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Cerca de un bosque y entre unas montañas se ubicaba, Vérida; una ciudad de tamaño medio que apenas podía subsistir por los estragos de una guerra que aún no terminaba. Leandro era un técnico que estaba encargado por el ayuntamiento a controlar los sistemas de refrigeración de la gran bodega de alimentos.

Él era un hombre joven de 23 años recién graduado como ingeniero nuclear. Era un hombre alto con cabello castaño y adoraba estar en su casa leyendo o jugando los poco videojuegos que le quedaban. Le gustaba ir a casa de su novio a pasar a ver como entrenaba. Celis, era el nombre de su no tan pequeño pelinegro amante del deporte.

En ese día Leo estaba tratando de arreglar una pieza que empezaba a deteriorarse en el sistema de refrigeración, mientras Celis le preparaba el desayuno ya como era costumbre desde hace unos cuatro años.

"Oye mi amor, ¿has visto donde dejé mi cautín?" preguntó Leo desde la sala.

"Creo que lo vi en el cajón del baño bebé".

El mayor fue a ver el lugar donde le habían indicado y encontró la herramienta que necesitaba.

"Gracias mi amor. Sabes hoy creo que acabaré mi trabajo temprano, ya sabes, para que juguemos un ratito. Si quieres, claro".

"¿Jugar? Se me ocurre algo mejor. Ven a mi casa a las 8, ya sabes a ver unas películas". Le contestó guiñándole el ojo.

"Noche de pelis será". Sentenció con una sonrisa y salió a terminar su trabajo lo más rápido posible.

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"Uhmm... que rico". Gimió de placer Leo al probar un bocado del guiso que había preparado esa noche su amado. "Nunca había probado un pollo tan sabroso," volvió a elogiarlo sonriendo como un niño pequeño mirando a Celis con un peculiar brillo en sus ojos.

"No seas payaso, ya lo has comido muchas veces".

"Pero cada que lo como me gusta más...como tú." Contestó coqueto. "Oye mi amor, me ofrecieron un trabajo".

"¿En serio?, oh my god!" gritó de emoción Celis sin creerlo. "¿Y es un buen empleo?, no digo que ser cuidador de las bodegas sea malo, pero con tus estudios podrías alcanzar algo mejor".

"Sí bebé, me ofrecieron buena paga" contestó sonriendo. "Sabes, creo que aceptaré, así podremos tener más dinero para nuestra boda y para que pueda mantenerte a ti a nuestros futuros hijos".

"¿Hijos?" dijo confundido.

"¡Claro! quiero tener muchos hijos cuando nos casemos, ¿tú no?" contestó con una mueca triste.

"Es que... no había pensado tenerlos tan pronto. Pero podríamos tenerlos". Contestó. "Pero volviendo al tema principal. Me parece buena la propuesta de la paga, pero ¿de qué es ese trabajo?"

"'¿ah?... Aaah. Mira, es una empresa que se instalará cerca del pueblo, entre las montañas y me contratarán para construir un reactor nuclear y un sistemas de refrigeración. Sería como un reto personal además han contratado a muchos científicos importantes me siento tan alagado que me hayan tomando en cuenta, ya sabes porque soy joven".

"¿Y esperaste que te diera permiso o qué?".

"Pues... sí, nos casaremos en tres meses es algo importante para nuestro futuro bebé". Contestó sonriéndole.

"Genial, espero que aceptes" dijo con una sonrisa poniéndose de pie. "Por el momento podemos celebrar en la recamara por tu futuro nuevo empleo, ¿no?" abrazó a Leo por su cuello y le depositó un suave beso en su mejilla.

"Mmm... la idea me parece algo tentadora, ¿pero que haremos ahí futuro señor de Jiménez?"

"No sé señor Jiménez, tal vez podríamos empezar a encargar nuestro primer hijo, ya sabe tardan nueve meses en llegar..." contestó con un tono de inocencia claramente actuada.

"Me parece perfecto señorito".

Al momento de terminar de hablar Leo cargó en sus brazos a Celis y se dirigió a la habitación.

El búnker (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora