33. Adiós.

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Entré por la gran puerta al enorme edificio que tenía frente a mi, cogida de la mano de Rubén. Él me miró de reojo, sin su típica sonrisa. Mis mejillas aún estaban húmedas, y estarían así por semanas. El dolor que sentía en mi pecho se intensificaba cada vez más, con cada paso que daba. El silencio era lo que más resaltaba entre los dos, mis pies pesaban y esto hacía que me costara caminar y así llegar hasta mi destino.

Subimos a el ascensor y él apretó el botón correspondiente al piso que debíamos ir. Cerré los ojos, lo más fuerte que pude, y sentí su mano apretar la mía con más intensidad, dándome más fuerzas.

-Estarás bien.- susurró de repente el youtuber.

Yo solo asentí, con los ojos aún cerrados.

-Prometí no abandonarte.- prosiguió.- Jamás lo haré.

Sus palabras eran como un abrazo, de alguna manera me hacían sentir ese calor sobreprotector que tanto necesitaba.

-Gracias.- dije cuándo conseguí abrir los ojos, una vez más, despecionada al ver que se trataba de la vida real y no de una pesadilla.

Volvimos nuestras cabezas al frente, y al abrirse las puertas, seguimos nuestro camino por el estrecho pasillo. Llegamos a la puerta, y yo me detuve frente a ésta.

-No se si puedo ver esto.- dije, mirando aún la puerta con terror.

-Estoy contigo.

-Estoy harta de hacerme la fuerte. No lo soy. No se si podré soportar ver esto.- dije con un gran nudo en mi garganta.

-Te equivocas, eres fuerte.- me animó Rubén.

-No, no lo soy.- negué yo.

-Mírame.- El me levantó la cabeza por el mentó e hizo que lo miarara a los ojos.- No puedes caer ahora. Solo hay que ser fuerte, y tú lo eres. Me lo has demostrado a lo largo de todo este  tiempo. Y es algo que me encanta de tí.- plantó un corto beso en mis labios y enseguida sonreí.

Giré mi cabeza hacia la puerta y la miré por unos largos segundos. Pude sentir dentro los susurros de familiares y amigos.

Cogí de nuevo la mano de mi chico y giré lentamente el pomo de la puerta, decidida.

Al abrir, me impresionó la cantidad de gente que había dentro. Pero es no fué en lo primero que me fije: esto, fue el lugar dónde yacía el delicado cuerpo de mi hermana. Por suerte y por el bien de mi mente, el Ataúd estaba cerrado. Aún así bajé la cabeza y evité llorar.

Rubén, en cambio, se lo quedó mirando unos segundos, y luego apartó la mirada.

Divisé entre la gente a algunos amigos de Emily, familiares, y conocidos.

También vi a mi madre. En un segundo, la rabia me inavdió. Fuí hasta ella, con la mano de Rubén aún entrelazada con la mía.

-¿Decidistes venir, eh?- le dije al llegar hasta dónde estaba.

Su mirada perdida se desvaneció y tomó lugar la sorpresa.

-Por supuesto que sí. ¿Pensabas que me perdería el funeral de mi propia hija?- dijo con la voz rota y su patético intento de español. Sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar.

-Bueno, lo dudaba. Jamás la visitastes cuándo ella estaba viva, en el Hospital.

-Ella estaría viva si no fuera por tí.

Wow, eso dolió. Cerré los punños y los apreté tanto que sentí mis uñas clavarse en mi piel. Rubén puso una mano en mi hombro, como para tranquilizarse.

Una Nueva Vida. [El Rubius y Tú]. ♥Where stories live. Discover now