capitulo 3

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 Abril

 Oh Dios Mío.Sarah se quedó boquiabierta ante la visión de Gabriel Anderson depie en el aeropuerto de Filadelfia. Se veía tan cansado que lerompió el corazón. Ella dio un paso hacia él, con su corazónmartillando de alegría y de incredulidad. Él estaba en casa. 

—¡Gabe! —Un destello rojo brilló junto a ella. Gabe se sobresaltópor un momento, pero sonrió y le tendió los brazos. Chloe saltó aellos, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura del comisario.La cara de Gabe poco a poco se puso roja, pero el cariño vertido deél hacia la mujer en sus brazos se retorció a través del intestinode Sarah. 

—Um. Hola, Zorrita. A su lado, Jim se aclaró lagarganta. 

—Lo siento, muchacha. Parece que el chico-amante tienenovia. Sarah se abrió lo suficiente como para sentir el dolor queJim estaba tratando de ocultar, después movió sus escudos de nuevoa su lugar. Había conseguido construir unos buenos escudos en losúltimos meses. Ella estaba cansada de otras personas sintiendolástima por ella. Incluso con la lástima de Jim por su dolor. 

—Estoes todo culpa tuya.

 — ¿Mi culpa? ¿Cómo es que es mi culpa? Ellase volvió hacia él con una sonrisa. —Porque nunca la invitaste asalir, Dr. Jurásico.

Él hizo una mueca. 

—Por supuesto, cúlpame de todo a mí—. Él tomó lasriendas de su brazo y la condujo hacia la puerta.

 —Nos sentaremosjuntos, ¿verdad? Oyó a Gabe llamándola por su nombre, pero loignoró. —Claro que lo haremos.

 —Porque ninguno de nosotrosquiere verlos a los dos juntos. Ella hizo una mueca. —Correcto.Oye, tal vez ¡Estarán tan ocupados saludándose que se olvidaránde subir al avión! Se dirigieron por la rampa, con los brazosentrelazados. 

—Siempre ves el lado bueno. Eso es lo que me gusta deti. Ella se rió. Por lo menos, Jim la había mantenido entretenida,a pesar de su angustia. Ella no podía incluso atreverse a mirarhacia Gabe. Él había hecho su elección claramente. Y no habíasido ella. 

***** 

— ¿Está bien todo? Gabe miró a Chloe. Ella eranormalmente una buena compañía, pero Gabe hoy no podía entrar enuna conversación con ella. 

—Todo está bien, Zorrita. 

Mentiroso,su Puma ronroneó. Tenía que admitir que su Puma estaba en locierto. Las cosas estaban lejos de estar bien. Un tipo llamado Jim,la maldita cita de Sarah para la boda, la tenía como a una colegiala, mientras le decía algunahistoria escandalosa de sus viajes. Jim había estado en elaeropuerto con ella, sonriendo y obviamente feliz de estar con ella.Había sostenido su mano, besado la parte de atrás de ella ysonriéndole seductoramente. Estaba encantado con ella, ordenándolesentarse junto a él en el avión, metiendo la mano en el hueco de subrazo, aún llevando su equipaje. Y cuando Sarah se había tropezado,Jim la había atrapado, salvándo la de una mala caída. Incluso habíaplantado un beso suave en la frente de Sarah. Gabe había queridoromper la cara de niño bonito de Jim ante la vista de las manos delotro hombre alrededor de su cintura, de sus labios en su piel. SuPuma estaba gruñendo en voz tan alta que Gabe se sorprendió de quesu pecho no vibrara. Y Jim era guapo. Incluso Gabe podía ver eso. 

Tenía el encanto zalamero por el que todas las mujeres parecíancaer. Sarah ciertamente no parecía inmune a él. Jim se estiró ycepilló algo de su pelo dorado fuera de su frente y la mitad de lasmujeres en el avión dieron un suspiro, incluida Sarah. Él mirófijamente a Sarah, roto. ¿Por qué se está comportando de esamanera? Él había bajado directamente del avión, agotado, paraasegurarse de estar de regreso en Filadelfia a tiempo para ir a laboda de su Alfa y de la Curana, sólo para encontrar a su compañeracolgada de otro hombre. No podía haber imaginado la alegre sorpresaen su rostro la primera vez que ella lo había visto, pero habíasido distraído por el saludo demasiado entusiasta de Chloe. Una vezque había conseguido zafarse de su amiga, Sarah se había aferrado aJimbo. Apenas había reconocido que él estaba allí. Un gruñidoescapó de su control cuando Jim acarició la mejilla suave de Sarah.Oh hijo de puta. Quita tus manos de ella o me las comeré. Vio lamirada de Jim ir hacia abajo, donde el pequeño vestido de verano con flores de Sarah revelaba el dulceoleaje de sus pechos y quiso sacar los ojos del bastardo de sucabeza. La fuerza de Gabe evitó que gruñera en su cara, pero fueincapaz de detener que sus ojos cambiaran. Ella lo había tocado.Había arrastrado sus delicados dedos por el brazo de Jim, con unaexpresión llena de picardía y admiración. A Gabe no le gustó eso.Ni un poquito. Los celos se agitaron en sus entrañas. Quería saltarsobre el otro hombre y rasgar su maldita garganta por haber puestoesa suave mirada en el rostro de su pareja. Pero, lo que losorprendió fue el sonido que hizo Chloe mientras observaba a lapareja por el pasillo teniendo un momento maravilloso juntos. 

Solo en mis sueños SERIE HALLEPUMAS 5 (Terminada)©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt