Nuestro barco

13 0 0
                                    

Desde que tengo memoria, mí sueño siempre ha sido el de convertirme en un gran pirata. La idea de navegar por los mares en busca de riquezas con una enorme tripulación, siempre me había fascinado. Pero, ¿esto? Esto no era lo que quería en absoluto. Retrocedamos un poco...

Mi hermano dos años menor, Lucas, tenía el mismo sueño que yo. Era algo maravilloso, ya que ambos nos divertíamos mucho hablando sobre como nos convertiríamos en los mejores y encontraríamos un montón de tesoros. Nuestro plan original era el de trabajar juntos y repartirnos lo que encontráramos, pero los años nos fueron separando...

Dicha separación comenzó cuando yo tenía once años de edad. Nuestro padre pasó meses construyendo para ambos un pequeño barco de madera. Lo mantuvo en secreto y nos lo mostró una vez terminado. Era simplemente estupendo, logró construirlo a la perfección. Lo tenía todo: el bauprés, las distintas velas, la cofa, el mástil, la bandera pirata, el timón, los cañones, incluso un ancla, entre muchas cosas más.

Lucas y yo estábamos asombrados por esta creación. Lamentablemente, si bien papá tenía las mejores intenciones, fue ahí cuando los problemas entre nosotros comenzaron.

Al principio compartíamos el barco, nos divertíamos mucho jugando juntos. Pero al cumplir los trece años, yo quería tener el barco para mí sólo. Lucas era algo descuidado con las cosas por lo que yo tenía mucho miedo de que el lo rompiera. Nos peleábamos todo el tiempo porque yo no dejaba que él lo tocara.

Durante la noche, lo dejábamos en la sala de estar bajo un acuerdo en que ninguno de los dos podía usarlo. Pero hace exactamente dos días atrás, escuché un ruido venir de dicho lugar y fui corriendo a ver que había sucedido. Hay estaba Lucas, él había agarrado el barco pero se le había caído al piso mientras intentaba llevárselo a su habitación. Debido a esto, el mástil se partió al medio.

— Sólo quería jugar un rato... —me dijo el con lágrimas en los ojos.

Aún recuerdo lo mucho que yo me enojé esa noche. Le empecé a gritar a Lucas y a decirle cosas terribles, al poco tiempo el se puso a la defensiva, empezamos a darnos trompadas y tuvieron que venir mamá y papá para separarnos. Afortunadamente, papá pudo arreglar el mástil al pegarlo nuevamente en su lugar.

Sin embargo, yo sabía que el barco no estaba seguro ahí. A la noche siguiente, fui yo quien fue a buscarlo. Tomé el barco en mis manos y, con gran velocidad por miedo a que mi hermano se apareciera de nuevo en cualquier momento, regresé a mi cuarto. Pasé toda la noche estudiando al objeto, haciendo dibujos de este e incluso jugando. Mi idea era devolverlo a la madrugada pero realmente no quería hacerlo. En cambio, lo escondí dentro de mi armario debajo de un par de prendas.

Cuando Lucas despertó y vio que el barco no estaba en su sitio, perdió completamente la cabeza. Entró a mi habitación cuando yo seguía durmiendo, ya que había pasado la noche despierto y aún estaba cansado, y comenzó a sacudirme para que me levantara.

— ¿¡Dónde lo pusiste!? —gritaba visiblemente irritado.

— ¿De qué estás hablando? —pregunté calmado y fingiendo un bostezo, haciendo un gran esfuerzo para disimular.

— ¡El barco! ¡Ya sé que lo tenes vos! ¡Damelo! ¡Es mío también!

Sus gritos despertaron a nuestros padres también, quienes nuevamente vinieron para separarnos uno del otro.

— Germán —me llamó mi padre—. Dale el barco, ¿sí?

— ¡No! ¡No es justo! —respondí yo ahora, admitiendo que sí lo había escondido después de todo—. ¡No es suyo! ¡Es mío! Él lo toca y lo rompe, es un inútil. Está mejor conmigo que con él.

Nuestro barcoWhere stories live. Discover now