2. Pequeña mocosa.

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—Litten drittungen—

“Veamos qué tan buena eres aprendiendo, pequeña mocosa”


— La niña nació en Noruega, no habla inglés. Ni un poco al parecer. Pero creo que podré enseñarle. Según me has dicho te han dejado por sentado que aprende rápido. Dudo que tenga problemas con el idioma. Lo que me preocupa, es que no logre acomodarse al cambio tan repentino. Tiene 4 años. Ya no es tan pequeña como para no notarlo. ¿Qué piensas hacer? Acaba de perder a su madre, no conocí a Kirsten lo suficiente como para saber de qué forma preferiría criarla, pero tú, tú pareces no tener idea alguna sobre lo que es la paternidad. Es tu hija Antonin, lo quieras o no lleva tu sangre. No soy quien para darte consejos sobre cómo criar un hijo. Tengo el mío propio para pensarlo, pero ella necesita estabilidad en su vida. No es bueno que un niño crezca sin saber siquiera quién es o dónde vive. No tiene madre, y te tiene a ti únicamente. No quiero apelar al sentimentalismo, solo intento ser razonable. Deberías pensar bien en lo que vayas a decidir. —Narcissa Black (De Malfoy desde hacía un tiempo considerable) dio unos ligeros pero elegantes pasos, cruzando de un lado a otro por el despacho del mortífago quien había solicitado su presencia la mañana siguiente a la llegada de la niña. Su hija. Aunque aún no se permitía llamarla de esa manera.

— Le prometí a Dimitrieva que la mantendría con vida. No que la iba a criar. Le buscaré alguien que la domestique mientras aguarda a tener edad de ir a cumplir con sus estudios. No tengo tiempo para cuidar a una niña. No quiero tiempo para cuidar una niña. — Dolohov se veía molesto. O más bien nervioso. No creyó que su promesa fuera a tener que cumplirse tan pronto. Por dentro solo tenía impulso de maldecir de todas las formas posibles a aquella mujer que ahora lo había abandonado. — ¿Podrás encargarte mientras consigo a alguien más? —Observó a la rubia. Realmente todo esto estaba consumiéndolo. Solo llevaba un día con aquella criatura de risos rubios y ojos grandes y ya quería dejar que los Elfos la tirasen del acantilado. Suspiró una vez más encendiendo un cigarro que tomó de su bolsillo.

Se mantuvo en silencio por largo rato. Mirando hacia afuera por el gran ventanal de su despacho. Iba encendiendo el segundo cigarrillo cuando se giró a su invitada que no había emitido palabra alguna de momento.

— ¡Flame! Trae a la niña. —Ordenó al elfo con voz severa. El pequeño ser regresó tras unos minutos con la niña en cuestión.

Vestía un atuendo simple, gris monótono. Lo único que resaltaba en ella era el cabello. Largo hasta la cintura, del que caían risos bien armados. Aunque despeinado un poco, lucía verdaderamente hermoso. Sus ojos, la otra gran característica que poseía y que había heredado de su madre, no se apreciaban. Pues mantenía la cabeza gacha, mirando sus pies, o el suelo, o la nada. Realmente estaba ausente del lugar.

— Ahora trae algo de beber a la dama. Podrás retirarte luego. Andando —Tiró las colillas al cesto de basura junto a su escritorio y tomó asiento frente a este, sobre la madera firme del que estaba hecho. Observó despectivo a su hija mientras esta solo atinaba a mirar a los mayores de la sala sin emitir sonido alguno. Era lo único que se permitía. La curiosidad de una niña a veces podía más que el miedo o la vergüenza.

— Loewe, introduser deg selv. —Exigió Dolohov mientras daba otra calada a su cigarro. Dominaba muy poco el idioma natal de la rubia. Pero lo suficiente como para poder darle alguna que otra orden. “Loewe, preséntate”.

La jovencita miró a la dama frente a ella y habló en tono bajo, casi como si no quisiera ser oída.

—Mitt navn, Loewe. Jeg savner min mor... Vet du hvor er hun? (1)  —Su labio inferior amenazó con temblar debido al llanto que ocultaba debajo de la maraña de pelo que brotaba de su cabeza — Herr Antonin sier at hun ikke kommer tilbake... Hun vil ikke ha meg? (2) ¿Ella se... olvidó de mí? —Solo la última frase pudo decir en un idioma que Madame Black pudo comprender. Aunque no le era difícil suponer que la niña hablaba de su madre. ¿Cómo habría de explicarle que ella ya no volvería, pero que no porque quisiera? La muerte no era algo que pudiese tomar a la ligera, menos cuando debía explicársela a una niña tan pequeña y que de seguro no le entendería ni una sola palabra.

—Es un placer conocerte Loewe. Tienes un nombre muy bonito. —Narcissa intentó sonar amable. Pensó que quizás un poco de afecto haría florecer el buen desempeño de su nueva aprendiz. — Me llamo Narcissa... ¿Puede repetir mi nombre? —Le indicó que tomase asiento a su lado, la niña cumplió pero seguía sin decir nada. —¿No puedes? Vamos, no es difícil. Di... Narcissa. — La mujer observó al desatento padre que solo se limitaba a observar indirectamente.

— Nar..rcissa —Le fue un tanto difícil no pronunciar de más la “r”. Pero su respuesta le indicó a los demás que a pesar de no hablar con fluidez el inglés, sí podía entenderlo. No le sería difícil al cabo de un tiempo de práctica el dominarlo como si lo conociese de toda la vida.

El instinto materno parecía apoderarse de la dama. Quizás era porque había sido madre hace relativamente poco y las sensaciones aún se hallaban frescas. Quizás era la historia detrás de aquella pequeña que tras perder a su madre se hallaba casi en el desamparo. Quizás era que entendía el por qué Dolohov se mostraba reacio a aceptarla. Bien podría ser su forma de mantener en su mente la imagen de Kirsten, con vida. Esa niña era a sus ojos la razón del por qué ya no estaba con vida. Pero sabía también, o intuía mejor dicho, que muy en el fondo, entendía que era lo único que quedaba de la bruja que de cierta forma se había metido ondo en su pecho.

— Su potencial es alto. Confío en poder adaptarla a lo que sus necesidades demandan. Si me lo permites, quisiera enseñarle todo lo que pueda. No hace falta que alguien más lo sepa. Vendré por ella cuando lo necesites. Hay espacio de sobra en la Mansión Malfoy para recibirla —Por todos los medios intentó no sonar sentimental. Pero a decir verdad la niña le hacía querer protegerla. Le hacía sentir algo especial. Algo que solo su propio hijo lograba sacarle. La maternidad sin dudas cambiaba la percepción que tenía del resto de las cosas. Ahora podía dar fe de ello. — Debo regresar. Mantenme en contacto, Antonin. Aún confío en que sabrás tomar la mejor decisión sobre tu hija.

La mujer se despidió y sin más abandonó la estancia. Loewe seguía sentada en el sofá que para su tamaño parecía inmenso y con el temor de ser tragada por los mullidos almohadones. Dolohov padre la observó un momento. Narcissa podría tener razón en sus suposiciones. La niña era similar... no, era la versión pequeña de Dimitrieva. Como si el destino quisiese jugarle una broma pesada. Había perdido a Kirsten pero ahora cargaba con la versión miniatura de la dama de negro. “¿Qué habré hecho para semejante martirio?” se encontró pensando en silencio al volver a la realidad. Su elfo entraba por la puerta para asegurarse de que no le necesitaban.

— Flame quisiera saber si el amo Antonin necesita algo. —Se mantuvo en la puerta, sin ingresar ni levantar la vista.

Dolohov suspiró. Dio un par de largos pasos y se quedó de pie frente a la niña, aunque sin dirigirle la mirada.

— Liten drittungen, er du sulten? (3) — De reojo observó la reacción de la pequeña rubia.

Sorprendida no dudó en responder. Aunque no sabía muy bien qué decirle. Aquel hombre aún le causaba algo de miedo. De todas formas esta vez no habló severo. Hasta le resultó agradable. En la mente de los niños no existe peligro ni sutileza, y Loewe no sabía lo que le deparaban su acciones. Ella solo buscaba suplantar el vacío que ahora le había quedado — Ja, veldig sulten... Pappa. (4)

En cambio Antonin quería todo lo contrario. Debía pensar... debía buscar. ¿Cómo haría para evitar que la niña estorbase en su vida? O quizás peor... ¿Sería capaz de encariñarse con la mocosa?

“Eres una perra lista Dimitriev... Tú te mueres y me dejas la peor parte. Pero no te saldrá bien la jugada. Yo siempre gano la partida. Tarde o temprano lo verás, donde quiera que estés ahora”.

————

Glosario:

(1) Mi nombre, Loewe. Extraño a mi madre ... ¿Sabes dónde está?

(2) El Sr. Antonin dice que no volverá ... ¿Ella no me quiere?

(3) Pequeña mocosa, ¿tienes hambre? *Traducción aproximada.

(4) Sí, muy hambrienta... Papá.

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⏰ Last updated: Apr 29, 2018 ⏰

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Reina del desastre Where stories live. Discover now