06 | Ava.

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06. Ava.
Ivy.

—¿Hola? —saludé un poco confundida de ver a un hombre quien evidentemente era un médico, de acuerdo a la bata que traía puesta, sostener una mochila floreada en su hombro al otro lado de la puerta.

Amigos de Francis, probablemente.

En todo caso, debía presentarme para evitar confusiones.

Sin embargo, no tuve tiempo de hacerlo, porqué el hombre habló prometo.

—¿Y tú eres? —preguntó de vuelta, ajustando la mochila en su hombro y me miró con una mezcla de confusión, curiosidad y recelo en sus ojos verdes.

—Ivy Moore.

—¿Eres tú? ¿De verdad eres tú? —el hombre insistió, haciéndome sentir ligeramente incómoda por la mirada en sus ojos.

—Según mi identificación lo soy —repliqué, sintiéndome cohibida por la curiosidad que se había dibujado en su expresión.

—Vaya, creí que ese desgraciado mentía cuando dijo que había encontrado a la mujer más hermosa del mundo para hacerla su esposa. —Chasqueó su lengua, sonando genuinamente decepcionado y aquello me hizo preguntarme, acerca de cuan cercana era su relación con Francis.

—¡Oye! ¡Basta con ese coqueteo barato! —Francis rezongó detrás de mí, apoyando sus manos en mis hombros para darle veracidad a sus palabras.

—Ya salió su vena posesiva. Estaba seguro que tenía una escondida en algún lugar dentro de su promiscua mente. —El desconocido negó, haciendo que Francis bufara a modo de réplica.

—Ya cállate, Christopher.

—Señora Grant, permítame presentarme. Mi nombre es Christopher Collins y soy el concubino de su esposo. —El hombre—conocido como Christopher—hizo una exagerada reverencia antes de extender su mano en mi dirección.

La estreché, aún perpleja por su elección de palabras y Francis siseó en molestia por el mismo motivo.

—Estás muerto.

—Era hora de que el mundo se enterara de lo nuestro, bebé —declaró despreocupadamente, mientras quitaba una pelusa imaginaria de su bata de hospital.

—¿Viniste a molestar solamente? —indagó Francis y se escuchó el sonido de la puerta de un auto siendo cerrada de golpe.

—No. Hay alguien que quería verte —contestó, atrapando por completo mi curiosidad.

—¿Y ese alguien es? —preguntó curioso y lo siguiente que supe, era que un pequeño torbellino estaba estrellándose contra las piernas de Francis.

Era una pequeña niña rubia, la cual buscaba escalar hasta los hombros de Francis, usando solo la fuerza de sus bracitos.

—¡Frankie! —exclamó la pequeña, una vez fue levantada por él y se aferró a sus hombros con sus manos.

Toda la escena era tan adorable, que sentí como mi corazón se derritió un poco debido a la calidez y felicidad que se instaló en el rostro de Francis una vez obtuvo un vistazo de la sonrisa infantil de la niña.

Al parecer se le daban bien los niños, lo cual era un punto a favor.

—¡Ava! —respondió con igual entusiasmo— Y es Francis, preciosa.

—Frankie —replicó ella, muy segura de su pronunciación.

—Francis.

—Franchi.

Causa Y Efecto | (AO #1.5)Where stories live. Discover now