Capítulo 32

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Robert había decidido reclamar sus derechos maritales en la noche del día siguiente puesto que su mujer se encontraba indispuesta, sin embargo al despertar y verla envuelta en sabanas y desnuda hizo que le hirviera la sangre del deseo. Verla dormida e indefensa hizo despertar si instinto depredador y no pudo evitar comenzar a amarla sin que ésta estuviera consciente.

Robert jamás había estado con una virgen y sabía de antemano que tenía que ir suave con ella, pero el soldado no colaboraba. El solo hecho de pensar en enterrarse en su cuerpo hace que pierda todo índice de cordura. Hasta ahora.

Su mujer había visto sus cicatrices y lo mirada con horror. <<Supongo que no debí ser tan directo>> pensó este mientras recostaba su espalda en la cabecera de la cama y tomaba la sabana cubriéndose hasta la cintura.

Robert la miró—Ven aquí

Ésta no lo dudó, recostó su cabeza en el pecho de él y Robert la arropó con la sabana.

—Te conté una vez en el bosque que mi madre me maltrataba—comenzó a decir él—Era alcohólica, al igual que mi padre. Cada día veía como ambos se mataban a golpes, para esa época lloraba mucho ¿sabes? No sabía qué hacer, incluso pensé en escaparme de casa. Cuando cumplí ocho años ocho años mi madre me amarró boca abajo a la cama y comenzó a apagar cigarrillos en mi espalda—sintió como Georgia se tensaba y comenzó a acariciarle la espalda.

—Mientras gritaba—continuó él—mi padre se masturbaba y se vino en mi espalda

Georgia lo miró—Robert...

—Y un sinfín de cosas más, por eso le quité a los mellizos. Están enfermos

Para él Georgia era sinónimo de fuerza y valentía; así que ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas le partía el corazón. En ese momento se dio cuenta que haría cualquier cosa por verla feliz. Y eso lo aterró.

Este le limpió las lágrimas con sus pulgares.

—Ya eso pasó mi amor—le susurró este—No es como si me quedaran secuelas de lo sucedido, lo único que no puedo tolerar es el maltrato físico, es todo.

—Ningún ser humano se merece pasar por eso y menos viniendo de sus propios padres

—Tienes razón. Pero gracias a que conocí a mama Odie, me construí un camino para mí y para los niños. Y tú mi amor, eres la luz que ilumina ese camino

Este le acarició la mejilla y se inclinó para darle un tierno beso en los labios. Ella lo miró y él le sonrió; Robert se dijo así mismo que no tenía nada de malo enamorarse de ella, aunque ésta no lo estuviera ya era suya.

Georgia se inclinó y lo besó. Ésta colocó ambas manos en el rostro de Robert y profundizó el beso; al tocar la lengua de él con la suya sintió que se volvería loco.

Georgia se colocó encima de Robert y comenzó a frotar su intimidad con su miembro viril. Ésta detuvo el beso y escondió su cara en el cuello de él. Él le pasó ambas manos y comenzó a acariciarle la espalda.

—¿Te gusta mi amor? —le susurró él—¿Te gusta lo que sientes?

—Sí... Necesito...

Ella aumentó la velocidad y Robert supo cuando tuvo su orgasmo porque de inmediato se quedó tranquila. En ese momento él la colocó boca abajo.

Este le abrió las piernas y se colocó en posición para penetrarla, este empujó y ella contuvo un gemido.

—Aún no he entrado amor mío, aguanta un poco más—le pidió este

Este volvió a empujar y Georgia cerró los ojos conteniendo el dolor. Este hizo un último empujón y logró entrar.

Ésta botó todo el aire que estaba conteniendo y comenzó a sudar la frente. Él se inclinó ante ella y la besó.

Sangre Púrpura © (Saga Westhampton Libro #3)Where stories live. Discover now