Tiempo

1.4K 66 10
                                    


Cuando salí, Miriam estaba en la terraza. Tenía las manos cruzadas, obviamente esperando mi respuesta. No podía verle la cara con detalle por culpa de la oscuridad, pero sabía que me estaba mirando intensamente y no tardó mucho en pronunciar palabra.

–¿Y bien, amiga?

–Seguramente he exagerado ¿vale? –soy una puta rajada de mierda–. ¿Podemos volver a entrar?

–Chica, que me cuentes qué pasa –se dio la media vuelta, seguramente ofuscada, para dar un par de par de pasos en dirección contraria y volver de nuevo hacia mí.

–No pasa nada...– «Que me he encoñado de ti», fue mi primer pensamiento–.  Que te echo de menos ¿vale? Ya está. Que siento que algo se ha roto y me jode, muchísimo. Lo siento, es solo eso. –acabé diciendo, abatida.

–No tenía ni idea, no sé qué decir... –maravillosa respuesta, Miri.

–Sé que la hemos jodido liándonos... sí, ya sé que dije que era algo normal entre amigas... –puse los ojos en blanco– no lo es. Solo quise evitar... esto. Y no lo he conseguido. Porque ya no estamos igual y... no quiero que nos agobiamos y acabemos mal, pero sinceramente, no sé qué hacer ya.

–Joder, pues no podemos volver atrás, obviamente, y tampoco podemos hacer como que no pasó nada y volver a estar... como antes.

–Ya –notaba las lágrimas a punto de salir.

–Yo también te echo de menos, Ana, mucho.

Quería abrazarla, de verdad que sí. Pero me daba tanto miedo todo. Sabía que, si la abrazaba, iba a ser una felicidad momentánea y no quería eso, quería abrazarla, y quería... más cosas. Joder, no, no hagas esto Ana. Pero acabé hablando.

–La única solución que veo es... que cada una vaya por su lado por un tiempo. Pero sin rencores, ni malos rollos por distanciarnos– A fin de cuentas, ya estábamos casi totalmente separadas por grupos. Ella y los suyos. Yo y el resto.

Sentí las mejillas húmedas al mismo tiempo que su empujón para hacerme un lado y salir de la terraza. 

El Imprevisto Where stories live. Discover now