Capítulo 2

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Realmente no podía decir que algo había pasado durante la noche. Estaba bien dormida cómo para que percibiera algo.

Así como lo más cliché que pueda existir en éste mundo, los rayos del sol se colaron en la habitación dando en la cara a la pequeña chica que hace un solo instante disfrutaba del sueño.

—¿Pero, que hora es?— abrió los ojos de par en par al recordar a aquél felino. Comenzó a buscarlo por la cama, levantó las sábanas que la cubrían en busca de éste pero no había rastro. Con desesperación y con el miedo de haberlo asfixiado.

Se levantó de la cama ya con los nervios a flor de piel, sus pulmones volvieron a recibir aire al verlo parado frente a la puerta del armario, observándola. Bien, no había muerto aplastado o asfixiado.

Aún.

Se estiro ya de pie y justo al dar un paso cuando unos golpes apresurados y fuertes se escucharon en la planta baja. Sacándole un brinco.

—¡______ Dukersman!

<<Re gil, la concha de su puta madre>>

Maldijo al escuchar como los golpes en la puerta del departamento no cesaban. Definitivamente debió rechazar aquel gato. Más no sabía cómo es que aquel viejo amargado se había enterado, se quito los cabellos de la cara y con sus palmas trató de verse “decente”. Bajó las escaleras haciendo ruido al apoyarse en éstas para que aquél viejo dejara de tratar que se viniera abajo.

—La concha de la puta madre, cerrá ya el orto. Despertás a la gente así gil.— maldijo por lo bajo al acercarse a la puerta. Respiró hondo y con la mejor de sus sonrisas abrió la puerta, más ésta se esfumó la ver la cara de aquél viejo.

—¿A qué se debe la madrugada señor?— cuestiona tratando de sonar lo más confundida posible, temiendo que en cualquier momento aquél animal baje de la habitación.

El hombre ríe siniestro y se acomoda el poco cabello que tiene en su calva.

—Sabe usted de sobra que no está permitido tener mascotas aquí— habló en tono firme, provocando que la chica retroceda un poco. Más sin embargo niega ante el comentario, tiene que negarse rotundamente y mostrarse firme, si no, todo se irá al caño. Aunque no entiendo, al comprar el lugar nunca me dijeron que estaba prohibido tener mascotas, ¿está tonto?

—Con su respeto señor, yo no tengo mascotas.— respondió en un susurro casi inaudible y aquel hombre negó serio. Le molestaba el hecho de que tenía que darle informe de absolutamente todo lo que pasaba ahí, no era el verdadero dueño.

—Bien si usted no tiene mascotas como dice entonces, ¿Por qué escuche maullidos?— ahora la chica maldecía todo. Todo, absolutamente todo, se había ido al caño.

Aquél hombre calvo le seguía hablando, pero ella permanecía recargada en el marco de la puerta con la mente en otro sitio. Pensado en donde podría conseguir otro apartamento, aunque realmente no le vendría mal mudarse al centro de la ciudad. Al fin dignarse en volver a mirar al hombre éste volvió a hablar.

<<¿Éste nunca se calla o qué? >>

—Bien, si no tiene mascotas, entraré a ver si todo esta en orden.— mentalmente se dio un facepalm mientras resignada daba pasos hacia atrás. Definitivamente se mudaría al centro de la ciudad, no tenía porqué soportar ese tipo de cosas.

—_____, linda ¿Quién es él?.— una tercera voz sacó a ambos de aquél asunto y los dos se quedaron boca abierta al ver a aquél ser frente a ellos, con el torso descubierto y sólo una toalla enrollada en la cintura.

Hybrid boy | Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora