Nuestras cartas

2-Conocer, un arma de doble filo

El bar estaba decorado con luces, fotos, cámaras y un reproductor de música viejos. Las mesas eran de madera con las patas de colores pastel gastado y había unas quince alrededor de todo el bar.

Ana, la única chica que se había acercado a mí sin intención de molestarme, estaba sentada al lado mío. Tengo que admitir que cuando ella me hablo en primer lugar, creí que era como todas las demás, curiosas, todas estaban enteradas de mi "expulsión" de mi anterior colegio pero no tenían detalles, y no quería que los tuviesen. Ana, en cambio, llegó, se sentó en su banco y en cuanto me vio me rebajo con la mirada y después me ignoró el resto de la clase. En esa primera hora teníamos religión, no sé bien que pasó, pero, algún comentario que hice en esa clase, causó que en el recreo ella y su amigo Agus, se me acercaran y hablaran conmigo como personas normales. Era una chica diferente, no lograba descifrar bien su acento, pero porteña no era. Agus, en cambio, tenía un evidente acento cordobés. El resto de los recreos los compartí con ellos y Carlos, que con él ya nos conocíamos, tanto que mi expulsión fue por su culpa, aunque él me echa la culpa a mí. Eso, lo aclaro de antemano, nos unió mucho más de lo que nos hace pelear o discutir, de hecho casi ni hablamos del tema, no porque no lo queramos evitar, sino porque nos aburre.

Ana, es una chica de estatura mediana, con la cadera bien marcada. Su piel es de una tonalidad trigueña, que con su pelo marrón y algunas mechas diminutas rubias que combinan e iluminan su cara de una forma bastante interesante. Su nariz tiene una forma respingona y sus ojos hundidos de un color celeste claro muy lindo.

Agus, por otro lado, era bastante más alto que yo, es tez entre clara y morena. Su pelo morocho alborotado, sus ojos estrechos, sus labios finos y sus facciones bien marcadas hacen una combinación bastante atractiva.

Al principio, no habíamos hablado demasiado, pero después de un rato se convirtió en una noche entretenida, donde hablábamos del colegio y nuestros compañeros.

Para las nueve y media nos despedimos y Carlos decidió, unilateralmente, acompañarme hasta mi casa.

-Delf...-Empezó cuidadosamente.

-¿SI?-Respondí.

-Tenemos que tener cuidado, no sabemos que tanto podemos confiar en ellos, sabes perfectamente que no...

-Si soy consciente. Pero también sé que tenemos que seguir con nuestras vidas, y no solo eso, te recuerdo que no somos los únicos que tenemos este problema, las otras dos personas están en ese colegio y podrían ser perfectamente ellos dos, y la única forma de averiguarlo es acercándonos- Interrumpí subiendo de a poco la voz hasta terminar casi gritando.

-Pero "acercarse" no es pensar en que solo ellos pueden ser, las posibilidades de que sean ellos es de dos en trecientas, no es un tema con el que se pueda molestar, por algo nos eligieron a nosotros, y es todo un honor que no podemos defraudar, tu abuela hizo un sacrificio muy grande para que gastemos el tiempo en solo dos personas en las que casi no podemos confiar.

-Carlos, ¿vos conoces el sexto sentido de la mujer? Bueno, este es un ejemplo perfecto, te prometo que lo siento, tengo una corazonada y es que ellos son los otros dos elegidos por las autoridades- Respondí angustiada.

-Sí, lo conozco, y no pienso confiar semejante responsabilidad en una corazonada tuya, pero tampoco sería la primera que tenes una, así que te doy hasta el próximo viernes para probarlo y no pienses que yo me voy a quedar de brazos cruzados perdiendo tiempo, yo voy a buscar por mi cuenta en el resto de los otros trecientos alumnos.

-¿Y cómo pensas hacerlo?- Pregunto

-Voy a empezar por Mica, ella es muy reconocida en el colegio, además ayer me invitó a su cumpleaños, creo que ya se lo que voy a hacer...- Respondió pensativo.

Yo solté una carcajada y lo codee diciendo:

-¿Te vas a "acercar" a Mica?

-No empieces, es un fin completamente diferente- Respondió serio

-Seguro- Me reí yo guiñándole un ojo.

El resto del camino no pude evitar hacer bromas y molestar a mi amigo, aunque él no se rió ni una sola vez, si sonrió, pero es todo un tema sacarle una risa a él.