partida 1

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Eran cerca de las cuatro de la mañana y Maura abandonó su profundo sueño como si alguien la hubiera despertado de repente.

— ¿Huh?

Cogió su móvil, que se encontraba cerca de la mesilla de noche, y la luz que emanaba de éste iluminó toda la sala, dejándola ciega momentáneamente.

Toda su habitación se vio coloreada por un tono blanquecino que la dejaba contemplar su alrededor, aunque no con demasiado detalle, ya que no llevaba las gafas puestas.

Maura decidió ir a la cocina para beber un poco de agua, y luego volvería a dormirse, no serían más de las cuatro de la mañana.

Caminó lentamente ayudada por la pobre luz que su teléfono le proporcionaba, hasta que llegó a la sala deseada.

Aunque algo no la cuadró en aquel momento.

— ¿Qué...?

La nevera estaba abierta de par en par y había varias latas de soju esparcidas cerca de la nevera, acompañadas de algunas verduras que decoraban el suelo de la cocina.

— Syu como te coja te vas a enterar —dijo la chica refiriéndose a su perro de tan solo tres meses que había adoptado hace poco.— Un momento, ¿desde cuándo sabes abrir latas?

Al instante, se escuchó por toda la sala una puerta abriéndose, haciendo que ésta chirriase horriblemente.

— ¿Syu, pequeño, qué haces?

Antes de que pudiera reaccionar, una figura humana apareció en la cocina y de ella salió despedido un cuchillo que rozó momentáneamente la mejilla de la joven.

— ¡QUÉ ACABA DE PASAR!

La figura siguió caminando en su dirección a la vez que Maura retrocedía tocándose la cara y preguntándose qué se suponía que estaba pasando y si todo ésto no era una pesadilla.

— ¡QUIÉN ERES Y CÓMO HAS ENTRADO EN MI CASA!

Aquella persona, o lo que fuera, no contestaba, y la chica estaba empezando a asustarse, ésta vez de verdad, ya que notaba que la sangre que corría por su rostro no era producto de un sueño.

Cuando Maura ya se encontraba contra la pared, la figura humana se quedó en frente suya, girando ligeramente su cabeza.

— POR ÚLTIMA VEZ, ¿¡QUIÉN NARICES ERES!?

Maura proyectó la luz del móvil sobre el rostro de aquel ser y sus ojos se abrieron rápidamente a la vez que la otra persona se alejaba de ella.

¿¡Qué coño haces!? —gritó la desconocida.— ¡Me vas a dejar ciega!  

Aquella persona se llevo ambas de sus manos a los ojos y gracias a eso, Maura tuvo un margen para escapar de aquella situación.

Corrió hacia la cocina y cogió el primer objeto afilado que encontró, para después volver al salón.

Lo malo es que no encontró a la persona en el mismo sitio.

— ¿Dónde te has metido? —dijo la chica mientras que sujetaba el cuchillo con sus manos y apuntaba hacia delante.

El silencio reinó en la sala y Maura notó como gotas de sudor caían por su espalda.

Comenzó a dar varios pasos hacia detrás, pensando que la persona que había entrado en su dulce morada se había ido.

Pero no fue así. 

Maura notó algo frío en su espalda, demasiado frío para su gusto, y se quedó paralizada.

Quietecita si no quieres que te raje de la cabeza a los pies —escuchó sobre su oreja izquierda.

La chica dejó caer el cuchillo y levantó ambas de sus manos, simulando que se había rendido.

Escuchó como la persona se reía detrás de ella.

— ¿Qué quieres de mí? —preguntó Maura, todavía sosteniendo sus brazos en el aire.

¿Huh? 

El supuesto ladrón, según Maura, apartó el arma del cuerpo de la chica y la giró, quedando en frente de ella.

¿Cómo que qué quiero de ti? —preguntó.— ¡Se supone que tenemos que pegarnos entre nosotras!   

— ¡¿QUÉ?! —exclamó la adolescente.— ¡Si ni siquiera sé quién eres!

La persona rió por lo bajo de nuevo, y por arte de magia, la luz se hizo presente en el salón, dejando ver el rostro de éste extraño ser.    

— No puede ser... —pronunció Mihwa, llevándose una de sus manos a la boca.— ¡PERO SI ERES SANDRINE!

¿Me conoces?   

— ¡ERES LA MEJOR LUCHADORA DE REALITY BITES! —gritó la adolescente, ignorando lo temprano que era, mientras que empezó a dar vueltas por todo el salón con las manos sobre su cabeza.— ¡JODER!

Seulgi empezó a mirar a todos los lados, esperando que éste día fuera uno de esos en los que  había bebido demasiado y no sabía exactamente lo que estaba pasando.  

¿Y tú de qué me conoces? 

— Compré tu juego ayer por la tarde —dijo Maura mientras que sus ojos brillaban de emoción y corría a coger la carátula del videojuego.— ¡Y te elegí como personaje!   

¿De qué coño hablas? —preguntó Sandrine extrañada mientras que le arrebataba el videojuego de las manos.— Yo no tengo ningún juego ni soy ningún personaje.

Y ahí fue cuando ambas chicas se miraron a los ojos, asustadas.

— No es un sueño... —dijo Maura tras pellizcarse el brazo derecho y notar el dolor de sus uñas clavándose en su piel.

Qué mierdas me ha echado Jeri en la bebida... —susurró la pelinegra.  

 Ambas se miraron fijamente a los ojos de nuevo durante unos segundos.

¿Quién eres? —preguntó Sandrine sacando una pistola del interior de sus botas negras como el color que cubría el cielo a esta hora.

— Espera, espera... —dijo la adolescente levantando los brazos cuando vio la arma de color metálico.— Me llamo Maura y tengo dieciocho años, y solo me dedico a los videojuegos, no tengo intención de matarte.

¿Cómo sé que no me estás mintiendo? 

La pelinegro se acercó cada vez más a la adolescente y ésta intentó apartarse de ella disimuladamente mientras que caminaba hacia detrás.

— Creo que no gano nada mintiéndote.

Sandrine apartó la pistola del rostro de Maura y volvió a introducirla en su bota derecha.

No te mataré, pero no me fío de ti —dijo mientras sacaba un teléfono negro, también, del bolsillo de su chaqueta.— Voy a hablar con las chicas a ver qué hacemos contigo.

— ¿Las chicas?

Sí, el resto de mi banda —respondió marcando un número y después llevándose el móvil a su oreja derecha. 

Maura empezó a mirar hacia los lados, intentando comprender cómo la protagonista del videojuego que compró ayer ahora estaba en su casa y que todo esto no era un sueño.

Mientras tanto, la pelinegra se preguntaba cómo había acabado en la casa de ésta chica, ya que ella no recordaba haberse movido del bar en toda la noche.

¿Qué se supone que está pasando?

nefelibataWhere stories live. Discover now