《¿Me enseñarás a darte tanto placer?》

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CAPITULO 25

Mientras JiSoo y HanSol supervisaban la partida de los reevers que habían elegido seguir a Wu Zhun en lugar de permanecer con SeungCheol, la anciana Gwyn y Han trabajaban en una de las amplias estancias de la torre del homenaje, atendiendo a los caballeros de ambos bandos que habían resultado heridos durante el largo día de juegos. La enorme habitación se había convertido en una improvisada sala de curas, ya que el gran salón estaba siendo preparado para el banquete.

— ¡Ay! —Exclamó SeungCheol, alejándose de las manos de Han—. ¡Eso duele!

El escocés había insistido en que se le atendiera el último, ya que sus heridas no revestían importancia.

—Estate quieto —replicó Han—. No te quejabas tanto cuando la espada de JiSoo descansaba en tu garganta.

—Pensé que iba a morir. ¿De qué habrían servido mis quejas?

El joven le dirigió una fría mirada. Por mucho afecto que le tuviera, le costaría mucho tiempo olvidar la imagen de SeungCheol abalanzándose sobre JiSoo, dispuesto a poner fin al combate con un golpe mortal.

—Echa hacia atrás la cabeza —le pidió—. No puedo ver tu garganta.

—No sé si fiarme, JeongHannie. No me gusta la frialdad de tu mirada.

Han estudió la mezcla de comprensión y diversión que reflejaban los ojos color avellana del que había creído su hermano, y sintió que parte de su tensión desaparecía.

—Si JiSoo puede perdonar la vida a un enemigo —repuso con ironía—, yo puedo perdonársela a un amigo.

Ignorando las apenas disimuladas sonrisas de sus caballeros, SeungCheol hizo una mueca y echó la cabeza hacia atrás para permitirle a Han un mejor acceso a su cuello.

—Es sólo un rasguño —masculló él.

— ¿Sólo eso? —Se burló el joven—. Con todo lo que te mueves y te quejas, pensaba que tenías la garganta completamente abierta.

Los soldados que quedaban en la estancia se rieron al ver a un joven reprendiendo a uno de los guerreros más temidos de toda Inglaterra.

—Id a cenar, caballeros —sugirió Han, alzándola mirada y dirigiéndoles una sonrisa—. Sir SeungCheol se unirá a vosotros enseguida.

Mientras los hombres pasaban junto al joven en dirección al gran salón, éste se inclinó una vez más y empezó a palpar la garganta del escocés con cuidado. SeungCheol había dejado a un lado su ropa de batalla y tan sólo llevaba unos pantalones de cuero. El pelo de Han, como era habitual, se había soltado y, cuando un grueso mechón amenazó con entorpecer su trabajo, el herido lo atrapó, lo acarició levemente y lo sujetó tras la oreja del menor. El despreocupado gesto decía mucho de la larga familiaridad existente entre el hijo bastardo de lord Jong y el señor del castillo.

Con ojos entrecerrados, JiSoo observó a SeungCheol y a Han desde la entrada. Cada vez que tomaba aire, se decía a sí mismo que no había motivo para los celos que sentía como plomo fundido en las entrañas. Aun así, ver cómo su esposo recorría la gruesa columna que formaba el cuello del escocés en busca de heridas, daba fuerza a cada rumor que había escuchado sobre ellos incluso antes de llegar al castillo.

El prometido de SeungCheol.

El amante de SeungCheol.

El brujo espera, sonriendo y aguardando el momento oportuno.

—Estuviste muy cerca de morir —dijo el joven en voz baja.

—Sí. —SeungCheol tiró de otro rizo suelto y le sonrió con cariño—. ¿Me habrías echado de menos, JeongHannie?

Indómito《JiHan》Where stories live. Discover now