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Las manecillas del reloj, se detuvieron a las cuatro...

Uno, dos, tres, cuatro.

En una casi vacía habitación de paredes llenas de letras, se destacaba una desordenada cama con sabanas desteñidas. Sobre aquella cama, dos siluetas se encargaban de desordenarlas aun más.

Hay un mensaje en mi mente, el cual no dejo de pensar
quizá alguien lo reciba, quien dice que no?!
Aquí entre nos, siempre me e comportado así
un loco, desquiciado matryoshka.

Las dos siluetas masculinas una de piel blanca y la otra de piel ligeramente bronceada, se fundían en posesivos abrazos, logrando mezclar las perlas de sudor que brillaban por culpa de los tenues rayos de sol que entraban por la ventana.

(Con la vista al cielo
en cada uno de estos días
ignorando esa grieta
que está en tu corazón)

Apasionados besos en la boca, las lenguas deslizándose por el cuerpo del otro, las yemas de los dedos memorizando cada milímetro de piel tocada, el amargo sabor del alcohol que bebían a bocanadas y, aquella pequeña y blanca pastilla que fue la que se llevó sus mentes al reino inexistente de la eterna felicidad.

Un acuerdo cantando a causa de una jaqueca.
El tiempo puede pasar, pero ahora las manecillas están en el cuatro.
No se lo digas a nadie,
pues el mundo se pondrá de cabeza.

Los sonidos del exterior, eran tapados por largos y ahogados gemidos. Jadeos, el rechinar de la cama, botellas rodando en el piso y algunas palabras sin sentido, se les unían para callar al mundo fuera de las cuatro paredes llenas de letras.

(Oh! Cubriéndonos con nuestras tristes memorias,
tratando de rellenar esa grieta.
Oh! No lo se, realmente no lo se...
Abriéndome camino intentando vislumbrar el profundo azul)

Sus ojos rojos y desorbitados, recorrían la habitación. Aquellas letras de distintos colores escritas sobre las paredes, eran hermosas canciones de amor que ahora sus mentes no distinguían.

Pues bien tan solo sigue bailando.
Kalina? Malinka? Solo toca el acorde!
Que debo hacer con estos sentimientos?
Podrías decirme aunque sea algo?
Lento y claro cinco, dos, cuatro.
Freud? Keloid? Tan solo alcanza esa clave!
Todo, riamos de todo.
Apúrate y baila con toda tu idiotez.

Recuerdos amargos volvían a sus memorias. Recuerdos de días que les parecían muy lejanos. Recuerdos de estúpidas personas, de estúpidos parientes, de estúpidos amigos, de la estúpida sociedad... recuerdos que pronto podrán olvidar.

Junta tus pequeñas manos y aplaude, aplaude, aplaude.
Tengo siete zonas de confort mas sigo estremeciéndome.
Grita por mi alma
el ritmo del mundo se está disolviendo.

Llanto recorría sus rostros mientras movían las caderas al son del erótico baile interminable del éxtasis. Gritaban el nombre del contrario al volver a bañar sus cuerpos con aquella sustancia blanquecina que marcaba sus orgasmos. Uno manchaba sus vientres y el otro llenaba su interior.

Tú y yo en una cita.
Cita? En una cita?
O salir en busca de una aventura
dando brincos al caminar uno, dos, uno, dos.

La luz que se colaba por la ventana abierta, ya se tornaba anaranjada y ellos seguían ignorándola. Ya todas las botellas estaban vacías y quebradas. Sus rostros ya estaban pálidos y ojerosos y sus pieles se llenaban de marcas rojizas y moradas. El fuerte aroma de incontables coitos emanaba de sus cuerpos y a ellos no les importaba. Estaban totalmente embriagados de placer y lujuria.

(Dentro de tu garganta y lengua,
hey tú bebe pero no lo derrames.
De cualquier forma toma mi mano...
vamos sujétame la muñeca)

Uno montado sobre las caderas del otro, gritando la frase que los llevó a toda esta locura. La frase que acabó con su soledad, pero los sumergió en un mundo totalmente lleno de dolor... dolor que pronto podrán olvidar.

Pues bien, tan solo escúchame un segundo es importante!
Kalina? Malinka? Vamos, pellízcame la mejilla,
pues no puedo controlarme a mi mismo.
Deberíamos hacer cosas más asombrosas?
La herida duele, pero no llores.
Parade? Marade? Solo aplaude un poco más.
Espera, que dices? Espera, espera,
antes de volvernos uno solo.

Sus conciencias comenzaban a retornar y sus cuerpos se sentían pesados. El dolor de las mordidas y rasguños, era igual al de muchas agujas perforando su carne. Una última embestida, un último orgasmo y sus fuerzas se acabaron.

Tú y yo entre los dos!
La cama en llamas, vamos!
Ah, que dulce amor!
Cayendo y volando hacia el cielo uno, dos.
Vodka, haciéndonos tambalear.

Ahora tirados sobre el colchón. Desnudos, sudados, pegajosos y cansados, observaban las últimas estrofas que habían escrito en el techo. El plumón violeta, al ser solo iluminado por los pequeños destellos de las estrellas, se veía azul marino. La noche... por fin había vuelto.

Te sientes mal?
Ven, cantemos una canción...
Veremos como hoy en día...
Sigo siendo un desquiciado matryoshka!

Después de cantar la absurda canción de amor que escribieron juntos, rieron a carcajadas mientras las lágrimas volvían a sus opacos ojos rojos. Aquellas frases ahora sin sentido, eran el último recuerdo de sus más puros sentimientos.

Adelante! Baila un poco más.
Kalina? Malinka? Tan solo toca el acorde.
Qué debería hacer con estos sentimientos?
Estoy bien, solo dímelo...
Lento y claro cinco, dos, cuatro.
Freud? Keloid? Tan solo toca esa clave.
Todo, riámonos de todo.
Apúrate y deja de bailar!

Ahora ya vestidos y a paso lento, subían la escalera que los llevaba a la azotea del edificio. Caminaron hasta la orilla donde, en vez de mirar hacia el cielo o hacia la calle, encontraron sus miradas y sonrieron tiernamente. Se abrazaron antes de moverse para caer al vacío. El mundo al revés, se detuvo para que se besaran, entrelazaran sus piernas sin deshacer el abrazo y pensaran al unísono "Ahora, estaremos siempre juntos".

(Podrías enseñarme esa técnica?
La melodía cambiara según tus movimientos,
así que ni lo intentes.
Oh! Bésame, bésame
apúrate está bien.
No crees que habló muy rápido?
Cielos, mis manos derramaron el agua,
traté de recogerla, pero... no pude.
Lo juro, no pude.
Las piezas de la matryoshka están vacías!
El piso cruje en cuanto caen las piezas de tu rompecabezas.
Con amor y con el micrófono
ahí estaré cinco, dos, cuatro.

¡¡Bum!! ¡¡Crac!!... Fueron los sonidos que retumbaron en la fría madrugada. Y el reloj de la solitaria habitación, cayó para romperse.

Las manecillas del reloj, se detuvieron a las cuatro...

MatryoshkaWhere stories live. Discover now