La cocina. Un gran mudo de experiencias.

¡Bienvenido nietecito mío!

-¿Mamá, estás segura de que ir de viaje con la abuela sera divertido?- Decía Bruno con desgana. Su madre trabajaba mucho, y durante el verano, no podía hacerse cargo de su hijo y pensaba que enviarle con su abuela le ayudaría a tener menos trabajo. 

¿Mamá, me estas escuchando?- Seguía preguntado Bruno. -Hijo, tranquilo, ya verás como esta experiencia con tu abuela te gustará y te divertirá. La abuela de Bruno vivía en un pequeño pueblo de Galicia y desde que era pequeña, tenía un gran gusto por la cocina, y desde la última visita de la familia a Galicia, ella le había demostrado lo que sabía hacer entre fogones.

- Además, no vamos ha hacer nada, solo vamos a cocinar, ¡que aburrido!- Bruno no dejaba de replicar. - Ya basta Bruno, tu padre y yo ya hemos tomado la decisión, te iras y punto. En ese momento terminó la discusión. Al día siguiente, Bruno ya estaba subido al tren con destino a Orense, Galicia.

Durante el viaje, Bruno no se levantó de su asiento ni quiso tomar nada, lo cual era muy raro ya que siempre le gusta estar mirando todos los vagones. El tren acababa de llegar y Bruno ya temía la voz de su abuela, y no se equivocaba.- ¿Donde esta mi nietecito preferido?. Decía una suave voz. -Aquí estoy abuela..... . Decía bruno como si no tuviera ganas de nada.-Venga vayámonos. Dijo su abuela con gran esntusiasmo.

Cuando llegaron, nada había cambiado, bueno si, una cosa, su abuelo. - Ay mi coronel, ¿Todavía te acuerdas de él?. Suspiró su abuela con desanimo. -Claro que sí abuela. Contestó Bruno. Su abuelo padecía una enfermedad la cual, el año en el que Bruno nació, le dijeron que no valía la pena curar. -Bueno dejémonos de lloriqueos y manos a la obra. Que extraño su abuela había ido a la cocina.

-¿Tienes ganas de aprender nuevas recetas?. Preguntó su abuela. -Ya sabes que no me gusta la cocina abuela.... . Se quejó Bruno. -Bueno buenooo... vaya tonterías dices nieto mío, ¡ya verás como te acaba gustando!. Contestó con gran ahínco.