<<CARAMEL>>

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La casa de HoSeok no quedaba tan lejos como imaginé. Desde mi casa eran unas cuadras más allá y corriendo llegaba en veinte minutos, caminando, el doble. Vivía en los departamentos compartidos que podían llegar a albergar a unas cuatro personas por departamento en donde tenías que vivir con extraños, que ellos tomarán tus cosas sin permiso, que dispusieran de ellas como si fueran de ellos y tener que aguantar cada uno de sus genios. Yo no podría aunque fuera la mejor opción al irme de casa no soportaría estar con tanta gente sin conocerla.

Mientras subía conteniendo la bolsita de maní en ambas manos seguía a HoSeok embelesado por los movimientos de sus músculos. Sus brazos se movían al mismo ritmo de sus caderas y a través del pantalón se marcaban los músculos tensos de sus gemelos y muslos, viendo aquel baile en cámara lenta, sin elevar la vista nuevamente del bordado de los bolsillos traseros de sus pantalones.

Atiné a detenerme en el momento justo para no chocar con él, pudiendo notar más partes de su tatuaje al agachar su cabeza para abrir la puerta, sintiendo su perfume que de a poco me hacía más difícil tener el control de no acercar mi nariz a su cuello y poder dejarlo impregnado en ella.

Tragué con fuerza la saliva que se estaba acumulando en mi boca haciendo un ruidito por el paso por mi apretada garganta, quizás me estaba enfermando y por esa razón estaba actuando tan rato junto con ese calor abrumante que sentía en mi pecho y todo mi cuerpo.

HoSeok al abrir la puerta se hizo a un lado para que entrara primero, con su típica sonrisa cálida y con un gesto de todo un caballero sintiéndome por un par de segundos como una señorita importante para él. Bastante cómico.

Su casa estaba oscura al inicio y achiqué los ojos al ver la luz haciéndose notar lo ordenada que estaba la sala, abriendo de inmediato mis ojos pensando encontrarme inconscientemente con un desastre.

La sala era pequeña en donde había un sofá azul marino de tela contra la ventana extensa que remplazaba un poco más de la mitad de una de las paredes donde se podía ver la noche y todas las luces de las casa ajenas y de los demás departamentos compartidos. El ventanal sacaba a lo que parecía una terraza bastante grande y al virar mi cabeza se veía un único pasillo -o eso se trataba de asemejar- que guiaba hacía cuatro puertas. La cocina tenía directa conexión con la sala, ya que el mesón que sobresalía era su llamado comedor del que aún no podía conocer en demasía por la escasez de luz e interés por el momento.

— ¿Quieres que te haga un café, TaeHyung? O bien un té, lo que quieras posiblemente tenga.

— No... No te preocupes, HoSeok.

— No sé para qué te pregunto si igualmente lo haré. Siéntate en el sofá mientras lo preparo, ¿Café entonces? Bien.


Pasé mi lengua por mis labios resecos y partidos y me hice más pequeño, abrigándome con la chaqueta del dueño, sintiendo su perfume que me daba tanta calma y seguridad. No quería despegarme de ella bajo ninguna razón y al abrazarme a mí mismo pude notar su perfume mezclado con el mío que me llevó a abrir los ojos de golpe notando en ese momento que me encontraba embriagado que ni había notado el movimiento de mis ojos.

HoSeok llegó al poco tiempo después con dos cafés que dejó en la mesa del centro y me tomó de los hombros para que me sentara en el único sofá de la sala, junto con él.

Tomamos al mismo tiempo nuestras tazas junto con un sorbo, el café me gustaba dulce y estaba en su justa medida, formando una sonrisa con mis labios pegados a la calidez del café, elevando mi vista hacia el pelirrojo que se encontraba a escasos centímetros míos.

— Tu casa es muy agradable, HoSeok.

— Gracias. Con NamJoon le hemos agregado y arreglado muchas cosas. —Sonrío él, mientras revolvía su café con la cuchara.


LEMON PIE. | jhs ; kth |Where stories live. Discover now