Steve Rogers 2.

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one shot.
Dedicado a capitansteverogers

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«Videoclub»

Steve Rogers es un superhéroe muy aclamado por toda la gente, un salvador del mundo y miembro de Los Vengadores. Pero también es una persona tranquila, a la que le gusta descansar y estar con sus seres queridos haciendo cualquier cosa.

Todos sus compañeros y amigos decían que seguía anticuado y que sus gustos no mejoraban en cuando a ocio. Así que el supersoldado decidió ponerse al día con películas y series de este siglo.
Cada noche salía de su modesto apartamento en Nueva York para ir a un pequeño videoclub situado en la esquina de la calle. Todo tipo de películas, series y música se encontraba disponible y a un precio asequible para Steve.

En aquella tienda trabajaba Sara. Una chica de 23 años sencilla, con un trabajo estable, estudiante y amante del cine. Consiguió ese trabajo gracias a su vecino y le encanta.
Cada noche veía como Rogers entraba en el local, se paseaba un poco por los pasillos y decidía una o dos películas para ver.

—Titanic. Buena elección, te recomiendo que tengas pañuelos a mano —Sara rió mientras cogía el billete de Steve.

—Sí, me lo habían dicho —él la sonrió y a ella se le removió el estómago para después subirle los colores—. Espero que no sea muy triste, bastantes tragedias hay ya.

—Es triste el final. El resto de la película es el transcurso de cómo fue de verdad la historia del barco y se enlaza con la bonita historia de loa personajes —era una de las películas favoritas de Sara, por lo que no la costó elogiarla—. Te encantará si te gusta lo romántico.

—No es mi última opción —Steve cogió la película—. Hasta mañana, gracias por la recomendación.

—No hay de qué. Disfrútala —ambos se despidieron con una sonrisa y el Capitán salió del videoclub.

Desde ese día, Sara esperaba con ansias la llegada de las ocho y media de la noche para que Steve Rogers entrara por la puerta y poder verle.
Sus sentimientos crecían más y más hacia él y no por ser un vengador, sino por su amabilidad, cordialidad y gusto hacia el cine.

Por desgracia, Steve se pasó unas dos semanas sin ir al videoclub en el que Sara se desesperaba por él. Se imaginaba lo peor pero al fin y al cabo, sólo es un cliente más.

Aquella noche fría de octubre, Sara se disponía a cerrar el videoclub tras la espera de que él llegara. Pero ya había pasado un mes y no daba señales de vida. Cuando apagó las luces oyó cómo la puerta se abría.

—Está cerrado —la joven encendió la luz y sus ojos casi se salen de sus órbitas al ver a Steve sangrando del abdomen—. ¡¿Qué te ha pasado?!

Sara corrió hacia él y le ayudó a ir a la trastienda. Le sentó en un silla y le levantó la cabeza para que la mirara.

—¿Por qué estás sangrando? —preguntó la morena con preocupación en sus ojos.

—Gajes del oficio, supongo —dio una sonrisa ladeada a Sara y puso una expresión de dolor cuando ésta presionó un poco su herida—. Ha sido ahora mismo y aquí al lado, he venido porque es lo más cerca que había.

MARVEL IMAGINAS.Where stories live. Discover now