Capítulo 30 - Mitad y mitad

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[Narrador: Ann Brown]

— ¿Por qué tanto apuro? — Me contestó a mi pregunta sin terminar.

— Es cierto, no es nada. Nada en particular.

— Perfecto, si tenes algo que decir, luego hablamos. — Pasó junto a mí y se detuvo. — Me gustaría tener una cena, después. — Me susurró en el oído y nos miramos a sólo unos centímetros.

— Claro.. — Se acercó un poco más y me dio un leve beso en los labios, al cual respondí rápidamente.

— ¡Adiós! — Se terminó por alejar de mí e irse.

¿Y ahora...?

Tenía un problema grande entre manos pero esta noche podré decirle todo en la cena.
Mientas me quedaba pensando en el pasillo como iba a decirle a Aaron todo lo ocurrido con Lucía, me crucé con su padre, que estaba bien vestido.

— ¿Qué hace? — Me preguntó y me señalé a mi misma mirando para todos lados. No entendía el "¿por que?" de su pregunta.

— ¿Sobre? — Él puso una expresión de enojo, respondí con una risa de los nervios.

— Dijo que saldríamos el día de hoy.

— ¿Eh? No, no, era mañana. Hoy es imposible, debo de ayudar a Donna en la cocina. — Rodeó sus ojos y suspiró.

— Donna se fue hace unos minutos con un hombre y no me importa, me llevará donde dijo. No soy una persona paciente y además, ya estoy vestido, iremos ahora. — Sin dejarme contestar, se fue caminando con rapidez por el pasillo y bajando las escaleras.

No me queda otra, como de costumbre.

Terminé por aceptar todos sus pedidos, como era temprano en la mañana, aun no era el mediodía, podíamos ir a la librería donde había visto a Olivia, seguramente ella estaría allí.

Subimos a un auto, hubo silencio todo el camino hasta la librería, cuando bajamos, el auto se fue.

— ¿Y ahora? — Caminamos hasta la librería.

— Usted no es una persona muy paciente. — Me miró y soltó una carcajada. Entramos a la librería y fuimos directamente adonde estaban unos pequeños marcos de cuadros.

— No, no lo soy. Siempre fui una persona que consiguió todo rápido. No me gusta esperar, no hay razón para hacerlo. — Me quedé mirando la puerta esperando a ella llegara, muy en cambio, él estaba mirando las cosas que había en la tienda con mucho entusiasmo.

— No nos parecemos en nada.

— Esta claro que no, ¿por qué deberíamos? — Me quedé en silencio, mirándolo.

— Gracias. — Susurré y él me escuchó.

— No hay razón para darlas. No hice nada.

— Me dejó vivir en su casa.

— Desde que llegaste a la casa quise sacarte.

— Pero no lo hizo, pudiendo hacerlo.

— Sólo fue por...

— ¿Por? — Me tomé las molestias de interrumpirlo. —, no hay nada. También, pudo haber tratado de ocasionar miedo, tratar de mantenerme lejos de Aaron pero nunca lo hizo. Es cierto que era callado y reservado, también que aveces, podía expresiones raras pero... Nunca fue mala persona conmigo. — Levanté la vista y noté que estaba entrando Olivia al lugar.

— No s tan cierto lo que dice. — Sonreí un poco. Suspire y toqué su hombro. Él no entendió, me fui de su lado y salí de la librería, parecía algo confundido. Me quedé mirando la vidriera unos minutos, ellos se encontraron y comenzaron a hablar.

Bien, bien, esto esta hecho..

— Hola, ¿eres Ann? — Me encontraba sonriendo y mirando la vidriera, noté por el reflejo de la misma a un hombre, era el mismo que me habló, estaba detrás de mí. Me di la vuelta para mirarlo.

— Si, ¿y usted, quién es? — Me sonrió de costado. Era alguien bastante alto, como Aaron. Me quedé mirando a esa persona sonreía.

— Eso no importa ahora, ¿podemos hablar un segundo? — Me hizo un gesto con la mano para que subiera al auto que estaba detrás de él.

¿Qué...? ¿Quién es esta persona?

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