¡Saltando!

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Aburrido y fastidiado de trabajar todos los días en aquel lugar donde menospreciaban mis habilidades, tenía un sueldo miserable y mi jefe era un tipo tan insoportable que apenas lo veía sentía la necesidad de escapar. Aquella tarde al salir del trabajo me sentía especialmente abrumado, la rutina y el fastidio por fin había logrado hacer presa de mis más profundas emociones, la soledad en la cual trascurrían mis días me había abatido por completo y todas mis esperanzas se reducían a llegar a casa tomar una taza con café y sentarme frente al televisor, pero aquella tarde "algo" dentro de mí, hizo que desviara el camino.

No tomé la ruta habitual a casa, bajé del trasporte público varias calles antes de llegar a mí destino, camine por tiempo aproximado de treinta minutos, por alguna razón, el viento fresco del atardecer me pareció más reconfortante, la luz naranja del alba me hacía sentir como años atrás cuando era un pequeño niño, y fue asi que llegue a aquel parque, un pequeño pero apacible lugar, rodeado de unos cuantos arboles de troncos delgados, en aquel suelo terroso algunos brotes de césped se negaban a ceder terreno a la erosión, en éste lugar había también juegos infantiles, pasamanos, resbaladillas e incluso un pequeño castillo fabricado en plástico. Para mí sorpresa y a pesar de que hacia largo rato que se había ocultado el sol, un solitario niño de aproximados 6 años corría de un lugar a otro, subía al castillo y desde la parte más alta del mismo saltaba estirando la mano hacia el cielo.

-¿Qué hace un niño pequeño a esta hora tan solo?- me pregunté y movido por la curiosidad comencé a acercarme, una y otra y otra vez aquel niño repetía la misma acción, tomé asiento en una de las bancas cercanas al castillo y seguí contemplando al niño, no sin antes percatarme de que el pequeño no estuviera solo, frente en una banca a escasos metros de donde me encontraba había una mujer, por lo cual supuse que ésa mujer era la madre del pequeño.

-¿Quién fuera tú?- dije para mis adentros mientras contemplaba a aquel niño saltar una y otra vez. –Tan alejado de las preocupaciones, de los deberes, de las presiones- suspiré y desvié la mirada mientras encendía un cigarro.

-¡Mírame, ya casi la tengo!- gritó el niño mientras miraba en dirección a mí, extrañado gire el rostro buscando con quien hablaba el niño.

-Te hablo a ti "bobote"- dijo el niño y comenzó a reír de forma divertida.

-¿A... mí me hablas?- pregunté

-Si, a ti te hablo- afirmo el niño –Ya casi la tengo, falta poco-

-¿A qué te refieres pequeño?- pregunté intrigado

-A la luna, casi la atrapo, quizá un par de saltos más y ya está-

-¿Atrapar la luna? Que cosa más ridícula- pensé -la luna se encuentra a miles de kilómetros de la tierra, jamás podría ni en un millón de años atraparla-

-¿Sabes? Todos los días vengo a este parque y siempre se me escapa, pero cada vez estoy más cerca, estoy seguro que algún día podre jugar con la luna como si fuera una pelota... o quizá una canica ¿Tu qué piensas?- en ese momento y arrastrado por el fastidio tuve ganas de decirle:

-Niño estúpido, jamás alcanzar la luna, se realista, pon los pies en el suelo y reacciona, ese objeto de tus juegos es imposible de alcanzar- pero al mirar su pequeño rostro sonriente y esos ojos llenos de ilusión y esperanza no tuve el corazón para romper acabar con sus sueños, no sólo eso, aquel niño lleno de vida y sueños me recordó algo que creí olvidado, que yo mismo tuve sueños alguna vez, pero agobiado por el trabajo los había dejado guardados en algún lugar de mi memoria.

-Una canica, creo es demasiado pequeña para usarla como pelota ¿no crees?- respondí con una sonrisa dibujada en el rostro, me levanté, pise el cigarro y me acerqué al niño.

-Vamos, te ayudaré- dije y tomé al niño por la cintura y lo lance al aire mientras el extendía los brazos al cielo, no paso mucho tiempo antes de que yo mismo me subiera al castillo y comenzara a saltar tratando de tomar la luna en mis manos, mientras la joven mujer nos miraba extrañada.

-Me tengo que ir, ya es tarde y a mi Mamá no le gusta que llegue tarde, me quiere mucho pero a veces se enoja con migo porque la desobedezco, a veces cuando no me miran les hago caras y no me gusta hacer tarea, pero los quiero mucho- dijo el niño mientras de la bolsa de su pantalón sacaba un pequeño carrito –Éste me lo regalo mi Papá, apenas fue mi cumpleaños ¿sabías?- extendió la mano y me entrego aquel juguete.

-Yo tenía uno igual cuando era niño y también fue apenas mi cumpleaños- dije sorprendido al mirar el "cochecito" -Espera que no es tu mamá la mujer que esta...- pero al levantar la mirada aquel niño se había ido.

–No puede ser o... ¿sí?- dije en apenas un murmullo.

-¡Oye! ¿Qué era eso que hacías hace un momento?- preguntó la mujer acercándose a mí.

-Nada, sólo trataba de alcanzar la luna- dije esbozando una amplia sonrisa.

-Y... ¿la alcanzaste?- dijo ella.

-Algo me dice que pronto la tendré en mis manos- respondí en tono divertido

-Eres raro-

-No, sólo recordaba viejos tiempos- la mire por poco tiempo y al final dije:

-Mi nombre es David ¿te apetecería tomar un café con un loco que acabas de conocer tratando de alcanzar la luna?-

-Mi nombre es Selene y a decir verdad al verte ahí, saltando como un loco, me dieron ganas de saltar también así que supongo que estoy igual de loca que tú, por lo tanto creo que tomar un café no es tan mala idea- dijo la joven esbozando una enorme sonrisa.

Nos fuimos caminando y al mirar detrás de mipude ver al niño sonriendo agitando su mano, bañado por la luz de la luna.    

Cuentos Cortos Para niños Grandes IIWhere stories live. Discover now