Relatos Oníricos

Aquella Presencia Otra Vez

Un día ocupado y lleno de sorpresas me dieron como recompensa cansancio, y que dulce resulta éste cuando al final recuestas tu cabeza en la almohada, cierras los ojos y sientes como poco a poco va sediendo la tranquilidad, como si te soltaras en el agua a flotar.

Y como siempre, uno no se da cuenta en que momento comienza la nueva aventura; en éste caso como en muchos otros simplemente te encuentras en el momento indicado en un lugar que crees reconocer.

Otra vez me pareció conocer mi entorno y a mis seres queridos. El ambiente frío y lúgubre se sentía de cierta forma encantador, abrazaba con fuerza mi malencolía, la cual por cierto, no lograba comprender; sabía que tenía todo, y aún así algo me faltaba, algo que casi estaba a mi alcance pero no, y aún así no lograba definir que era ese "algo" tan escencial.

Había un rio en medio de una gran iglesia católica, y en él se metian a bañar personas de toda clase; algunos incluso lavaban sus prendas ahí, me pareció que iban de paso; otros simplemente jugaban. Me resultaba sorpendente como la estructura del lugar era tan elegante y fina y a la vez imponente; y aun así conservaba aquella parte tan vital la cual era casi como el alma del lugar como si fuese su corazón.

Las cuatro mujeres que iban conmigo,( aquellas a quienes conocía y con quienes me sentía a salvo) no dijeron nada respecto a la maravilla del lugar, tal pareciera que estabamos "acostumbradas" a esto, y aún así me sentía tan extraña; me sentía perseguida por una fuerza oscura (por decirlo de algún modo); como si una sombra escondida en las esquinas mas recónditas del lugar me estuviera cazando.

Avanzamos juntas unas cerca de las otras con orgullo y elegancia, con la cabeza en alto a pesar del velo negro que cubría nuestras facciones; ataviadas en nuestros vestidos negros nos dirigimos a la capilla dorada del fondo; se asemejaba a una cueva en la que unos cuantos entraban para arrodillarse en los banquillos frente al Dios que todos pretendíamos adorar; esos cuantos lloraban amargamente con los rostros descompuestos y no repararon en nosotras al entrar.

Sabía que esa "cosa" venía tras de mi, sabía que caminaba, (porque caminaba, quizá hasta tuviera rostro), podía sentir que se acercaba a una distancia considerable; estoy casi segura que "eso" deseaba que yo supiera que estaba ahí, y disfrutaba mi creciente incomodidad, comencé entonces a sentir un frío rayando en lo helado creciendo en mi estómago y esparciendose a mi garganta. Llegué junto con ellas al frente de la pequeña capilla y nos arrodillamos, juntamos las manos para empezar nuestras plegarias; ahora con la cabeza agachada comenzanos a cantar alabanzas tristes, melancólicas, algunas incluso llenas de reproches y dolor; la cosa estaba sentada cerca de nosotras, burlandose de mi necesidad de protección que le rogaba en cantos a esa imagen tallada en marmol a quien yo llamaba Dios. Entonces cuando mis compañeras callaron y mi voz tenía la melodía principal en un solo angustioso y cromático, sentí como se acercaba; el miedo se incremento en mí y mi voz quería abandonarme, y esa cosa maldita, esa sombra se burlaba de mi, de mi dolor, de mi angustia.

"Las cosas no son como las crees" me dijo sin mover los labios, parecía que nadie lo escuchaba más que yo; parecía que hablaba dentro de mi cabeza.

Entonces mis compañeras retomaron cada quien su linea, y aquella maldita sombra me susurraba "Las cosas no son como las crees", así al mismo tiempo, ponía imagenes en mi cabeza, recuerdos dolorosos, momentos dolorosos,y volví a ver la entrada de la iglesia y su corazón, y volví a verme feliz, para despues volver a sentir la desdicha.

Si las cosas no son como las creo, ¿qué es entonces?

Si no viene a atormentarme, ¿por qué aparece repetidas veces en mis sueños y se da a mi caza?

Muchas veces me pregunto, ¿qué es lo que quiere?, ¿por qué sigue apareciendo en mis sueños dandose a la tarea de provocar o buscar mi sufrimiento?

Solo espero ésta noche cuando cierre los ojos, no encontrarme con ello.