Capítulo 05| No importa si me lastimas

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Yoon Gi siempre había querido una mascota desde el instante en el que fue consciente de estas hermosas y mimosas criaturas. Le daba igual que tipo de mascota: hámster, gato, tortuga, canario... Sólo quería un animal al cual darle amor y que este a su manera también también le otorgara aquel dulce y embriagante sentimiento.

Recuerda que cuando cumplió los catorce años nadie le había felicitado, ni siquiera su querida y amada madre. Aquel día, sería como todos independientemente de si fuera su cumpleaños o no. Nada iba a cambiar.

Es difícil juzgar la crueldad cuando nunca has conocido la amabilidad.

Se había vestido con ropa vieja que encontraba por los cubos de basura, él se encargaba de hacerlas parecer decentes y que tuvieran un olor pasable. Lavaba las prendas, suyas y de su progenitora, a mano en la bañera. 

El Estado subvencionaba a la madre de Yoon Gi para que este tuviera una vida cómoda y satisfactoria. Nada más lejos de la realidad, ya que la mujer se gastaba el dinero en ella y a veces, aunque sea mínima parte iba para el azabache. 

No juzgaba a su madre, es más, se sentía agradecido de que al menos ella estuviera a su lado. A pesar de los comentarios mordaces que soltaba sobre su aspecto, a pesar de los empujones que le daba y las bofetadas, él realmente la apreciaba. 

El padre de Yoon Gi vivía en Daegu, el pálido iba a visitarle al menos una vez al año. Su padre era como él, un hombre de apariencia humilde, no muy hablador y con una mirada triste. Sí, recuerda perfectamente esa mirada tan apagada y sin vida.

Una de las veces que estuvo en la casa de su padre, cuando él tenía siete años, escuchó una conversación a escondidas. 

Su progenitor estaba siendo fuertemente golpeado en la cabeza por un hombre que llevaba un traje muy elegante y muy caro a ojos de Yoon Gi.

— Joder, Min— gruñó el hombre de mirada iracunda—. No te pago en negro para que me hagas mierda la ventana del edificio.

El señor Min era un hombre de piel bronceada, dientes amarillos y arrugas en la cara. Ropa simple y de marca blanca. Su personalidad era muy dulce y divertida en un principio, pero no tenía el valor para enfrentar las cosas y tampoco para ser responsable. Vivía al límite, cosa que provocó que conociera a la madre de Yoon Gi.

Se conocieron en una discoteca de Daegu, ambos estaban en sus veinte y tanto Yang Mi como Dak Ho buscaban experimentar. En ese entonces, el señor Min se había quedado prendado de la belleza de Yang Mi, y estaba claro el porque ella había sido modelo. Yang Mi en aquel momento le pareció fascinante la forma de ser de Dak Ho y su pequeño romance fue inevitable.

La madre de Yoon Gi antes de saber que estaba embarazada, consumía cocaína y marihuana mezclado con cantidades industriales de alcohol debido a que el trabajo como modelo era estresante hasta el punto de llevarte al límite. Pasó por una racha horrible al saber que Dak Ho la había engañado y el haber perdido su sitio en la industria de la moda debido al embarazo notorio. 

"Quiero ser alguien totalmente diferente."

Yoon Gi no recibiría una llamada de su padre el día de su cumpleaños, no sólo porque el hombre no supiera si no también porque no tenían móvil fijo.

Aquel día salió, claro, no sin antes cubrirse la cara como él sabe hacerlo. No quería recibir más miradas llenas de prejuicios de las que ya recibía normalmente. 

— ¿Has visto a ese gordo que va de negro? — escuchó decir a una chica colegiala que hablaba con sus tres amigas—. Pues mira, te puedo asegurar de que tú, Wendy, aún teniendo esas piernas por embutidos, la perderás antes que él.

Be the best (KookGi)Where stories live. Discover now