Paredes Verdes

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".            "Pupilas de Plata"

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Iba caminando por un pasillo de paredes verdes, ya descoloridas a manos del tiempo. El suelo, siempre firme bajo sus pies, no le sonrió; era como si ese linóleo tuviese miedo de la personalidad tan fuerte de aquella escritora que en ese momento pasaba sobre él. Aceleró el paso para finalmente adentrarse en la habitación donde ella, Temny Madzulo, había creado miles de historias y personajes a sus 29 años de edad.

Así pues, tomó asiento en su silla, a la que por cierto le faltaba una rueda; sin embargo ella se negaba  a realizar un reemplazo. Y como en tantas ocasiones había hecho, fijó sus grasientos dedos sobre las teclas del ordenador con la fuerte intención de iniciar su nueva novela. Entonces Temny haría su arte, lo vendería a la editorial para la que trabaja, se harían millones de copias y el dinero caería sobre ella cual cascada de agua. Se suponía que eso pasaría. No obstante, en aquella peculiar ocasión tuvo la sensación de que su cerebro se hacía cada vez más pequeño dentro de su propia cabeza hasta sudar del tamaño de una nuez. ¿Acaso su dueña le había extirpado ya hasta la última gota de imaginación para sus relatos?

No tenía importancia, el punto era que no podía escribir. Eso era malo. Era pésimo; la situación parecía inefable.

Golpeó con sus puños huesudos el escritorio de madera y gritó a causa de su impotencia. "Hasta un niño de preescolar tiene más ideas que yo". Era cierto.

Salió hecha una furia con el propósito de ir a su habitación a tomar una siesta; ella tenía la costumbre de echarse a dormir para que todo pareciese más fácil al despertar.

Su cuarto era pequeño, con papel tapiz color verde azulado, uno de sus favoritos, una ventana de tamaño respetable de alzaba del lado derecho junto a un baúl y un estante atiborrado de libros; se veía aquel cuarto más como una biblioteca. A ella le encantaba su dormitorio; sobre todo por cómo había decorado el tapiz: dibujos, frases y nombres de canciones estaban pegados en él. Es cierto que era como el cuarto de una adolescente, pero daba igual.

Se sentó en la cama, frente al armario y le vino un vago recuerdo de cuando tenía 14 años...un martes, en el que en ese mueble había ocultado a su novio de su madre; jamás los descubrió. La alegría de ese día le arrancó una risita nerviosa.

Temny se recostó y suspiró, al final se quedó profundamente dormida.

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