18. La poción multijugos

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Entramos al despacho del profesor y entonces la profesora nos dijo que esperáramos aquí y desapareció. Mientras Harry se quedaba estático en su lugar yo me dispuse curiosear en cualquier parte, había muchas cosas que no había podía apreciar la noche anterior. Harry comenzó a hablar, pero no le preste atención cuando llegue nuevamente al retrato de mi abuela. Se encontraba ahí, sonriendo a la cámara con sus grandes ojos cafés claros diferentes a los míos verdosos. Cuando me puse completamente enfrente de ella, se detuvo a observarme y luego sonrió aún más.

Un ruido como de arcadas me hizo volverme completamente. No estábamos solos. Sobre una percha dorada detrás de la puerta, había un pájaro de aspecto decrépito que parecía un pavo medio desplumado.

Alcance a Harry quien ya lo estaba mirando, y el pájaro le devolvía la mirada torva, en cuanto el pájaro reparo en mi presencia, inclino el cuello de lado y emitiendo de nuevo su particular ruido.

Parecía muy enfermo. Tenía los ojos apagados y, mientras nosotros lo mirábamos, se le cayeron otras dos plumas de la cola. Revisando en mi mente, los diferentes tipos de libros que leí, tratando de recordar que tipo de pájaro era esté. Harry parecía estar pensando en que lo único que le faltaba es que el pájaro de Dumbledore se muriera mientras estaba con nosotros dos solas en el despacho.

Y como la mala suerte venía acompañada siempre del apellido Weasley y últimamente del Potter,  el pájaro comenzó a arder.

Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio. Aún con el nombre del pájaro en la punta de la lengua, busque cerca un vaso con agua, pero no había ninguno. El pájaro, mientras tanto,se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo.

La puerta del despacho se abrió.

Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.

—Profesor—dijo Harry nervioso—su pájaro..., no pude hacer nada...,acaba de arder...Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió

—Ya era hora -dijo—Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa. Me reí de la cara atónita que ponía Harry —Fawkes es...

—Un fénix— grite sin querer por fin recordando el nombre,

—Señorita Weasley—saludo Dumbledore- En efecto, un Fenix. Verás Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...

Harry quien aún parecía afectado por la repentina muerte del pájaro dirigió la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas. Era igual de feo que el antiguo

—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido -dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.

Con el susto del incendio de Fawkes, Casi habíamos olvidado del motivo por el que estábamos aquí, pero lo recordé en cuanto Dumbledore se sentó en su silla de respaldo alto, detrás del escritorio, y fijó en él sus ojos penetrantes, de color azul claro. Sin embargo, antes de que el director pudiera decir otra palabra, la puerta se abrió de improviso e irrumpió Hagrid en el despacho con expresión desesperada, el pasamontañas mal colocado sobre su pelo negro, y el gallo muerto sujeto aún en una mano, provocandome ganas de vomitar

-¡No fue Harry, profesor Dumbledore! ¡Ni mucho menos Sara, solo mirela es muy pequeña para tener tanta maldad! -dijo Hagrid deprisa- Yo hablaba con ellos segundos antes de que hallaran al muchacho, señor, no pudieron tener nada de tiempo...

Sara; miedo | La Melliza De Ron 2 | #wattys2019Where stories live. Discover now