[Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido, y sin embargo, puede ser que nadie acuda a él.]
-Vincent Van Gogh (1853-1890)

  Ambos ojos abiertos, pero no lo suficiente, las luces de una fría mañana italiana que entran por mi ventana esquivando las hojas de los árboles que chocan con ella, hacen llorar mis cansados ojos.
Sentada al borde de mi cama, siento el frío del suelo en los pies, mi nuca se siente tan pesada que vuelvo a echarme hacia atrás sobre la cama aún con los pies fuera de ella, a la vez que busco mi celular, —¿dónde lo dejé?— palpo intentando encontrarlo entre las sabanas, remuevo un poco las almohadas hasta encontrarlo, por fin. Como era de esperarse, el brillo del celular al máximo me obliga a cerrar mis ojos otra vez, de todos modos, no hay ninguna notificación, no soy una chica popular, no tengo muchas amistades, y tampoco tengo alguien que se preocupe por mi, soy gris y tengo una vida como tal. Muchas veces he sentido dolor en el pecho al despertar, pensando en que tal vez no era necesaria, ya que nadie me buscaba, pero, he aprendido a convivir con ello, dentro de todo, mucha de la culpa es mía, soy un poco introvertida, o quizás muy introvertida.
Estudio literatura inglesa, mis compañeros no son tan interesantes como creí que serían, y las amistades que tuve durante la secundaria, optaron por otras carreras, por lo tanto, hace unos meses me encuentro en un bucle de soledad, si podemos llamarle así.
Luego de un tiempo de meditación mirando el techo, me levanto. Voy al baño con desgano, y mientras me lavo el rostro pienso un poco lo que haré hoy, mis días normalmente se resumen en ir a estudiar, volver a casa, continuar estudiando, e intentar mejorar como persona, aunque... lo último no funciona todo el tiempo.
  Este día sería diferente, ya que el fin de semana comenzaba, e iba a salir con una vieja amiga a caminar para poder charlar sobre lo que ella quisiera, yo por mi parte, no tengo mucho que contar; mi amiga es una persona muy extrovertida, como si fuera un rayito de sol, e incluso tiene muchos pretendientes, de los que me habla siempre, en cambio yo, aún no he conocido a quien haga que mi corazón palpite rápidamente, mis manos suden y mi voz tiemble, afortunadamente, entre mis amigas, soy la única que no ha tenido la oportunidad de experimentar eso. No es que no fuera atractiva, pero realmente era una chica que solía alejar a cualquiera que se acercara porque siempre he tenido la idea de que mis estudios deberían estar primero.
  Desayuné rapidísimo, y preparé una pequeña mochila con algunas cosas necesarias, guardé el celular y salí de casa con la más mínima intención de regresar hasta la tarde y si se daba la posibilidad, hasta la noche.
  Ella y yo nos encontraríamos frente a un parque lleno de grandes árboles y mucha vegetación en general.
   Habían pasado unos cuantos minutos desde que llegué; frente al parque, había un gran edificio y me senté en las escaleras de su entrada. Mi querida amiga, se estaba tardando más de lo acordado, no me preocupé, pues ya se me había hecho habitual ser la persona que llega temprano y espera.
   Entre tanto pensar y tener una dialética conmigo misma sobre "¿por qué aún me gusta llegar temprano si sé que me van a dejar esperando?" Sentí que alguien subía las escaleras, con un paso... un poco desganado.
   Lo observé solo un momento, no tenía intención de cruzar la mirada con nadie por mi cara de —me levante hace 40 minutos—, pero... ese chico realmente me había parecido muy lindo; Cabello jengibre y lleno de pequeños rulitos, piel blanca con cachetes un poco rosados, pecas, una figura delgada... estaba vestido de negro y se veía bastante alto, observé un poco sus ojos, eran claros, aunque no pude ver exactamente si verdes o miel, su mirada me pareció muy arisca y no pude mantener contacto visual. Cuando pasó a mi lado aceleró un poco su paso y comenzó a subir más rápido, quizás no le gusta que le miren demasiado.
Tras de él, sin hacer ningún ruido al subir, había otro chico, era como él, pero solo por la parte de tener cuerpo delgado y ser bastante alto. Su rostro y cabello eran completamente diferentes, tez blanca pálida, cabello despeinado, como si fuese un leon, estaba muy desabrigado para el clima que hacía. Por alguna razón, sentí la necesidad de mirarle a los ojos, como no había podido hacer con el primer chico, quizás la mirada tierna y poco intimidante que este tenía era lo que provocaba esta reacción por mi parte, a pesar de sus ojos celestes y alargados como los de un gato, sentí confianza al verle. Cuando iba a pasar por mi lado vi que no tenía planeado subir, si no, que se quedó a mi lado y acto seguido se sentó.—¿Qué haces aquí, nena?— ¿nena? Debemos tener aproximadamente la misma edad, ¿y que fue ese apodo tan confiado?
—Estoy esperando a una amiga... creí que tu estabas con el chico que acaba de subir.—Dije, intentando ignorar la incomodidad que hablar con un desconocido me generaba.
—Oh, ¿Kaleb? Si, estoy con él, ¿Te parece lindo?— ¿A qué venía esa pregunta tan directa? El extraño comenzaba a parecerme molesto.
--Hmmm... no lo sé, no lo he podido ver bien, subió muy rápido.—
—Pues... te contaré un poco de él, para que vayas aprendiendo...—Soltaba palabras sin parar sobre su amigo "Kaleb", y, en unos cuantos minutos, ya sentía como sin incluso fuera amiga de este misterioso chico.
—¿Puedo preguntarté algo?— le dije al amigable desconocido en voz baja
—Lo que quieras nena— respondió en el mismo tono de voz que yo.
—Tu y Kaleb... ¿qué son?¿qué eres de él?—titubeé antes de terminar la última pregunta.
—¿Yo? Soy una parte de él.— ¿Era broma?¿estaba cayendo en una broma tan estúpida? Dos desconocidos me hacen una broma en la vía pública, y seguramente lo están grabando. Solo espero que censuren mi rostro con pixeles.
--¿A qué te refieres con eso...?— se levantó rápidamente de la escalera y me dijo que se debía ir, porque Kaleb ya se iba.
  Y como si de instinto tratase, este se fue y a los pocos segundos vi al tal Kaleb bajando la escalera.
Dejé pasar un corto tiempo desde que ambos chicos se fueron en dirección al parque, y decidí seguirlos. Para mi sorpresa, al verlos de espalda, no iban hablando, ni riendose, no estaban juntos.
  El extraño chico seguía a Kaleb a la distancia, como a unos 20 pasos. Me preocupé. El extraño sabía demasiado de él, ¿y si le hacía daño?, ¿debería ayudarlo a saber que alguien está siguiendolo?
   Decidí perseguirlos hasta que llegaron a otro edificio, el cual era en un sitio mucho más concurrido, me adelanté al extraño y tomé a Kaleb por el hombro—Te... te han estado siguiendo— solté de forma nerviosa y agitada, sentí que hablarle me costó.—¿Me estuvieron siguiendo?— miró por encima de mí hacia atrás, y luego me sonrió, como si fuera incrédulo a mis palabras.
—Si... lo juro, había un chico atrás de ti, y no tuve una mejor idea que seguirlos también para ver que estés bien.— Él sonrió de forma un tanto burlona.—Gracias, eres muy amable, nadie se había preocupado por mi de esa forma... en mucho tiempo— Me dio la espalda y comenzó a caminar como si nada. Ignorándome.
—No...no fue nada— evite que siga su paso—perdón por seguirte junto con ese chico pero es que realmente me preocupé, si te ocurría algo, iba a ser la única que pudo evitarlo y no hizo nada.— bajé la cabeza intentando no cruzar mi mirada y apreté mis labios, ya había dicho demasiado, él realmente no necesita tantas explicaciones, se dio la vuelta otra vez y me miró con sus brillantes ojos miel, eran casi dorados. ¿De verdad sentía vergüenza de hablar con un simple y mortal varón? —No te preocupes más, ya estoy en casa y nadie podrá hacerme daño... Al parecer hoy me tocó tener un ángel de la guarda.—rio después de lo que dijo, yo, por mi parte, sentí calor en las mejillas. No teníamos nada más de qué hablar, estaba lista para dar la espalda y comenzar a caminar hacia el parque otra vez, cuando Kaleb me preguntó mi nombre y le respondí.
—Irene.— luego de eso, me fui camino a casa. Mi amiga nunca llegó y tampoco me habló. Más tarde, me informó que se durmió como siempre. Pero, todo esto me sirvió para conocer a alguien durante la mañana.
—Kaleb.— pronuncié su nombre en voz baja, era bastante bonito, su nombre iba perfecto con su sonrisa, su rostro y su cuerpo, se veía perfecto. Pero quien sabe que clase de persona es ese tal Kaleb. Sin embargo, seguía preocupada por el extraño que le seguía, quizás todo fue una casualidad... pero ¿Por qué sabía tanto sobre él? Era como si realmente fuera parte de él.

[...]

Cuori parlantiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora