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Akiteru procuró salir lo más rápido que pudo del trabajo, el tráfico en la ciudad no era demasiado a esas horas, pues aún era temprano, aun así el camino se le hizo eterno. Después de tantos años con esta clase de cosas pasando en el mismo o menor grado, ya contaban con una bolsa para las visitas al hospital que se encontraba en el auto, contenía los productos de higiene básicos, además de ropa, de Kei y Tadashi (porque ese último se la pasaba pegado a su hermano en las buenas y en las malas).

No fue sorpresa encontrarse con el pecoso en el hospital, pero en definitiva no lo esperaba ver completamente empapado, temblando de frío (porque se negaba a pensar que era miedo, su hermano no podía estar tan mal, simplemente no), tumbado en una de las sillas de espera en el ala de urgencias.

—Tadashi— Llamó. El más joven levantó la mirada instintivamente al escuchar su nombre, le mostró una sonrisa forzada y un suave murmullo de lo que parecía ser un saludo. —¿Qué sucedió?

—Un pre-infarto— Se aclaró la garganta para tratar de tragarse el nudo que se le formó —La cafinitrina lo ayudó, yo no estaba cerca, pero Hinata y Kageyama lo ayudaron y me llamaron, así que se la di.

Akiteru le sonrió —Gracias, Yamaguchi.

—No Akiteru, no agradezcas nada por favor.

El Tsukishima mayor iba a intentar refutar, sin embargo, el cansancio en los ojos cristalinos del contrario lo mantuvieron callado —Deberías cambiarte, ten— Le tendió una muda de ropa que se encontraba en el bolso. —¿Por qué estás tan mojado?

Solo atinó a reír nerviosamente —Puede que haya venido corriendo detrás de la ambulancia porque no me dejaron subir con él.

El rubio lo miró atónito y atinó a reír suavemente —Diablos, Yamaguchi, ten más cuidado.

Ambos sabían que no iba a ser más cuidadoso, no cuando se trataba de Kei, pero de igual manera asintió para después dirigirse al baño.

—¿Tsukishima Akiteru? —Una mujer en bata blanca con el logotipo de Karasuno se posicionó a su lado —Su hermano está en cuidados intensivos, se encuentra estable y en un rato lo llevaran a un cuarto, pero dicen que lo dejarán aquí durante un par de noches.

Agradeció a la mujer y le pidió que le avisara a Tadashi sobre su paradero una vez saliera del baño. Se dirigió a un enfermero y le pidió amablemente que lo llevara con su hermano.

Kei estaba tendido en la cama profundamente dormido, su corazón se le rompió un poco al ver el rastro de lágrimas secas que corrían por sus mejillas, tomó asiento a su lado, le sostuvo la mano y besó su frente. Recordaba cuando su pequeño hermano era solo un bebé, indefenso y frágil, con las mejillas y los dedos regordetes, recordaba cómo solía seguirlo a todas partes, era tan molesto la manera en la que trataba de imitarlo en cada cosa que hacía, pero con el tiempo se volvieron amigos, hermanos, se acompañaron en cada caída y celebraron cada logro, lloraron juntos en cada corazón roto y rieron con cada broma, se pelearon y se perdonaron, Akiteru lo vio nacer, lo vio crecer y convertirse en el chico que era ahora, lo vio ser arisco, sarcástico y muy apático, lo vio lastimar a otros y lo vio perder la confianza en todos y en sí mismo, pero también lo vio sonreír, proteger y querer, lo vio mejorar como persona, lo vio florecer, y por dios que no era justo que ahora tuviera que verlo partir, que tuviera que verlo marchitarse, perder la esperanza, rendirse. La peor de las injusticias, pensó, porque si te pierdo, lo pierdo todo.

La doctora entró poco tiempo después, junto con Yamaguchi. —Akiteru, ¿podemos hablar?

Asintió y con un último beso en la palma de su hermano se levantó de la silla cediéndole el lugar a Yamaguchi. Salieron del cuarto cerrando la puerta detrás de ellos.

—Tengo dos noticias y necesito que estés listo, ¿de acuerdo? —Esas palabras lo hicieron contener su aliento por unos segundos, pero finalmente asintió. —Bien. La condición de Kei empeoró.

No pudo contener las lágrimas, obviamente no pudo, honestamente ni siquiera lo intentó, pero se tragó el sollozo que amenazaba con escaparse desde lo profundo de su alma.

—Esto significa que avanza en la lista de prioridad de trasplantes, eso es bueno, gracias a su edad, a su condición física, fuera de su amiloidosis cardíaca claro está, y su tipo de sangre, las probabilidades de que obtenga un corazón pronto son las más grandes posibles.

—Pero eso no quiere decir que sea seguro.

Negó. —Lamentablemente, no.

Sorbió con la nariz mientras asentía, miró la ventana del cuarto y notó que los ojos de Kei se encontraban levemente abiertos y tenía una mueca parecida a una sonrisa, Yamaguchi se encontraba contándole algo entre risas, mantenían sus manos entrelazadas y los ojos de su hermano tenían esa mirada sosa que guardaba únicamente para él, se encontraban rodeados de esa burbuja que ambos creaban cada que se encontraban juntos, una burbuja donde nada más importaba, ni el constante dolor de pecho de Kei, ni la mano temblorosa de Yamaguchi, una burbuja donde solo existían.

En definitiva, la peor de las injusticias. 

El Chico En Las Estrellas. [Reescrita]Where stories live. Discover now