era imposible dejar de verlo.

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En la escuela de artes, en la vida estudiantil y en todo lo de más nunca había aprendido sólo una cosa que me había metido en varios aprietos ahora con todo esto de la prensa y los paparazzis. 

¿Cómo dejar de verle?

Como uno podía despegarse de semejante hermosura, su cabello, sus ojos y su cuerpo.
Era casi un Dios para mi.

Lo amaba podía verle durante horas, podía sólo observarlo mucho tiempo sin parpadear.
Pero era sólo eso lo que podía hacer verlo.
Nunca se fijaria en mi.
Mis ojos se secarian y el jamás los observaria.

Sólo yo podía observarlo de esa forma y con eso era feliz.

Me seguirás llamando por mi nombre. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora