Siete.

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La lluvia golpea la venta con fuerza y está bien, porque amortigua mis sollozos.
Alaska me quitó las cintas y, me abrazó.
Y, aunque sus brazos me rodeaban con seguridad, yo sólo pensaba en los gritos de ese hombre.
La sonrisa de Velkan...
Los pezones sangrando...
Me equivoqué. Quiero morir, si. Pero no puedo aguantar esto.
La confianza que la chica de cabello azul acabó cuando vio las marcas de la cinta en mis muñecas.
Sentí todo su cuerpo tensarse y su mirada se tornó dura.
—Alaska no es nada...
—No. En serio, Amelia, no.
Me dejó sola y volví a hundirme en el dolor.
Me dolía porque pude sentir de bueno la impotencia, el saber que deje que ocurriera, de nuevo.
No, no voy a formar parte de esto.
Con el cuerpo temblandome de rabia, recojo las cosas que Alaska me prestó y empaco algunas prendas.
Tengo claro que después de ver ese asesinatos, él no va a dejar que me vaya tan tranquila.
Así que huire en lo que decido cómo matarme.
—¿Te vas?—la voz de Velkan me eriza toda la piel.
Me giro hacia él, sorprendida y asustada.
Le temo, claro que sí. Imposible no hacerlo después de lo que ví.
—Si—finjo tener mi atención en la maleta y no en él.
Nos miramos a los ojos, no voy a dejar que vea el miedo que me causa.
Esto es lo que él quería, ¿no? Pues ya está. Que lo disfrute.
En sus ojos puedo ver cómo la incredulidad da paso a la furia.
Y luego algo más oscuro.
—No—sentencia con voz ronca.
—¿Ah, no? Impidelo.
Se acerca a grandes zancadas y yo las retrocedo.
Mis ojos llorosos de mierda, me hacen ver débil.
—¡No, Velkan! ¡No me toques! Aléjate de mi.
—Amelia...
—Ningún «Amelia», Grey.
Sé que no me va a dejar, no después de lo que ví. Así que ya está, seguro me mata.
—Tú...
—¿Es por el dinero? Toma todo el maldito dinero, pero yo me voy.
En su cara aparece una expresión de horror.
—Nunca ha sido el dinero, Amelia.
¿Ya sabrá cómo va a matarme? Y, en serio, no tengo miedo de que pueda matarme. Mi temor es quedarme.
—Me voy, Velkan. Y puedes estar seguro de que no diré que eres un maldito asesino, hijo de...
Estrella su mano contra mi mejilla, impidendo que termine la oración. Y lo logra, carajo. Su fuerza da miedo, la mejilla me escoce y una lágrima de dolor y rabia se me escapa.
Lo odio.
—No lo voy a repetir, Amelia: te quedas.
—Eres un cabrón, maldito...
Y me golpea de nuevo, pero esta vez en el labio.
El dolor es punzante, sin embargo, lo que ha quedado destrozado es mi persona.
La sangre emana hasta gotear en mi ropa.
—Callate. No sabes nada, Amelia.
Le sonrío.
—Solo sé que eres un cobarde.
Ladea la cabeza y me mira burlón.
—Exclamó la chica que no es capaz  de suicidarse y recurre a pedir ayuda.
Vale, eso es...
—Vete a la mierda, Velkan Grey.
—¿De dónde crees que vengo, princesa?
Sin decir mas, sale de la habitación y cierra la puerta.
Ya no aguanto, ya no aguanto.
Tiro todo lo que está a mi alcance y grito y lloro y lo maldigo.
Me ha golpeado, ni siquiera mi padre lo hizo en toda su puta vida.
Tomaré el primer vuelo que encuentre y me iré del puto país.
Las lágrimas brotan de mi, con rapidez y sin cesar.
Alguien llama a la puerta, pero yo no quiero ver a nadie de ellos.
—Soy Dimitri, Amelia.
¿Y? ¿Le hago un pozole o qué?
Seguro Velkan le ha mandado a que venga a hablar conmigo o a matarme, si es la última opción, adelante.
—¿Qué quieres, Verne?
—Hablar contigo.
Ya valió, entonces no me interesa. Cierro la maleta y, la cargo. Tomo aire, me limpio las lágrimas y sujeto una pistola que se encontraba en uno de los cajones.
Más vale prevenir.
Y, es que no dudaré en matar a Velkan si intenta detenerme.
Abro la puerta, encarando a Dimitri. Su cabello está despeinado y en su rostro hay varias heridas que, supongo, serán de la anterior pelea con Grey.
¿Cómo puede ser amigo de él?
—¿Te vas?
¿Por qué, joder? ¿Por qué los dos preguntan eso? ¿No es obvio?
En vez de contestar, lo esquivo para salir.
Me sujeta del brazo, impidendo mi huida. Odio no poder soltarme de su agarre.
No quiero sus sucias manos sobre mi.
—No creo que eso sea posible, preciosa—susurra en tono juguetón.
—Ah, no te estaba pidiendo permiso, Verne.
—Ah, no era un aviso. Es una orden.
¿Cómo puede no ser amable y aún así sonar tranquilo?
Entonces entiendo que así son ellos: calculadores, manipuladores y cínicos.
—Por favor, Dimitri, por favor.
Algo cambia en su mirada, toda su arrogancia y actitudes de mierda desaparecen y en su lugar hay cierta compresión.
Pero, ¿Es real? ¿O es una técnica para que me quede? No lo sé.
—No puedes, Amelia.
Y siento la necesidad de explicarle mis motivos, que sepa que lo que Velkan hace no está bien.
Se lo cuento todo, sin omitir detalles y le hablo sobre la sensación de horror que sentí.
—¿Por qué? ¿Para qué mierdas cortarle los pezones, Dimitri?
Sorbo los mocos.
—No ha sido su crímen más perfecto, fue improvisado... Él solo quiso desviar la posibilidad de que se descubra su identidad. De ese modo, parece más algo personal y podría relacionarse con violación.
—¡Un inocente, Dimitri!
—Nadie es inocente.
—Quiero irme.
—No puedes. Ahora estás dentro, Amelia.
Niego frenética. Eso no puede ser real.
—Me lo debes. Cuando me lance del paracaídas...
Exhala exasperado.
—No voy a traicionar a Velkan. Solo... quédate, Amelia, quedate.
—No...
—¿Quieres un respiro? Te lo dará. ¿Quieres ir a casa un rato? Adelante. ¿Necesitas gritar? Hazlo. Amelia, tienes nuestro mundo a tus pies.  Puedes hacer lo que quieras, menos irte para siempre.
Aceptar sería un error y lo sé. Estaría haciéndome la ciega ante lo que le hicieron a mi familia.
Pero, ¿Tenía otra opción? Quizá sí, y era la muerte. Pero yo no podía hacerlo y ellos no lo harían.
Estaba encerrada.
Así que, podía pedirles cualquier cosa y aceptar mi nuevo destino.
—Dimitri, yo no puedo.
—Te juro que si cruzas la puerta no serás bienvenida nunca más.
¿No es eso lo que yo quiero? ¿Por qué quedarme si me está diciendo que obtendre mi libertad?
Lo miro divertida.
—¿Y pretendes así, que me quede?
—Pues si— me mira con seriedad—. Mira, cuando digo que no serás bienvenida, no me refiero a que ya no volverás, sino que todos los buenos tratos se irán a tomar por el culo y, si creías conocer el infierno, te darás cuenta de que estabas equivocada. Porque, Amelia, podemos  hacer de esto el paraíso o un verdadero puto infierno. Eso depende de ti .
Jadeo, asustada. Jamás pensé que Dimitri pudiera ser tan cruel, creo que oralmente se la llevado a Velkan. ¿Por qué pensé que iba a ser diferente?
Bueno, me vale.
Agarro la maleta.
—Abrete a la verga, pendejo—murmuro.
Lo golpeó con el hombro para hacerme paso, pero él presiona sus dedos contra mi brazo y me tira hacia él, haciendo que regrese a la habitación.
Con un solo brazo, me detiene y con el otro, cierra la puerta.
Busco a tientas algo para defenderme.
—Amelia, ya viste lo que Velkan puede hacer, y te aseguro que eso no fue ni un diez por ciento.
—¡Suéltame!
—Cállate, carajo, cállate—sisea.
¿Por qué está así? Alterna la mirada en la puerta y en mis ojos.
—¡Qué me dejes, joder!—entonces se me ocurre algo que si hará que me suelte o me mate. Tomo aire y      sonrío—¡Alaskaaaaaaaaaaa!
—Cállate, Amelia, cállate, joder—me tapa la boca con la mano.
Intento forcejear para que me suelte.
—¿Amelia?
La voz de Alaska genera que su hermano se ponga tenso mientras que a mí me relaja de manera sobrenatural.
—Vas a finigir que quieres hablar con ella, ¿De acuerdo? Y yo estaré escondido. Si dices algo de esto, ten por seguro que no será bonito.
Me mira a la espera de que asienta y después procede a presionar un botón que yo desconocía y que genera que el librero gire y de espacio a un escodite.
Casi se me sale la baba del asombro.
¿Qué carajos es eso?
Me obligo a mantener una expresión amable.
Respiro, respiro y respiro.
—¿Qué pasa?—irrumpe mini Verne.
Luce una sonrisa tierna.
Evito mirar en dirección a Dimitri.
—Quería ver si te apetece salir a pasear o algo.
—Define qué es «algo».
Su tono de voz deja la insinuación a hacer alguna travesura.
—No lo sé, tú eres experta en diversión.
Suelta una risita.
—Oh, si. Mi sola presencia ya es divertida, ¿No?
—Si, claro.
—Estas rara, ¿Todo bien?—su expresión traviesa es reemplazada por la preocupación.
—Si, si, si. Solo...—busco rápidamente una mentira.
Tengo varias opciones, la verdad es, que mi vida es deprimente.
—Pensaba en mi hermana—balbuceo.
—¿June?
—Si, ella.
—Debió ser duro perderla. Yo no podría estar sin Dimitri—susurra en voz baja.
Quizá ella logré comprender un poco el dolor que me causa la perdida de mis hermanas.
A fin de cuentas, ella también tuvo a  alguien antes de llegar a Dimitri, ¿No?
—Pienso que pude evitarlo.
Ella me sonrie con cansancio y en su mirada se percibe un vacío que me deja helada la sangre.
—La muerte no es algo que se pueda evitar, ni tú ni el puto Dios.
—Ya, pero no de la forma en que ellos murieron.
—Solo mírate, confía en ti mujer, conócete bien y verás que el nueve de septiembre te será más fácil de sobrellevar.
Desvío la mirada y la clavo en el lugar donde se ha escondido Dimitri.
¿Sabrá el encanto de mujer que tiene frente a ella?
—La realidad se ajusta en base a tus peligros, Amelia.
—¿Qué quieres decir?
—Crees que estás cayendo, pero en realidad ya estás en el fondo. Es cuestión de que lo entiendas y todo se pone en perspectiva.
En ese momento, todas mis máscaras se esfumaron y quedó expuesta la verdadera Mae: la chica que se emociona hasta las lágrimas, la chica que la única solución perfecta para ese intercambio de palabras tan sinceras es acercarse a largas zancadas y, de forma insegura, pegar sus labios a la mujer de cabello azul.
Me sujeta con fuerza de la cintura y ese beso me sabe a poder olvidar nuestro pasado, dejar atrás los pedazos y utilizarlos para poder volar.   Porque aunque ella muestre una sonrisa abierta, si miras detenidamente, está jodida.
Quizá si le doy lo que queda de mí y nos fusionamos, pueda funcionar.
Y no me refiero a estar con ella en algo sexual, sino, a estar para ella cuando su expresión sea vacía y que Alaska Verne me abrace hasta que mis pesadillas pasen.
Cuando nos separamos, suelto una risita nerviosa y ella esboza una sonrisa preciosa.
Sé que ese el comienzo del plan de Velkan: generar vínculos para que me resulte complicado y doloroso morir.
Y se siente bien, es liberador.
El amor que enterré el nueve de septiembre intenta salir a flote para invadirme.
Dolerá, por supuesto.
¡Hola!
Bueno, ¡Mil gracias por el apoyo!
Díganme, ¿De dónde son? ¿Qué edad tienen? ¿Qué opinan de Alaska, Dimitri, Velkan y Amelia? ¿Les va gustando la historia?
Asdfgh si quién que dedique capítulo, diganmelo UwU.
Saludos desde México.

Acaba conmigo.Where stories live. Discover now