S i n t i

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Namjoon siempre estaba en mi cabeza, y cuando no durmió conmigo me sentí tan vacío ¿Qué tan fuerte puede ser el apego a una persona? Mi piel picaba cuando miraba a Namjoon y no lo sentía tocandome, porque estaba acostumbrado a sentir su mano tomar la mía, y que su brazo rodeara mi cintura o que su cabeza se recargara en mi hombro.

A mi madre nunca le agradó Namjoon, decía que era demasiado serio y aburrido, que tenía un no qué, que le desagradaba.
Podía ver que sus ojos brillaban por las lágrimas —de coraje— que retenía mientras escuchaba mis quejas.

—Ese hombre jamás te mereció, Jinnie. Siempre supe que ocultaba algo y ahora te engañó con ese niño —gruñó mi madre y sentí lástima por Jimin, él no merecía ese odio.

—Él no me ha engañado, madre. Tú muy bien sabes que tenemos el acuerdo de fidelidad —contesté y dejé mi taza en la mesa del salón.

Mi madre me miró por varios segundos, y sabía lo que iba a decir.

—Si hubieras aceptado a Sunmin, tu corazón seguiría intacto...

Guardé silencio, no quería pelear con mi madre sobre Lee Sunmin.
Estaba harto de escuchar los mismos reproches sobre no aceptarla ¿Y cómo hacerlo si ya estaba enamorado de Namjoon?
Mi madre sabía sobre mis preferencias, y estaba de acuerdo, aún así no se rendía con el tema de conseguirme una mujer. Sabía que lo único que deseaba era un nieto... Pobre de ella.

—Debo irme, madre —mentí cuando miré el celular—. Tengo que verme con Jaehwan para la venta de pasteles en la cocina.

Salí de la casa de mi madre y me dí cuenta que había sido un error estar allí.
Pero al final de cuentas ella es mi madre y naturalmente me gustaba aferrarme a sus brazos y llorar, inclusive si después soltara comentarios dañinos sin pensarlo.

Entré a mi casa y mis sentidos se pusieron alerta, mi piel se erizó cuando noté dos pares de maletas recargadas en el sofá. Miré a mi alrededor y no ví a Namjoon. Subí casi corriendo a la habitación y mi corazón se rompió cuando lo ví meter sus cosas en una mochila.

—Nam... —murmuré.

Él no dijo nada, tal vez estaba buscando las palabras correctas para explicarme qué ya no estaría en nuestra casa, que ni siquiera quería mi presencia a su lado.
Se dió la vuelta y se sentó en la cama mientras soltaba un suspiro, estaba suspirando con demasía.

—Me tengo que ir. Es lo más sano para nosotros —frunció los labios y supe que quería decir más.

Mis ojos ardieron, inconscientemente crucé mis brazos cuando hablé. 

—¿Para nosotros? ¿O para ti? Namjoon me estás lastimando con todo esto ¿Qué voy hacer? ¿Qué pasará conmigo? ¿Quién me ayudará con todo esto? Yo no puedo solo.

—Ya no eres un niño, SeokJin. Trabajas y tienes una vida —se levantó y se acercó a mí—. Tan sólo ya no seré parte de ella

Mi mano chocó con fuerza sobre su mejilla. Namjoon estaba sorprendido, pero no hizo nada. 

—No entiendo cómo es que puedes mandar todo a la mierda como si nada hubiera pasado. Yo te amo, Namjoon.

—Ya no es suficiente.

—¿Suficiente? ¿Qué más quieres? Este matrimonio se ha basado en dar y dar. Fuimos hasta Bélgica para casarnos ¡Maldita sea!

—Lo siento —fue lo único que dijo.

Tomó la mochila sin mirarme, salió de la habitación sin voltear y cerró la puerta de la casa con fuerza.
Ahí fue cuando noté que todo había acabado, que Namjoon ya no era mío y que lamentablemente no podía hacer algo al respecto.

—Bien, lárgate, no quiero verte. Déjame —casi grité aunque sabía que no me escuchaba.

Tenía que reacomodar mi vida desde cero.

Ahora Es Tuyo [NamJin]Where stories live. Discover now