Parte 1: SPM

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- SPM –


Parado sobre el tejado de una de las casas Jaebum observaba las calles. Eran pasadas de las 12 de un día domingo, no mucha gente se movía por esa zona dado el horario y la dudosa reputación del lugar. Eso era perfecto. Escudriñando los alrededores con la mirada se concentró en su objetivo; una presa. El sol había caído y su hambre empezaba a despertar.

Con más años de los que admitiría, Jaebum se encontraba en la cima de los de su especie. Había demostrado, tras arduos enfrentamientos y violentos encuentros, su poder. A pesar de ello no dejaba que su jerarquía lo limite. Era un solitario, odiaba que los más jóvenes de su especie lo tomen como líder o intentasen seguirlo. Era bueno en lo que hacía, pero no era particularmente sociable. El paso del tiempo lo había vuelto frio, despiadado, él había olvidado su naturaleza humana hacía ya mucho tiempo, eso si alguna vez la tuvo.

Él era salvaje y libre, buscando por las noches una presa lo suficientemente aceptable para alimentarse.

Él era un vampiro.

Sintió su garganta secarse, sus colmillos se extendieron en su totalidad mientras dejaba que su rostro adquiera sus rasgos naturales. Su expresión voraz, sus ojos delineados por la luz de la luna, era el momento.

De un salto bajo del tejado aterrizando en la acera con sus borregos oscuros. Su atuendo era negro como la noche, no quería ser visto antes de atacar. Miro a su alrededor nuevamente, su próxima presa, debía hallarla. El lugar estaba apenas habitado, vagabundos daban vueltas por el lugar, durmiendo en las frías calles o simplemente arrastrándose contra la pared. A pocas cuadras había varios bares, eso era perfecto para él. Un borracho, un inconsciente siempre era una buena opción.

De repente sus oídos captaron algo, un ligero tintineo de dientes, casi efímero. Miro hacia la vereda de enfrente notando una ligera silueta acercándose. No podía notar nada de ella, apenas era visible, debía estar a más de cien metros, pero de algo estaba seguro; olía exquisito. Tirando hacia atrás su cabeza alzo su rostro para oler con mayor detenimiento, no había dudas de que aquel intoxicante aroma provenía de aquella persona. Con movimientos rápidos se ocultó en un extenso pasillo a pocos pasos de él, desde allí podía ver como la persona poco a poco se acercaba.

El clima era frio, una fuerte ventisca corría por las calles llevándose los pequeños vestigios de basura. Observo con cuidado a la silueta, su forma volviéndose más clara con cada paso. Lo vio temblar sutilmente, el tintineo de sus labios continuaba. Cuando la distancia fue mínima pudo apreciarlo mejor. Un joven en sus veinte, no podía determinarlo por la forma en que su rostro se encontraba cubierto por la capucha de su negro buzo, pero sabía que era joven. Mechones castaños escapaban de la misma, sus labios eran apenas una línea. Pantalones anchos al igual que el buzo, pasos torpes y lentos, incluso la mochila en su espalda se veía fuera de lugar. Viendo al chico sostener aquellos libros en sus pálidas manos, casi pegados al pecho, lo hizo sonreír. Él no era del tipo de personas que prestaban atención a los detalles, pero podía notar que el pequeño hombre estaba lleno de ellos.

Un ligero "achu~" escapo del muchacho, su cuerpo temblando con mayor fuerza al liberarlo. Lo vio inclinarse deteniendo su paso, alzar una de sus manos con dificultad - casi haciendo malabares para mantener los libros contra su pecho- y pasarla sobre su humedecida nariz. De alguna manera, aquella era una imagen tierna, no sabía porque lo pensaba pero así era.

Se quedó observando al muchacho emprender su camino nuevamente, este vio a un indigente acostado en el suelo dormido pocos pasos delante e hizo una mueca que casi lo hace soltar una risa al mayor. Abriendo su boca para dejar sus dientes perfectos a la vista se puso de lado y rodeo a la persona como si fuera infeccioso o temiese despertarlo. Ambas manos estaban en alto, los libros sostenidos sobre su cabeza torpemente. Cuando estaba a mitad de camino para alejarse del hombre en la calle, este se giró hacia él y gruño. El pequeño castaño soltó cortos sonidos que no logro entender y poco después cerro sus ojos deteniéndose en el sitio. Jaebum lo miraba atento, a pesar de su hambre la curiosidad sobre aquel extraño chico lo retenía en su sitio. Repentinamente este abrió sus ojos e hizo un ligero movimiento de cabeza, casi como si asintiera. Momentos después sus labios se separaron y la voz más dulce y agradable que hubiese oído nunca comenzó a tararear. Era la base de un arrullo, no supo cómo lo descubrió, pero aquel lento y hermoso sonido lo envolvió por completo. Con sus manos sosteniendo la estructura de cemento a su lado se inclinó hacia adelante, aun permaneciendo en la sombra, pero un poco más cerca.

VampsWhere stories live. Discover now