t r e s

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Cuatrocientos noventa y siete, cuatrocientos noventa y ocho, cuatrocientos noventa y nueve... Quinientos.

Llevaba más de veinte minutos contando ovejas, sin mencionar que había perdido la cuenta varias veces, empezando de nuevo. Y es que estar frente a frente con el chico que le producía esos sentimientos tan caóticos y profundos, no era muy buena idea actuar como si nada pasara.

-Cariño, ¿estás bien? -preguntó la joven y bella señora. JungWoo sabía a quién Lucas había salido tan... hermoso. -No has comido nada.

-Sí, señora. -murmuró con timidez, sintiendo la mirada de todos... incluyendo la de él. -No se preocupe, es solo que... no tengo mucha hambre.

-Pero si no has comido nada desde el desayuno, hijo. -negó con preocupación. -¿Seguro que te encuentras bien? -habló ahora su madre.

-Sí, mamá.

-¡Debes alimentarte, hyung! -dijo el menor, sonriendo energéticamente. -No quiero que enfermes.

-¡Estoy bien, Chenle! -le sonrió para no preocuparle. -Tú también deberías comer.

El menor asintió y todo siguió como antes. Cada uno se concentraba en su plato. Pero ambos -JungWoo y Lucas- tenían sus mentes en otro espacio-tiempo.

Ardían y picaban por hablar. Los labios de Lucas pedían a gritos poder hablar y decirle a JungWoo que no enfermara y por sobretodo que lo sentía. Sentía haberse comportado como un idiota frente a él y su estúpido Doyoung hyung. Sentía no haberle contado sobre Jennie, pero es que... ¿era necesario contarle que cada vez que su corazón dolía, iba rápidamente a un bar para conocer a alguien fácil y coger de inmediato? Estaba tan desesperado por sacar esa angustia que lo hacía de la peor forma posible. Podía coger mil veces al día, pero la sonrisa del mayor siempre estaba en su mente.

Subió su mirada y le miró disimulado. El contrario se encontraba jugando con la comida restante del plato, que era casi toda. No había echado a su boca ni siquiera un trozo, y a Lucas le preocupaba que la causa de su comportamiento era la visita tan repentina. Y pues él lo encontraba lógico, ya que probablemente JungWoo ahora le odiaba, y estar en su casa en esos momentos fomentaba su odio.

El peli-grisáceo sintiéndose observado, levando su cabeza encontrándose con los espectantes ojos de Lucas, que al ser descubierto los abrió de forma inmediata, siendo no precisamente disimulado. El contacto visual bastó para que el rubio tociera fuertemente, llamando la atención de todos.

-Lucas, ¿estás bien? -dijo una de las mujeres, sonando preocupada. -JungWoo, hijo... traele un vaso con agua a tu amigo.

¿Es en serio, mamá? Gracias por recordarme que es mi amigo.

-N-No se preocupe. -se golpeó el pecho reiteradas veces. Sus nervios lo habían traicionado. -Estoy bien.

-Sí, él está bien.

JungWoo dentro de él estaba convencido de que Lucas era su mejor amigo, pero... ¿por qué se sentía así de disgustado cuando se supone que debería estar feliz? Es decir, tener una amistad con un chico tan guapo y popular, era difícil; él tan solo era uno del montón.

Lucas estaba bien. A sus ojos Lucas se encontraba en perfecto estado y por si fuera poco, hasta podría decir que el menor se veía mucho mejor sin compañía su compañía. Desde el día de aquella pelea en el baño del instituto no se habían dirigido la palabra, y JungWoo tenía que simular no importarle que la sonrisa del rubio fuera a causa de otros chicos y no de él. Se le veía en compañía de varios grupos, y hasta podría decir que se veía mucho más radiante que con él.

¿Por qué le dolía tanto su felicidad? Era un completo egoísta?

-Maldita sea... -susurró.

Las lágrimas estaban luchando por salir a flote, y su corazón lo sabía perfectamente. Miró con disimulo al Lucas que se encontraba enfrente, devolviéndole la mirada de hace un instante. ¿En serio el chico le había estado mirando? Debió arreglarse más. Aunque no hubiera servido de nada maquillarse si las lágrimas lo arruinarían todo.

Friends. [ LuWoo ]Where stories live. Discover now