Capítulo 9

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Un pequeño escalofrío recorrió ligeramente su espina dorsal al abrir la puerta y ver aquel hombre alto, pelo rojizo y ojos negros. Un dolor golpeó de nuevo su cabeza. Con su mano apoyada en su frente mirando hacia el suelo volvió de nuevo a recordar. Su cerebro estaba recobrando sus recuerdos.

—Azahara, le ocurre algo. —El hombre preocupado intentó poner sus manos en los hombros de ella. Pero esta fue más rápida y se echó hacia atrás. Recobrando de nuevo la compostura, Azahara alzó su barbilla comenzando de nuevo hablar o más bien fingiendo.

— ¿Quién es usted?

—Azahara soy Zack, el jefe de seguridad de su marido. He venido para avisarla que su marido, el señor Fidel Huber, la está buscando y de hecho han dado con el paradero de su amiga Paula.

Un estremecimiento se agolpó en mitad de su pecho al escuchar aquel hombre. Haciéndose la inocente, volvió a repetir lo mismo. Puesto que la colisión que había sentido al enterarse de que su marido la estaba buscando podía acabar con todos sus planes.

—Le vuelvo a repetir que yo no sé de qué me está hablando. Yo sufro amnesia y aunque trate de explicarme mi pasado yo no comprendo nada. Mis recuerdos están borrosos.

—Entiendo. Sólo he venido para ponerla sobre aviso. Espero que se recupere pronto. —Con un movimiento de cabeza, Zack se marchó para reunirse con sus hombres.

Al cerrar la puerta, tuvo que quedarse quieta durante unos minutos, su respiración estaba acelerada y todo por culpa de Zack. Nerviosa comenzó a caminar de un lado a otro con una mano puesta en su cadera y la otra en su frente. Aquello no tenía sentido, ¿Por qué Zack había ido precisamente a buscarla para darle esa información?
¿Y qué tenía que ver Paula con toda su historia?

Harta de intentar buscar la respuesta, tomó asiento en el sofá conectando su Tablet. Comenzó a teclear el nombre de su marido. Y efectivamente. Ante ella tenía fotos y toda la información que quería saber. Hasta había varias fotos en la que salía ella agarrada del brazo de él. Al notar de nuevo un fuerte dolor de cabeza decidió cerrar las páginas y dejar a un lado la Tablet. Confundida, se levantó para ir hasta la cocina y prepararse un té y tomarse un ibuprofeno. De algún modo quería poder aliviar ese dolor de cabeza que tanto la estaba atormentando.

Eran ya las cuatro de la tarde cuando Iñaki salía del hospital. Aquel día había terminado antes de tiempo para ir junto a Azahara.

Por el camino paró en una floristería y le compró una docena de rosas blancas, como a ella le gustaba. Cargado con las rosas se montó de nuevo en su auto comenzando a conducir hasta la casa de Paula.

Al entrar, puso delante de su rostro el ramo de rosas dándole una grata sorpresa. Ella, contenta por el detalle lo abrazó ligeramente rodeando su nuca besándole con fanatismo.

Seguidamente Iñaki ojeó la casa y a pesar de haber sido testigo del rollo que tenía Paula con Jairo, quería verla. Pero nada más preguntar por ella, Azahara comenzó a soltar lo que llevaba pensando todo el día decir.

—Y Paula, ¿Dónde está?

—Sinceramente no sé. Desde ayer llevo sin verla y ya comienzo a preocuparme. La he llamado a su móvil y no responde da todo el rato que está apagado.

Iñaki intentando disimular su preocupación propuso ayudarla con la cena. Pero a quién iba a engañar. Su nerviosismo de no saber nada referente a Paula lo estaba carcomiendo por dentro.

Después de la cena, sentados en el sofá con una copa de vino, Azahara comenzó a besarlo, quería disfrutar de esos besos que tanta falta le hicieron cuando estaba lejos, ansiaba su contacto, ese tacto que tantas fantasías le hizo de recordar cuando la tocaba su marido y ahora verse envuelta en los brazos del hombre que ama la hace sentirse cautivada.

CAMBIANDO EL DESTINOWhere stories live. Discover now