Nunca digas nunca:Capitulo 20

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En una de las habitaciones ocultas del estadio Moonligth estaban reunidos los miembros de Pangea. La habitación estaba iluminada tan solo por la luz de cinco velas sostenidas por los criados de cada integrante. En el suelo había dibujado una especie de mancha dorada donde estaban de pie cada uno.

La capucha caía por enfrente de sus caras, como había sido acordado la primera vez que se reunieron. Los cuerpos se mecían con el movimiento de la luz de la vela, haciendo las sombras titilar.

Oceanía miraba a todos de reojo, esperando a que alguien iniciara la reunión. Había poco tiempo, y ella aún tenía muchas cosas que hacer. Aburrida de esperar, ella misma comenzó.

— ¿Cuál será nuestro siguiente movimiento? — pregunto por fin, haciendo que sus compañeros se removieran en su lugar.

Los criados dejaron las velas en suelo, apoyando los candelabros plateados mientras se retiraban sin dejar de mirar hacia la luz. Cuando uno de los miembros hablaba, ellos debían retirarse sin decir palabra alguna.

La aguda mirada de África los siguió hasta que salieron por la puerta de ladrillo oculta tras la escalera principal del estadio. La puerta crujió cuando cerró.

— Propongo jugar con la mente de la presidenta — hablo Asia, rompiendo el silencio — creo que es el momento del plan Cialdini.

Europa dio un paso atrás al escuchar ese nombre.

— ¿No nos estamos adelantando? — Europa recordaba muy bien que ese era uno de los planes en caso de desesperación y aun no era el momento. Estaban en su máximo apogeo, haciendo temblar a toda la organización. No había motivo para ejecutar ese plan — Siento que no es apropiado aun.

Asia sonrió. La siempre recatada Europa estaba poniendo los pies en la tierra, pero él sabía lo que estaba haciendo. Aumentarían considerablemente sus ganancias si hacían esos movimientos.

— Vaya, es una sorpresa — hablo América con cierta picardía en sus palabras — como nunca coincido contigo hoy, Europa.

Gloria se sorprendió. América era de los que siempre le llevaban la contraria, pero en el fondo sabía que era un hombre precavido. Fue uno de los que siempre proponían ideas menos osadas para ejecutar, sin embargo siempre fueron ignorados.

— Veo que no eres tan imbécil — le agradeció sutilmente Europa con una sonrisa tras la capucha.

— El plan Cialdini era en caso de emergencia — dijo África con su acento extranjero — ¿Por qué ahora?

— Aumentarían nuestros ingresos en un 120% en las apuestas actuales — comento Asia, sacando del interior de su capucha una carpeta. La lanzo al centro de las velas — ahí están los cálculos y la probabilidad de éxito si lo ponemos en marcha ahora mismo.

— No hemos puesto en duda el éxito del plan — hablo Europa — solo me parece arriesgado.

Oceanía veía como ambos se enfrentaban con cierta entretención.

— ¿Qué opinas, África? — le pregunto a la que estaba a su derecha.

— Entre más dinero, mejor para mí — contesto, moviendo un poco su capucha para mostrar su sonrisa.

América veía como Oceanía y África hablaban con normalidad, haciendo que se preguntara si se conocían fuera de esta agrupación. Se hablaban con confianza, manteniendo su nombre de Pangea lo cual le causo envidia. A él le gustaría tener esa clase de relación con los demás. Jamás le gusto la relación que llevaban entre ellos. Sabía que se podrían llevar bien, o eso le gustaba pensar.

Mas Vale Tarde Que Nunca (Inazuma Eleven)Where stories live. Discover now