🏵️💠"La apuesta está hecha."💠🏵️

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-¡Nadie retrocede!- gritó un niño pelinegro tiernísimo y sonriente, levantando una guitarra como si fuera una espada.

-¡Ni se rinde!-gritaron al unísono sus amigos, el pequeño Joaquín Mondragón y la inocente María Posada... Ninguno de los tres pasaba de los diez años.

Inmediatamente se empezaron a corretear,entre risas.

Era el día de muertos, las personas llevaban ofrendas como flores, comida, música a todos aquellos seres queridos que ya no estaban entre ellos, aún así todos hacían un esfuerzo por sonreír, sabían que este no debía ser un día triste.

Tanto los vivos como los muertos gozaban esta celebración, conscientes de que se unían y convivían una vez más bajo la luz de las velas y de la luna que adornaban el colorido panteón. Todo era así, y todo estaba en equilibrio. Y aunque todos parecieran estar bien este día de muertos, lo cierto es que Xibalba estaba harto.

-Mi amor, no tienes idea de cuán triste y solitaria es la tierra de los olvidados, cada vez me divierto menos.- iba tras su mujer, la cual se paseaba entre las lápidas para admirar los corazones alegres y llenos de recuerdos de la gente.

-¿Triste y solitaria? Ay, Xibalba... Igual que tu corazón...- detrás de ellos salió una señorita esqueleto sonriente, dos tigrillos alebrijes la acompañaban así como la serpiente de Xibalba. Poseía los mismos patrones de color de la catrina en su cráneo, pero dos alas negras y roídas como las de su sombrío padre. Su vestido era un simple camisón negro de aspecto infantil. Esta muchachita corría por dónde quisiera, al igual que sus padres, ella sabía que era invisible para los humanos, así que no había problema.

-¡Mamá, papá! ¡No es hora de pelear! ¡Es día de muertos! ¡A mí me encanta este día!- llegó de repente comiéndose con frenesí un rico pan de muerto.

-¿De dónde sacaste eso, xuchavirá?- rió la Catrina a su pequeña hija.

-Lo tomé de una ofrenda.-respondió levantando sus hombros, total naturalidad.

-¿Qué? ¡Xibalba!- reconoció al culpable de la mala acción de Xuchavirá.

-Ay, cielo. Es nuestra hija, puede tener todo lo que desee.

-¡No la mal-acostumbres! Bonita, deja eso donde lo encontraste.- Xuchavirá sabía que cuando su madre se ponía así no habían segundas advertencias, tanto ella como su padre resoplaron...

La niña-esqueleto bajó hasta hallar una lápida, dos muchachos lloraban a quien al parecer había sido su madre. De mala gana tiró el pan sobre la tumba, lo dejó así y se cruzó de brazos, haciendo un típico puchero.

-¿Ese es el modo, princesita?-la menor hizo un gesto de fastidio.

-No, mamá...- usó sus habilidades mágicas (que su madre le había cedido) para hacer aparecer más panes, todos frescos y de muy buen parecer. Xibalba gruñó un poco.

-Ok, ya lo hize...¡Ea, un momento!- se volvió Xuchavirá hacia la tumba, de nuevo, ahora sonreía. Con algunos movimientos logró hacer brotar algunas orquídeas que rodearon en una artística enredadera la foto de la bella difunta.

-¿Y esto?- un joven secó sus ojos nublados por el llanto.-¿Cuándo trajimos esas flores?

-No sé...- respondió el otro.- ¿Son orquídeas? Eran las favoritas de mamá...

-Sí...-los dos hermanos se rodearon por los hombros, sonriendo con ojos cristalizados.

-Sé que su madre los visitará pronto...-murmuró xuchavirá, se encontró con la expresión amorosa de su madre y el desagrado de su padre...

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⏰ Last updated: May 22, 2018 ⏰

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 🌹El Libro De La Muerte  (Joanolo) 🌹Where stories live. Discover now