Carlos. Noviembre 2017

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No tenía ni la décima parte del dinero necesario para comenzar la travesía, pero aun así estaba decidido a salir del país a toda costa ¡No sabía cómo!, pero era una decisión tomada. Un viejo amigo y su esposa estaban en la misma situación que yo, razón por la cual me sentí más motivado. Decidimos unir fuerzas y estar juntos para el porvenir. Un largo camino estaba por comenzar...

Nos trazamos una meta de 3 meses, sentía que el país luego de ese tiempo colapsaría, y si no, era mejor no arriesgarse, mi angustia era incesante. Para ese entonces, ya había dejado la universidad y acababa de renunciar de trabajo como analista de compras, necesitaba tiempo para pensar bien las cosas. Además, con el salario de un mes tan solo podía costearme par de Donas de Nutella hechas en Maxi Donas. Alexander, y su esposa, María, todavía no habían renunciado a sus trabajos, mientras tanto yo vendí lo único que tenía; mi escooter. Con ello pude hacerme con una cantidad modesta de dinero.

...En resumidas cuentas, estábamos a pocos días de la fecha límite ¡Allí empezó lo difícil!, el dinero que pudimos conseguir tan solo alcanzaba para un solo pasaje a nuestro destino (Chile). No había vuelta atrás, ya habíamos vendido todo lo que teníamos ¡Vaya situación! ¿Qué podíamos hacer? Optamos por irnos a Colombia, a casa de los padres de mi Alexander. En realidad es la casa del abuelo de Alexander.

De verdad, por tantas ocupaciones, no tenía ni quería tiempo para sentimentalismos, realmente lo evitaba. Solo faltaban 2 días, era un hecho que me iría del país ¡No lo podría creer! Los dos últimos días sentía una sensación extraña en el estómago. Un día antes del viaje, mientras hacía las maletas,  me invadieron los recuerdos...

Es duro pensar que dejas todo por empezar una vida desde cero, tener que dejar a tus panas de la universidad, compañeros de trabajo, vecinos con los cuales te criaste desde niño, la iglesia, amigos, familia, tu país. Sobre todo, tener que dejar a todas tus novias, ¡Eso sí que es duro, mi amigo! Je, je, je... A decir verdad, el día que hice las maletas recordé hasta del cholazo que me colocó mi primo en la nariz y me hizo sangrar, y eso ocurrió hace 10 años mientras jugábamos a las luchas libres. Fue inevitable evitar que por mi mejilla corriera una lagrima; llevaba días reteniéndola.

Y... ni pensar la posición de mi familia, de mamá y el viejo, que yo sea el primero y el único de la familia que emigra; eso ha de doler. Cuando le dí la noticia a mamá, no había terminado mi discurso y ya tenía un mar de lágrimas, no esperó siquiera que yo saliera de su habitación para marcarle y contarle la noticia al viejo —Está bien, aquí en este país no hará nada— espetó papá con voz somnolienta—.

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⏰ Last updated: Jun 09, 2018 ⏰

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