XXIX. Time is over

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*¡Hola! Sé que he estado muy alejada pero he tenido mucho trabajo pendiente y me cuesta más trabajo escribir pero no las dejaré sin historias, ¡lo prometo! Aquí les traigo el siguiente capítulo. Gracias por su paciencia.*

DISFRUTEN SU LECTURA...


*Madrid, España*

Santiago lo miró en silencio por unos instantes. Estaba furioso con la idea de tener que darle una oportunidad al ser que le diera la vida pero quería ayudar a quien consideraba su padre. –Está bien. Tú ganas. Voy con ustedes y le bajo dos rayitas a mi relajo –le sonrió.

Victoriano lo abrazó. –Eres un muchacho maravilloso y no puedo ser más feliz de que me quieras como lo haces, hijo.

–En parte es gracias a ti, Santos –indicó Carolina–, Santiago es el muchacho con el papá que más se puede admirar y no lo digo yo, lo dice él.

–¡Ya no exageren! Voy a terminar creyéndomelo –sonrió.

–Es la verdad –aseguró el chico–. Pero regresando al tema, quiero que me digas por qué defiendes tanto a esa mujer –molesto.

Victoriano suspiró. –No tendría por qué explicarte nada pero dada la situación creo que es importante contarte la historia completa porque no es como lo estás pensando.

Santiago se sentó a su lado y comenzó la plática para que le explicaran la situación de trasfondo a todo lo que estaba ocurriendo. Después de unos minutos, el chico lo miró sorprendido.

–¿Ahora comprendes lo que te digo? Estoy enamorado de ella y no quiero perderla.

–Pero sabes que existe la posibilidad de perderla, ¿verdad? –Victoriano asintió–. Mira, no te voy a juzgar porque para mí lo más importante es que tú seas feliz y por lo que me cuentas, ella no es una mala persona... pero sí quisiera conocerla para dar mi aprobación –juguetón.

–Es una promesa –le sonrió.

–Bueno, ¿qué les parece si llevamos a los dos pequeños a comprar un helado y despejarnos? –Sugirió Carolina.

Ambos asintieron. Llamaron a los dos pequeños quienes, emocionados, salieron con el resto a disfrutar un rato.

*Nueva York*

*Corporativo RH*

Héctor estaba sentado en su oficina contemplando la enorme ciudad a través del inmenso ventanal cuando su teléfono sonó.

–Licenciado, ya tengo la información que me pidió y me temo que en su mayoría no son buenas noticias –se escuchó decir al otro lado del teléfono.

–Dime lo que sea que tengas –calmo.

–El señor Santos ha sacado a sus sobrinos del país –suspiró–, pero lo más grave es que no tiene autorización para eso...

–Porque mis sobrinos no son sus hijos legalmente –lo interrumpió.

–No, licenciado, no es eso. El señor Santos sí es el padre legal de los pequeños, los certificados de nacimiento lo avalan –Héctor se quedó en shock mientras el investigador seguía hablado–, el problema es que el señor Santos no tiene autorización para salir del territorio de Nueva York por un permiso provisional que tiene.

–¿De qué rayos me hablas? –Desconcertado–. ¿Por qué tiene un permiso provisional?

–El señor Santos no ha sido exonerado de los delitos por los que se le persigue, de hecho, el juicio no ha terminado. Él pagó una fianza superior a los dos millones de pesos para poder quedar en libertad condicional mientras el juicio se resuelve y el juez le fijó como territorio México pero su abogada tramitó un permiso especial por dos meses para establecerse en Nueva York y lo ha estado renovando paulatinamente.

Esclava del SilencioWhere stories live. Discover now