I. Posesividad

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Retraido en una mesa, en la parte con menor iluminación del sitio, Luka observaba en silencio y con detenimiento la multitud de personas frente a él, que ajenas a su mirada bailaban con pasión y desenfreno en el centro del lugar guiados por la música. Había acudido a dicho sitio dispuesto a distraerse, convencido de que entre tragos de alcohol y envolventes frecuencias olvidarse de aquello... aquel que le aquejaba sería sencillo. 

Se equivocó y por cuestiones de orgullo se negaba a admitir ante si mismo que su intento fue patético, una perdida de tiempo que solo era capaz de hacerlo sentir como un idiota enamorado, ¿Por qué no era capaz de arrancarse al chico del corazón, sacárselo de la mente y desprenderlo del alma? El lo sabia, maldición lo sabia, Adrian únicamente era un amigo cercano.

—Dolorosamente cercano— Frunció el ceño, miro receloso el vaso de Whisky que estaba a su alcance y se mostraba imponente en el centro de su mesa. ¿Cuando es que comenzaba a hacer efecto? Llevaba varios tragos encima y aun estaba en faceta depresiva, ¿No era que esa cosa levantaba el animo?

Únicamente lo habia hundido en su depresión amorosa.

"Una estafa" no pudo evitar pensar. Alzó su mirada con pereza, distraído y medio ausente siguió centrado en su entorno buscado algo lo suficientemente interesante para poder ignorar gratamente sus pensamientos, su visión se detuvo en una cabellera rubia increíblemente familiar que de haber estado un poco mas sobrio lo desconcertaría bastante, sin embargo a estas alturas y con el alcohol circulando sin restricción en su organismo confiar en si mismo era absurdo.

No era la primera vez que su cabeza le hacía ver manzanas donde sólo había peras. Adrian aparecía una cantidad insana de ocasiones en su mente cada que se permitía soñar despierto.

Era dificil, por no decir imposible que el chico supiera que se encontraba allí, habia sido cuidadoso respecto a quien sabia su ubicación y solamente Juleka podria camuflar su asencia, asi como confirmar su estadia en aquel sitio, su hermana no lo traicionaria.

Ademas el chico era menor de edad y en aquel bar solo entraban personas con tarjeta de identificación, atribuyo la presencia del oji-verde a un espejismo de su mente. Tal vez la bebida tenia alguna especie de alucinógeno. 

Sabes que no necesitas de una droga para soñar con el. ¿Lo bueno de estar con los sentidos nublados gracias al alcohol? Se sentía menos idiota a la hora de hablar con esa vocecita en su cabeza que tenia un tono de voz demasiado similar al de su hermana.

Se negaba a caer nuevamente en el mismo truco. Si esa ilusión decidía tocar a las personas y entablar conversaciones con ellas no era su problema.

Tomo un trago y... ¿Alto qué? Miro nuevamente, ¿De cuándo acá los espejismos eran palpables? ¿Aquello ocurría? ¿Adrian, de verdad, verdad estaba ahí?

—Imposible— Boqueo incredulo, mirándo a distancia, parpadeo varias veces antes de poder asegurarse que sus ojos no le jugaban una broma y que de verdad era su chico el que estaba ahi y no la ilusión de su cabeza que solía jadear contra su oído cada que le daba rienda suelta su imaginación, carraspeo cuando sintió aquel cosquilleo tan familiar en su bajo vientre, volviendo al tema él no tendría que estar ahí, no a tan altas horas de la noche, no cuando aún era menor de edad, pero sobre todo lo que menos le gustaba es que estuviera solo, accesible, ¿Cómo fue que entro en primer lugar? ¿Siquiera era conciente de las cosas que podrían llegar a suceder si alguien intentaba sobrepasarse al tener la más mínima oportunidad?

Confesiones de una noche.Where stories live. Discover now