Capítulo 6

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Febrero 21 - Día 36

Tan pronto como entré al pabellón sabía que sería un buen día. Había estado soleado durante toda la tarde, al menos en Tokio. Lo que comenzó como un día agradable se había desvanecido en una preciosa y violeta puesta de sol, la cual apenas alcancé a ver a través de las cortinas de la recámara.

Katsuki estaba acostado en la cama, tenía su cabeza apoyada en sus manos mientras veía los últimos minutos de lo que parecía ser un episodio de Skins en la TV sujetada a la pared.

Sonrió de lado cuando me vio, cambiándose de posición.

—¿Skins? —le pregunté al ver de nuevo mi silla azul que había estado perdida. La jalé y la acomodé de forma que pudiera ver la televisión. Momo, Shōto y yo habíamos visto la primera y segunda temporada cuando los tres nos habíamos enfermado de gripe, poco después de irnos a vivir juntos. Todos mis recuerdos de esta serie estaban nublados por el delirio y la enfermedad.

—Episodio 4 de la segunda. Hoy me la pasé viendo toda la primera temporada. Me estoy divirtiendo, pero no creo que las enfermeras estén disfrutando la gran cantidad de insultos que salen de mi habitación provenientes de la serie —respondió.

—Eso es cierto —contesté deslizando mi bolso de mi regazo, mientras miraba a Tony y Sid  que estaban en la pantalla—. ¿Cómo estás hoy?

—Flotando —dijo, sintiendo una cantidad inmensa de placer en su respuesta.

—¿En serio? —le dije con una sonrisa, notando el cambio en su actitud que me contagiaba. Me acordé de la primera vez que me encontré con él, cuando ni siquiera me miraba a los ojos. Fue increíble verlo ahora, con pequeños destellos del niño alegre que se manifestaba en sus ojos cada vez que me miraba. Todavía no podía creer que se hubiera abierto tanto, era realmente increíble, surgió en mi estómago una especie de felicidad privada. Por supuesto, todavía estaba enfermo, pero lograba demostrar otra aura alrededor de él.

Katsuki esbozó una sonrisa ladina.

—Creo que puede ser la heroína que consumí.

Una risa estalló fuera de mí antes de que pudiera detenerla, con la falta de lógica en su respuesta era imposible mantener una cara seria.

—Kacchan, si consumieras heroína no creo que serías tan lindo.

Se quedó sorprendido mientras movía un poco sus pestañas y me miró.

—¿Cómo me llamaste?

—Esto... K-kacchan—contesté, preguntándome qué lo había puesto de tan buen humor.

—Alguien se ve alegre —dijo la enfermera de hace dos semanas mientras se asomaba en la puerta con una expresión amigable en su rostro.

—Tan alegre como una muerte lenta y dolorosa puede ser —dijo Katsuki mientras sonreía de lado hacia mí.

Ella le dio una sonrisa incierta, mirándome, tratando de analizar si estaba bromeando o no.

—Le hemos aumentado sus analgésicos, por lo que estará un poco desubicado hasta que su cuerpo se acostumbre a ellos. No va a poder mantenerse de pie por mucho tiempo, no más de lo usual.

Bueno, eso sin duda explicaba su anterior comportamiento.

Me gustaba que estuviera de este modo, aún sarcástico y un poco vulgar, pero también un poco más ligero e incluso tonto.

—Está bien, gracias —le dije mientras le daba mi mejor sonrisa a la enfermera.

Ella me sonrió de vuelva, evidentemente satisfecha con mi aparente respuesta.

Sostenme, me estoy cayendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora