4. I wanna hold your hand

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En particular no soy muy partidario de la noche, tal vez se deba a que cuando era un niño y papá salía del país por negocios, mamá apagaba todas las luces sin falta a la misma hora.

Solía llorar hasta que me dormía; extrañaba a mi padre y quería que los días pasaran rápido. Con quince años me había acostumbrado a pasar más la noche despierto que el día, pero aun así seguía pareciéndome aterrador el estar en un bosque mientras el sol se escondía y no teníamos nada para alumbrar el camino.

Esperé a que Jaemin se arrepintiese de su decisión, pero siguió adelante. Tampoco parecía molestarle la oscuridad, o mi presencia.

Ninguno de los emitimos palabras, solo el sonido de nuestros pasos se escuchaba por entre los árboles.  Llevo mis manos llenas por completo, y estoy a punto de pedirle a Jaemin que sostenga las ramas para buscar más. Pero al mirarlo, sus brazos están igual de ocupados, aunque no sea con ninguna cosa útil con la cual prender un fuego.

Hay un pequeño gato negro acurrucado cómodamente contra su pecho. La cola se balancea hasta enredarse en su muñeca. La manera en que Jaemin está mirando al animal no es más que adorable. Hasta que me descubre y sus facciones se vuelven tensas. Él se asusta y por consiguiente también lo hace el gato.

Aterriza en el suelo sobre sus cuatro patas y se esconde detrás de las piernas de Jaemin.

–Creo que no tiene familia -menciono, agachándome para mirarlo mejor. –¿Crees que tus padres se enojarán si lo llevas a la casa?

Él parpadea hacia mí, entonces se encoje de hombros y vuelve a levantar al gatito. Feliz, el animal ronronea frotando su cabeza contra el corazón de Jaemin. Me conmocionada verle así, encogiéndose sobre sí mismo, inseguro de lo que pueda pensar, como si mi opinión valiera la pena. Y cuando se acerca, cuando suelta uno de sus brazos para sujetarse al borde de mi chaqueta, mi pecho duele y se contrae. Es un dolor agradable.

Es la causa de otra sonrisa sincera en mi rostro. Hacía mucho no sonreía de esta manera, tal vez desde que las cosas en casa comenzaron a ir mal.

–Bien, vamos.

Volvemos en el mismo silencio, no es incómodo, pero si agranda mi curiosidad sobre él. Suelo ser del tipo de persona que necesita llenar los espacios en blanco, pero Jaemin no ha abierto la boca, en absoluto, lo que me hace preguntarme si podrá hablar o si simplemente no desea hacerlo.

Al entrar en la casa, Doyoung está siendo regañado por su padre mientras su madre abraza a Jaemin en cuanto lo ve entrar; siquiera se ha percatado del gato que esta entre medio de sus cuerpos.

–¡Oh pequeño, estaba preocupada! –Ella apenas puede alcanzar el hombro de Jaemin, pero se las arregla para lucir amenazante. –Tu hermano estará castigado por el resto de su vida.

–¡Pero si estaba con Jeno, no le iba a pasar nada!

–Jeno tampoco es un adulto, Doyoung– replica la mujer con las lágrimas a punto de aparecer– ¿Qué hubiera pasado si Jaemin sufría un ataque? ¡Ni siquiera lo pensaste!

¿Un ataque, acaso está enfermo?

Miro al chico, su cabello eternamente despeinado y el cordón de los auriculares colgando de su cuello, aún lleva al gatito en brazos cuando golpea débilmente mi hombro y se dirige hacia la escalera. Lo sigo despacio, sin querer ser echado. Para mi sorpresa, él deja la puerta abierta de la habitación y me mira expectante, como si quisiera que dijera o hiciese algo. 

Si sienta en su cama, dejando al gato negro junto a sus muslos, para poder sacarse el suéter. Volteo rápidamente como un idiota, y me pregunto por qué me apena mirarlo. Mi corazón late rápido, como si fuese una chica a punto de mostrarme su sostén.

Mermar - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora