XVI: "PRIMER LUGAR"

75 12 2
                                    


Me encontraba parada frente al espejo observando el reflejo de aquella chica que se supone era yo.

Cada vez que me observaba en el. Veía una chica deprimente, una chica con cicatrices tanto internas como externas. Cicatrices que aún no sanaban aún cuando pasaban los años.

Observé detrás de mi la cama donde se encontraba mi niño durmiendo. Tardé muchísimo para lograr que se durmiera. Aún seguía con la imagen suya con lágrimas en los ojos y sintiéndose culpable por ser hijo de un infeliz.

Cuando escuché que tocaron a la puerta me acerqué a él y deje un suave beso en su frente.

- Te Amo hijo - susurro.

Camino hacía la puerta y salgo de la habitación. Cuando llego al salón se encontraba Jared con un paquete en la mano.

Me observaba como si fuera lo más maravilloso en la tierra y eso me daba nervios.

- Wow...te ves hermosa naranja. - dice acercándose a mi.

- Tú estás muy guapo también, pepino. - respondo con una sonrisa.

- ¡Hey! ¿Por qué un pepino? - pregunta ofendido.

- ¿Por qué una naranja? - pregunto levantando una ceja.

- Por qué pareces una. - se encoge de hombros.

- Por qué pareces uno. - repito encogiendome de hombros.

Él entrecierra los ojos y yo suelto una carcajada por su reacción de ofendido.

- Y yo que le traje chocolates. - susurra sonriendo.

- Con todo y que parezcas un pepino, te quiero. ¿me das? - digo intentando tomarlo y mostrando mis dientes con inocencia.

Pero al él negar con la cabeza mi sonrisa se esfumó.

- ¿Como que no? ¿Me traes un regalo y no me lo darás? - pregunto cruzándome de brazos.

Él se encoge de hombros y con su dedo señala sus labios.

Mierda...

- Óyeme no te aproveches. No haré lo que quieras por chocolates...- digo desviando la mirada molesta.

- Bien...- dice mientras veo como camina hacía el basurero.

- ¡Espera! - exclamo alarmada corriendo hacía él.

Se detuvo a dos pasos de la basura esperando a que hiciera algo.

- Damelos y te lo doy. - digo extendiendo la mano.

- No, dando y dando, pajarito volando. O eso decía mi abuela. - dice con tono burlón.

- ¡Oh vamos Jared! Sabes que no te miento. - digo estirando la mano de nuevo.

Él lo duda un segundo y luego extiende la caja hacía mi. La tomo y pensé en correr pero cuando logré reaccionar ya estaba contra la barra y con el cuerpo de Jared frente a mi.

Sus manos atadas a mi cintura me hacían sentir extraña. Por una parte me recordó al pasado y entré levemente en pánico. Y por otra se sentía tan bien...

- Naranja...no te haré daño...- no sabía por qué había dicho eso hasta que vi el temblor en mis manos.

- Lo siento... - susurro agachando mi rostro.

Él solo toma mi barbilla y me observa. Creí que me iba a besar de todas formas pero solo dejó un suave beso en mi frente y luego de limpiar dos lágrimas traviesas se alejó.

- Vámonos hermosa, se nos hace tarde. - dice sonriendo.

Intenté buscar algún indicio de molestia o algo negativo pero su sonrisa era real y su rostro no mostraba nada más que no fuera emoción.

Asiento y él toma mi mano para caminar hasta la puerta y salir. Nos subimos a su auto y comenzamos nuestro camino a donde sea que vamos.

(...)

Pasaron unos quince minutos de camino, charlas y risas tontas cuando llegamos a un restaurante frente a la playa.

Por suerte me había puesto un vestido sencillo pero bonito. Bajamos del auto

Entramos al restaurante y un gerente se encargó de llevarnos a nuestra mesa. El restaurante era muy bonito, las mesas estaban decoradas con manteles de algún color oscuro y en medio había un florero con rosas.

Nuestra mesa estaba apartada de las demás y tenía en medio unas rosas claras, quizás blancas y en medio una más oscura que las demás.

- Oh por Dios - susurro asombrada viéndola.

- Un pajarito me dijo que eran tus favoritas. - dice Jared mientras me sostiene la silla para que me siente.

- Odio las flores. Pero si puedo tolerar una, son esas. ¿Son del famoso azul?  - me siento sin dejar de observarla.

Él asiente mientras se sienta y sin dejar de sonreír estira su mano y hace una seña rara.

- ¿Que haces? - pregunto extrañada.

- Pido que traigan la cena. - dice encogiéndose de hombros.

- ¿No miraremos el menú? - vuelvo a preguntar.

- No, dejé la orden lista. Hay un platillo que amo de este lugar y quiero que lo pruebes. Recuerda que dije que te mostraría mis cosas favoritas. - explica.

- Ahora entiendo. - sonrío por su gesto.

Los meceros llegaron a la mesa y comenzaron a acomodar todo como locos.

Cuando observé los platos no sabía que rayos había en ellos. Eran extraños platos.

Observé que habían puesto los platos de Jared junto a los míos y que él también se había colocado junto a mi.

Tomó un tenedor y cortó un pedazo de lo que contenía su plato y lo extendió hacía mi.

- Prueba - dice acercándolo a mi boca.

Yo solo abro mi boca y cuando él coloca el tenedor en ella la cierro y comienzo a saborear lo que me dio.

- Mmm, está delicioso. ¿Que es? - pregunto saboreando el delicioso sabor que tenía.

- Ya sabrás, anda, prueba tu plato. - dice señalando lo que me habían servido.

Aquí donde vivo nunca había visto esto. No sé si por qué no lo venden o por que no lo había querido probar.

(...)

No sé cuanto tiempo había pasado pero me acabé todo aquello que pudo haber estado sobre la mesa.

Jamás había comido algo tan delicioso a parte de las pastas y la pizza. Pero eso que comí era extremadamente delicioso.

- ¿Ahora me dirás que delicia me acabo de comer? - pregunto poniendo toda mi atención en él.

Se levanta y extiende su mano hacía mi. La tomo y levantándome lo sigo hasta la parte trasera de restaurante donde de podía apreciar la playa.

- Lo que comiste primero se llama empanada. Y el resto de comida era mexicana. Te traje a mi restaurante mexicano favorito. - explica.

- Ahora comprendo todo. - digo riendo.

Desvío mi mirada y observo en dirección a la playa cuando algo capta mi atención.

- ¿Que es eso? - pregunto viendo las rosas azules en la arena formando un camino.

- Es para ti Naranja...ve a ver lo que hay al final. - dice señalando al frente.

Lo observo asombrada y luego de abrazarlo con emoción quité mis zapatos y corrí a ver que había al final.

¿Por que no caminar?

No soy alguien pasiva para esperar por sorpresas.

Pero cuando llegué al final no pude evitar gritar de la emoción y que las tontas lágrimas volvieran a salir.

SACRIFICIO POR AMORWhere stories live. Discover now