- II -

3.6K 214 51
                                    

Fue un beso torpe y superficial, ligeramente dominado por el miedo y la inseguridad del momento. Sólo se aventuraron a juntar sus labios levemente, pero fue la experiencia más intensa que habían sentido en mucho tiempo. Ana podía notar las lágrimas de Mimi y el sabor a chocolate en su boca. Era una sensación extraña y nueva para ella, pero habría vendido su alma por quedarse así para siempre. Había fantaseado con ese momento en varias ocasiones durante los últimos días, pero la realidad estaba superando con creces todo lo que se había imaginado. Sentía que le faltaba el aire de nuevo, pero esta vez para bien.

Al final fue la rubia la que se separó. Se secó las lágrimas con la manga del pijama y se rió.

―Vaya cuadro, amiga.

―Casi me da un infarto, hija de puta ―rió Ana, intentando recomponerse. ―Pensaba que me iba a ver obligada a stalkearte toda la vida para saber de ti.

―¿Pero sabes acaso lo que es eso? ―preguntó Mimi divertida.

―Pues claro, si no soy tan viejoven como me ponen por redes.

Mimi enarcó una ceja y Ana le aguantó la mirada, desafiante, hasta que al final se rindió y resopló.

―Bueno, vale, estuve dando unas clasecitas con Laura hace unos días. Pero de verdad que no soy tan desastre, que me dijo que estaba living con mi progreso. Yo lo intento, joder ―dijo haciendo un puchero.

Mimi puso los ojos en blanco.

―Por cierto, ¿me vas a contar por qué llorabas?

―¿Es necesario? ―preguntó Mimi, ligeramente incómoda. ―Me dan mucha vergüenza estas cosas.

―Respeto que no quieras contarme nada, estás en tu derecho, pero no puedes pretender que me quede tan tranquila después de esto... ―contestó Ana, parafraseándola.

Mimi suspiró dramáticamente y luego tomó aire.

―Porque yo también siento lo mismo ―susurró, bajando la mirada.

―¿Qué? ―Ana se incorporó de golpe.

―No me hagas repetirlo, por Dios, que me has oído perfectamente y me da muchísima vergüenza, lo estoy pasando fatal ―dijo Mimi, intentando taparse la cara.

Ana tragó saliva, sin dar crédito. De todos los escenarios que había previsto, desde luego ése era el que menos se esperaba. Básicamente porque nunca tenía tanta suerte en la vida.

―¿Desde cuándo? ―se atrevió a preguntar.

Mimi la miró a los ojos.

―Prácticamente desde el principio.

Ana sintió que se le caía el alma a los pies y le daba un vuelco el estómago. Si a ella se le habían hecho eternos e insufribles los últimos días por tenerla tan cerca y no poder decirle nada, teniendo que guardárselo todo dentro, ni se imaginaba cómo se habría sentido Mimi durante tantos meses.

―Y... y nunca... ¿Y nunca te planteaste decirme nada?

Mimi negó, cabizbaja.

―Tenías pareja. No tenía intención de meterme en medio y mucho menos de aprovechar cuando él no estaba presente. No habría sido justo.

―Pero si yo me he sentido como una mierda y sólo me di cuenta hace unos días. ¿No fue más duro callártelo que sincerarte?

Mimi resopló.

―Pues claro que fue duro, Ana. ―La rubia levantó los ojos, que brillaban de nuevo por la emoción. ―Fue una de las cosas más duras que he hecho nunca. Me dolía vivir contigo y a la vez tener que alejarme. Aunque si has visto algún vídeo del fandom verás que eso no lo hice muy bien ―bromeó. ―Me dolía cantar contigo y no poder comerte a besos por lo bien que lo habías hecho. Me dolía ver los mensajes que te mandaba, sus vídeos, sus regalos, todo.

Las cosas claras y el chocolate espeso || WarmiWhere stories live. Discover now