Capítulo 3 2.0

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Fecha desconocida.

Al despertar no reconoció nada, ella se encontraba en una habitación bastante grande que parecía ser la de un jet, sentía el frío carcomiéndola desde su interior, estaba aturdida y desorientada ya que no hacía el característico calor de Miami aún y cuando estaban en pleno otoño.

Despertó con un gran y punzante dolor de cabeza que se debía a inhalar cloroformo, nuestra protagonista inicio a parpadear y a sentir la oleada de dolor que le traía la luz, no recordaba lo que sucedió anoche así que creyó que debía ser una jaqueca más, no se asustó al ver que estaba un avión ya que tenía planes recientes de hacerlo, se iría con su nana a Inglaterra y John la alcanzaría allá es unos días más; después de arreglar sus papeles para solicitar su pasaporte, ella creía que todo iba de acuerdo al plan. Que equivocada esta Genevieve no sabe lo que le tiene deparado el destino.

— ¿Disculpe podría traerme una pastilla? – la azafata volteo a verme y enseguida salió corriendo – ¿Tan mal me veo?

Genevieve miro desconcertada el lugar en el que se encontraba, estaba claro que está en un avión, las nubes que se veían por las ventanillas lo confirmaban, pero según recuerda irían en clase turista ya que su nana y ella acordaron no gastar dinero innecesario en asientos que usarían solo unas pocas horas en su vida, pero los asientos de piel beige, el aroma, el mini bar a unos metros delante de suyo, gritaba primera clase.

— ¿Disculpe ha visto a una señora de unos cuarenta y ocho años por aquí? Es baja, cabello castaño con unas cuantas áreas de cabello blanquecinas por la canas, ropa formal. Debe de ser la señora que ocupa el asiento a mi lado – el señor gruño y se volteó – para ser de primera clase el servicio es pésimo y la genta ni se diga.

— Es cierto que la gente es grosera pero el servicio es bueno, señorita.

— Pedí una pastilla hace unos minutos y la aeromoza sólo se ha dedicado a atender a los demás y a mí que me parta un rayo – sentía que mi cabeza explotaría en cualquier instante – ¿De dónde es? Su acento es algo extraño.

— Solo no te comprendió porque no comprende tu idioma, soy de Rusia.

— ¿Cómo no me va a entender? – realmente este hombre está loco pensó ella – si en el Reino Unido también se habla inglés americano, poco pero se entiende.

— ¿Quién dijo que iríamos hacia allá? – si esto ya era desesperante el que soltara una risita burlona enojo más a Genevieve, agregándole el intenso dolor de cabeza ni ella misma se aguantaba. - Izvinite, ya mog by poluchit' aspirin dlya senority? [Disculpe, ¿podría conseguir una aspirina para la señorita?]

Genevieve estaba por preguntarle al joven que es lo que había dicho, pero la cabinera contesto su interrogación al entregarle una diminuta pastilla blanca y un vaso de agua, claramente no se quejaría así que solo la tomo y le sonrió porque dedujo que la chica no comprendería ni una sola palabra que saliera de su boca.

— Gracias.

— De nada, ahora ya basta de preguntas, ¿sí? –mostro una gran sonrisa.

— Cinco preguntas más – insistió Genevieve.

— Que sean dos – intento hacer un acuerdo el chico desconocido.

— Mejor hago todas las preguntas y tú decides cuales contestar, ¿te parece? – extendió la mano derecha con el fin de cerrar el pacto con el desconocido.

— Me agradas eres terca y algo fastidiosa.

— ¿Qué hago aquí? ¿Dónde está mi nana? ¿Me enseñas a hablar ruso? ¿Estoy secuestrada? Te aviso que si dices que si a esa pregunta empezare a gritar, la más importante ¿Puedo golpearte la nariz? ¿Vamos a Rusia? ¿Cuál es tu nombre? – Lo miro entre cerrando sus ojos. – Tienes cara de Roger o Arturo se ve que eres responsable, pero pareces de unos veinticinco o veintisiete máximo, ¿estoy drogada o por qué me siento tan feliz?

Vendida a un MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora