Ventitré

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-Ahora si que nos tienes que explicar qué ha sido todo eso- Marco se sentó de frente a Gio, mientras los otros pedían la cena en un restaurante de comida rápida del centro de Florencia.

-No era mi intención que lo vierais- dijo Gio cuando llegaron los demás.

-Vaya, gracias por contar con nosotros, amiga- Laura fingió un enfado, muerta de ganas por saber qué pasaba.

- No quería que se supiera.

-¿Este es el rubio tatuado que te dejó aquellas marcas por todo el cuerpo?- Laura recordó aquel día. Gio elevó los hombros en señal de afirmación, disfrazada de duda- Vaya... Ahora me gusta más...- susurró mientras pensaba en Bernardeschi.- Quiero decir, que es tuyo, pero que está muy bueno.

-No es mío.

-Nos lo vas a contar ya o esperamos a que salga en la prensa- Luciano apoyó los codos en la mesa para estar más cerca de Gio.

-Pues, a ver. Nos conocimos porque hice un dibujo suyo, vino a mi casa y bueno... así empezó todo. Nos fuimos enganchando el uno al otro, poco a poco.

-¿En sentido emocional dices?- Laura sonrió pícara.

-En todos. Llegué a conocer a su hermana, su sobrina y.. su ex.

-¿Veronica Ciardi?- Marco elevó la voz, sorprendido. Me encanta esa mujer.

-Yo la odio.

-Perdón- agregó el rubio mientras analizaba la cara de su amiga.

-En Navidades fue a Siena y me dijo que tenía dudas. Antes de los exámenes me dijo que se había acostado con otra, probablemente ella. Y ya está.

-¿Y el beso del parking?- Laura sentía como su vena cotilla estallaba con cada palabra que Gio decía.

-Pues no lo sé. Lo echo de menos, pero es un cabrón. Aunque en realidad es un amor...no sé.

-Qué fuerte. Federico Bernardeschi.- Luciano seguía en su mundo.

Tras unas mil preguntas de todo tipo sobre Federico, la cena terminó. Gio regresaba a su casa con el recuerdo del beso del parking. Aún recordaba cómo sabían esos labios, la delicadez de sus dedos recorriendo cada palmo de su piel, esa mirada verdosa que podía levantar huracanes en su interior, esa sonrisa traviesa que indicaba el principio del fin... quería estar con él, ¿por qué la tuvo que cagar?. 

*****

Conocía perfectamente las calles y horarios de Florencia. Decidió que ir a casa de Gio a primera hora de la mañana sería lo adecuado, aunque ella estuviera dormida. No le importaba esperar en la puerta. Sobre las 10, llamó. La puerta tardó unos minutos en abrirse. Una Gio somnolienta, con su típica camiseta de dormir y apenas peinada, apareció. Su cara de sorpresa reflejó lo que pensaba de la visita. No pudo evitar recrearse en su culo cuando le invitó a pasar. Céntrate, Federico. Tomó asiento mientras ella cogía una taza para desayunar y le ofrecía algo.

-Gio, tenemos que hablar.

-¿De lo idiota que eres?- estaba de espaldas, no pudo ver si lo decía de forma irónica o no.

-En serio.

-¿Cómo se te ocurre besarme delante de mis amigos?- se sentó junto a él con su taza de café entre las manos.

-Tú también me besaste. El caso es... yo te quiero y te echo de menos. Lo siento mucho todo. Haberte hecho tanto daño y, encima, para nada.

-Fede, yo...- se acercó a él tras dejar la taza en la mesita de café. Sus labios conectaron y miles de descargas eléctricas recorrieron la piel de Gio.

Se sentó sobre él, sintió el tacto de sus manos en el trasero. Poco a poco subían por debajo de su camiseta, por su espalda desnuda. Gio suspiró contra la sonrisa de Federico. No sabía muy bien si lo correcto era eso, pero era lo que necesitaba. Sus manos destaparon los abdominales de Federico y poco a poco se deshicieron de sus pantalones. Los besos húmedos del rubio se repartían por su cuello, suavemente y entre medias, alguno salvaje. Fuera era enero, pero en el pequeño piso de Gio era agosto. Su cuerpo se estremeció al sentir a Federico. Había pasado más de un mes desde la última vez. Los gemidos inundaron la habitación, acompañados por el sonido de los muelles del sofá.

-Necesito pensarlo- Gio interrumpió el silencio, recostada sobre el pecho de Federico.

-Pero¿ y esto?- el rubio jugó a entrelazar su mano con la de Gio. La morena no pudo evitar mirar el tatuaje de su dedo anular. 29.

-Ayer habríamos hecho cinco meses..-un tono melancólico aderezó la frase.

-Por eso te busqué. 

-Fede, no sé si tengo claro que debamos tener una relación...seria.- dibujó circulitos sobre su pecho, tratando de quitarle importancia a sus palabras

-¿ Y qué propones?- elevó una ceja en señal de confusión.

-Tener esto, como una relación pero sin serlo, sin etiquetas.

-¿Eso que implica?

-Lo mismo que hasta ahora, pero sin ser novios. Sin compromiso de fidelidad, no estamos preparados- hablaba en plural, pero el inmaduro en ese tema era él.

-¿Somos pareja, sin serlo?- no sabía a lo que se refería.

-Sí. Por si te vuelven a entrar dudas...-o me entran a mí, pensó en su interior.

-Créeme que no volverá a pasar.- sonrió ampliamente y le dio un beso.

-Eso espero.

 Gio se levantó buscando su camiseta y ropa interior. Giró su cabeza para observar a Federico, concentrado en sus movimientos, más bien en los de su culo. Estaba ahí, tranquilo, con los brazos extendidos sobre el respaldo del sofá, sin camiseta, sonriendo. Gio miró sus tatuajes, cómo podía tener tantos. 

-¿Y qué tal por Sevilla?- sabía que si seguía mirando a Gio iba a tener otra erección.

-Como siempre, supongo. 

-¿Has estado con alguien en este tiempo?- dijo recordando a los chicos de estadio.

-Bernardeschi, él único que no lo tenía claro eras tú- dijo alzando una ceja y sentándose sobre él, con las piernas a los lados. Las manos de Federico recorrieron sus muslos.

-Creo que ahora mismo lo tengo más claro que nunca- se mordió el labio y sintió como su entrepierna despertaba al sentir a Gio sobre su cuerpo.

- ¿Ah sí?- Gio deslizó su manos por el torso de Fede hasta tocar su miembro estaba endureciéndose bajo su tacto- ¿Y ahora cómo lo ves?

-Pff...Gio- la morena sonrió y retiró todo contacto de su cuerpo con el de Fede.- ¿Dónde vas?

-Acabamos de salir de una crisis, sigo molesta. Además, no hace tanto que has tenido sexo.

Cogió la taza de su desayuno y se alejó hasta la cocina, moviendo las caderas de un lado a otro, muy consciente de que la mirada del rubio estaba siguiéndola.

Arte /Federico Bernardeschi/Where stories live. Discover now