It Will Never Be Enough

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Raoul sabía que aquello no era una buena idea. Había intentado convencer a sus managers que no valía la pena, que era una pérdida de tiempo y que prefería seguir trabajando en su próximo disco. Pero habían insistido.

El problema era que todos sus antiguos compañeros ya habían aceptado, y no podía ser él el único en negarse. No podían hacer un reencuentro sin uno de los exconcursantes, estaba claro. Y por eso al final tuvo que aceptar.

Operación Triunfo seguía teniendo mucho tirón, y los cabrones de los productores seguían siendo tan interesados como siempre. Raoul estaba seguro que si por ellos fuera a él ni le habrían llamado. Siempre le habían odiado, nadie sabe porqué, y siempre le habían hecho quedar mal ante los ojos del público. Pero obviamente se notaría mucho si hubieran hecho el reencuentro sin él, así que allí estaba, esperando a que el coche fuera a recogerlo.

Estaba nervioso, probablemente mucho más de lo que debería. Reencontrarse con sus quince compañeros no era para tanto, porque eran como una familia para él. El problema no era exactamente ese.

La bocina del coche le sobresaltó, y dejó sus pensamientos para meter sus cosas en el maletero. Cuando abrió la puerta del coche para entrar, se encontró una rubia muy sonriente.

-¡Raoul! –exclamó Nerea, entusiasmada. Cuando el chico entró en el coche le abrazó fuerte. –Qué ganas tenía de verte.

-Pero si nos vimos el mes pasado, Nerea. –rió él, mientras se ponía el cinturón.

-Pues te podías haber hecho más simpático en un mes, mira tú.

-No te enfades, tonta. –dijo revolviéndole el pelo, y la chica le apartó el brazo.

El coche ya había arrancado, dirigiéndose al lugar donde iban a pasar los próximos tres días.

-¿Estás nervioso? –le preguntó la rubia al cabo de un rato. –Yo estoy nerviosa.

-¿Por ver a Aitana?

Desde hacía un par de años, cuando Aitana lo había dejado con Vicente, Nerea había empezado a desarrollar una especie de obsesión con ella. Que estaba encoñada, vamos. Y de vez en cuando le venía a él con el tema, rayada por si era la única que se sentía así o era recíproco.

-Es que hoy hemos ido de compras juntas, y me ha cogido de la mano. –le dijo una vez, nerviosa, por teléfono.

-Sois amigas, Nerea. –le contestó él. –No es raro que te coja de la mano.

-Pero no era cogerme de la mano tipo como cuando estás en una discoteca y no te quieres perder, ¿sabes? Ha sido como de repente.

-No sé, Nerea... –suspiró él. –Es que tampoco estaba para verlo, no sé qué decirte. Si te hubiera plantado un beso, pues estaría más claro, pero que te haya cogido de la mano... Pues no dice mucho.

-Ahora que dices lo del beso, cuando nos hemos despedido y me ha dado un beso en la mejilla, me ha parecido que se recreaba mucho. –dijo, con voz emocionada. –Quizá es que no quería despedirse todavía.

-O quizás tú tenías pegamento en la mejilla. –rió el rubio.

-De verdad, Raoul, contigo no se puede hablar.

Y así era cada vez que las dos chicas quedaban. Cuando Raoul veía una foto en Instagram de las dos juntas, sabía que se venía una larga y atormentadora llamada aquella noche.

-Bueno, no solo por ver a Aitana. –contestó Nerea. –Es que ayer fuimos a merendar juntas.

Oh no. Esta vez tendría que tragarse todo el rollo en persona.

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