Cápitulo 4.- Un nuevo idiota a mi lista

7.9K 387 27
                                    

CÁPITULO 4.- UN NUEVO IDIOTA A MI LISTA

Han pasado ya dos días desde que le volví a ver. Y al final, me quedé en casa encerrada en mi cuarto, reavivando viejas heridas.

Mientras ignoraba mi propia promesa de parecer indiferente, pero simplemente no pude fingir que no le había visto después de todo lo que sentí y viví con él...

Y es que mentiría si dijera que no me sumergí en una oscuridad plena cuando ocurrió aquello, aunque al menos mis amigos consiguieron disipar parcialmente esa oscuridad...

Al volverle a ver miles de sentimientos me arrollaron como un torbellino que no me dejaba ni respirar ni pensar, estos no eran de amor o alegría por verle, sino más bien odio, por que el destino juegue este tipo de bromas pesadas...

Mi hermano y mis padres intentaron hacerme salir de mi habitación, pero al ver que no lo conseguían desistieron en su intento...

Aunque hoy es un nuevo día, en el que no voy a molestarme en pensar más en ello.

Con estos pensamientos me levanto de la cama y me visto. Son las diez de la mañana, a estas horas ya se habrán ido mis padres a trabajar y Sean al instituto.

Me encamino a la cocina, y me preparo el desayuno. Termino a los pocos minutos y aburrida sin saber que hacer, decido salir a correr. Prometiéndome a mi misma que mañana iría al instituto.

Salgo y comienzo a correr dejando atrás mi urbanización. Me pongo los cascos que he cogido antes de irme y comienzo a desvanecerme del mundo escuchando solamente la melodía que inunda mis oídos.

Media hora más tarde, me siento en un banco de un parque e intento recuperar el aliento.

Aunque inmediatamente me pongo de pie para comenzar a correr de nuevo. Sin darme cuenta de que otro chico viene a toda pastilla por la acera.

Por suerte para mi, él se lleva la peor parte de la caída.

El chico en si es bastante atractivo, su pelo rubio y rizado se le ha desordenado dejando que un rizo rebelde le caiga por la frente tapando parte de sus ojos.

Estos, son de un color verde oscuro que si le miras de cerca puedes distinguir algunas motitas marrones.

Él al ver que le estoy "estudiando" me dedica una mirada burlona. Seguramente le ocurre con muchas chicas, pero yo no voy a ser otra más.

Lejos de sonrojarme, le miro con los ojos entrecerrados y una mueca de desagrado.

Al parecer no es la reacción que esperaba que hiciera ya que refunfuña por lo bajo y se levanta del suelo, sin tener la consideración de tenderme la mano para ayudarme cosa que me molesta un poco ya que a simple vista no parecía tan idiota.

Pero en el caso de que me la tendiera no la hubiera aceptado.

Él como si leyera mis pensamientos me la tiende, pero yo ignorándole me levanto, y justo cuando voy a marcharme me coge del brazo quedando cara a cara.

Sus ojos brillan con diversión observando mi reacción.

—Me llamo Ryder.—Él me sonríe burlonamente a la par que me recorre todo el cuerpo con su verdosa mirada.

—Y a mí que más me da.— Contesto con frialdad empezando a cabrearme por ver que no tiene intenciones de soltarme.

Él me mira y frunce el ceño, confundido porque no me muestre "encantadora" con él.

—Bueno qué, ¿me sueltas?.—Ryder lejos de hacer lo que le pido sonríe de medio lado y se acerca todo lo que le permito a mí.

—No,... no hasta que no me digas tu nombre.—Su voz hace que me estremezca sin quererlo, pero es inevitable hacerlo pues su profunda voz ha despertado un sentimiento que había mantenido oculto desde hace un año.

—Sara, ¿Ahora puedo irme?.—Pregunto con una sonrisa inocente sabiendo bien que esa pequeña mentira no hace mal a nadie, pues de todas formas no le voy a ver más.

Ryder no muy convencido me suelta, momento que aprovecho para darme la vuelta y correr rumbo a casa.

Cuando llego me encuentro con Dalia una amiga de mi madre, quien nada más verme me abraza y nos invita a cenar esta noche. Hace mucho que no íbamos a verla y en cuanto le diera la noticia a mi madre, esta aceptaría encantada.

Dalia se mudó hace dos años tras divorciarse de su marido y desde entonces se convirtió en una más de la familia.

Después de hablar un pequeño rato más se marcha, por mi parte entro en casa y comienzo a hacer la comida. Son las dos y en poco llegará Sean a casa.

Cuando termino me tiro en la cama y abrazo al panda de peluche que me regaló mi hermano cuando era pequeña.

Puede que a veces sea un idiota,... pero siempre será mi hermano mayor, el que me protege ante todo y el que sabe cuando estoy mal con solo una mirada.

(Capítulo editado el 21/05/2016)

Dejame curarte las heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora