Yo y mi millón de imperfecciones

Capítulo 2

Pensó, pensó mucho... pensó en su niñez, cuando vivía con sus padres... y recordaba como su padre trataba a su madre. Esas noches frías y oscuras en las que no podía dormir debido a los gritos que su padre le gritaba a su madre diciéndole lo infeliz que era con ella, que deseaba dejarla, que tenía a otra mujer que amaba. Ella no se explicaba porque las personas ven tan hermoso lo que se llama amor, si en su vida solo significaba noches oscuras, llenas de lágrimas. Valentina prefería ser realista y vivir cada día sabiendo lo que tenía y lo que no.

No basando su vida en simples sentimientos momentáneos que suelen acabar al tiempo, ve más funcional disfrutar de un buen sexo pero sin tantas complicaciones. Luego vino a su mente sus 11 años, cuando se enamoró por primera vez, un chico del cual no recuerda ni su rostro ni su nombre, lo único que recuerda es como se sentía con su compañía. Cómo salir con él hacía que su mundo fuera mejor, cuando iba al parque con él, se reían y jugaban, allí ella olvidaba el caos emocional que le producía estar en su hogar.

Pero como nada es perfecto, un día ese niño tan especial se tuvo que ir, los padres de éste niño tan especial se divorciarían, y se iría a vivir muy lejos, ésa última vez que se vieron, se hicieron una promesa, la cual ella guardaba, hasta que supo que estaba aferrada a algo estúpido.

Él había prometido volver, regresar y ser novios de verdad, mientras Valentina recordaba esto, lágrimas brotaban de su duro corazón y de sus grandes y brillantes ojos, recordaba esos 5 años que pasó esperando que su amor eterno volviera pero eso no sucedió, mientras tanto en su hogar cada día se parecía más a lo que podemos comúnmente llamar un infierno.

-¿Y eso es el amor?... se preguntaba a sí misma.

-¿Aguantar maltrato, y sufrir por la lejanía y el abandono?

Esa noche recordó uno de los momentos más tristes de su historia, un día al llegar a casa escuchó lo que sería la última discusión entre sus padres, fuertes gritos, durante toda la tarde y nunca su padre había lanzado la puerta tan fuerte a como lo hizo esa noche. Valentina sentía como ahora sí su hogar era destruido completamente.

Pero que podría hacer ella, eran muchos años de discusiones y de ver lágrimas en los ojos de su madre. Ésa noche fue la última en la que vio a su padre. Su madre nunca más volvió a ser la misma. Su vida había sido totalmente entregada a ese hombre que solo le entregó maltrato. Y aun así hasta la actualidad sigue añorando a aquel hombre que no la amaba.

Ésa noche Valentina recuerda cuando llegaron a tocar la puerta de su casa para darle la noticia de que su padre había sido encontrado muerto en un calle no muy lejana a su hogar. Su madre al no soportar seguir en la misma casa, le dijo que marcharían y vivirían muy lejos de allí.

Y así fue... con lo poco que contaban se fueron solas, a descubrir que les traería la vida. Pero esa noche Valentina quedó marcada para siempre.

Allí supo que el amor es solamente un invento humano para crear falsa felicidad en las sociedades. Y se prometió a sí misma no cometer ese error, y no entrar en ese mundo de conformismo creyendo que el amor es la base de la felicidad.

Y se le vino a la mente Oliver, éste chico especial, valiente, audaz, atento, sereno, hermoso, de buen carácter, fiel, y sabía que no debía verle más, porque a pesar de ser el mejor hombre que quizás encontraría en su vida, le había hecho sentir el mayor ridículo de su vida esa noche.

Además la voz de su conocimiento y experiencia, le decían que por más cualidades que le podía encontrar, ese chico algún mal sabor le iba a dejar al final. Analiza que mientras ha ido por la vida siendo consiente y viviendo sin eso llamado amor ha estado bien. Y -¿porque debería cambiar eso?...

El amor, o ese concepto de felicidad que tienen las personas no es exactamente lo mejor.

-¿Pero entonces que es lo que siento por Oliver? se preguntaba Valentina. -¿Por qué tanto interés en quién es él?

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