CAPÍTULO UNO

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Es mi primer día de clase, 9 de septiembre, y, aunque debería ser lo normal, no estoy nerviosa. Mi vida ha sido caótica, no me importa nada, de ahí a que me cambie de instituto.

Me siento en la primera fila, con otras dos niñas nuevas. Yo soy repetidora así que se me ve más grande y soy la que más llama la atención. Miro el panorama. Nadie se salva. Todos miran mal. Pero como ya dije antes, no me importa nada. Este instituto tiene un nivel muy alto, mucho más que el que estaba yo, entro con nivel muy bajo. No sé nada ni nada me importa. Es el segundo día y noto unas miradas extrañas y malos comentarios en bocas de unas niñas, pero no les presto atención. Al tercer día sigo notando esas malas miradas y comentarios a los que intento no prestarle atención, pero solo estoy retrasando lo inevitable. Ya han pasado 2 semanas desde que empezaron las clases y no paran. ¿Por qué no paran? ¿Qué ganan? No les he hecho nada. Me está empezando a molestar. Lo único que se me ocurre es hablar con estas dos chicas, voy a preguntar qué problema tienen. Se rien y abandona la clase. Pensaba que ya se había acabado, que ya podía seguir con mi vida, pensé que, aunque no me contestaran, habían entendido mi mensaje. Siguieron criticando. Cada vez más y más. Malas miradas. Risas cada vez que paso. Olvidé el tema de esas chicas.

Ya es 28 de septiembre. Espero poder empezar la semana bien, nunca perdi la esperanza. Se acerca una chica a mi, su nombre Nay. Una chica poco cuerda, se sale notablemente de los estereotipos de la sociedad. Claro que, yo también lo hago. Ella no es elegante, es malhablada, pero, aun así, prefiero ponerme con ella antes de estar sola. Van pasando los días y noto algo raro en ella. Es mi amiga, pero a veces me dice cosas... siempre está repitiéndome constantemente que no valgo para nada y que, nada se me da bien. Como ya he dicho varias veces, todo me da igual, así que no tengo en cuenta sus comentarios.

Al ser una chica diferente a las demás siempre la critican. Fuma y siempre está de mal humor, es como la oveja negra de la clase. Nos dirigimos al baño y yo la esperé fuera, curiosamente había una compañera de clase esperando a otra, en ese escaso minuto mantuvimos una pequeña conversación:

- ¿Estás esperando a Nay?

- ¿Sí, por qué?

- Nada. Pero yo que tu no me fiaría de ella, mi primer año también estuvo conmigo, éramos inseparables. Una vez que la conozcas no vas a querer estar con ella. Ah, y ten cuidado con lo que le cuentas.

Salió la persona a la que ella esperaba y se fue. Sus palabras me hicieron reflexionar si sería mejor estar sola. Entonces sale, me mira, disimulo mi cara y nos vamos. Como si nada hubiese pasado.

Al cabo de unas semanas, todo sigue igual. Pero recibo un mensaje de un número desconocido:

- Hola

- Hola, ¿quién eres?

- Adrián, el de clase.

Ese mensaje, totalmente inesperado de la persona más inesperada, un chico de mi clase es de los chicos deportistas de la clase. Es mono. Bueno, más que mono, guapo, muy guapo, para mis gustos el más guapo de la clase. Ah, y lo más importante. El chico que le gusta a Nay. Todos los días me habla de él y de lo maravilloso y perfecto que es. No tenía ni la menor idea de porque me hablaba así que le pregunté:

- Ah, ¿querías algo?

- No sé si me viste hoy, pero estaba hablando con Nay.

- Sí, te he visto.

- Pues... hablábamos de ti.

- ¿De mí? ¿Por qué?

- Me dijo que te gustaba

No entiendo nada, si es a ella a la que le gusta.

Hoy es día 21 de octubre. Llego a clase y me dirijo a preguntarle a Nay el porqué de lo que le dijo ayer a ese chico. Cómo no, me miente. Dice que fue todo un malentendido y que siente que él lo haya malinterpretado. La perdono y me sigo poniendo con ella

Adrián es muy misterioso, no entiendo por qué me fijaba en él, si yo a él no le importo ni le intereso nada. Bueno, eso creía yo.

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⏰ Last updated: Mar 24, 2018 ⏰

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