAWhere stories live. Discover now