Parte 25 -Carpe Diem-

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¿Qué fue lo que nos tomó tanto tiempo, chico...?

Parece que hubo un problema bastante grueso con la máquina, pero no te preocupes, conseguí arreglarlo por los pelos, aunque no te prometo que el programa siga siendo muy estable. Como sea, ¿en dónde nos quedamos? Ah, es verdad, cogiste la pistola.

Tus manos están sudando, tienes los oídos taponeados y sientes como si la habitación se hiciera cada vez más pequeña. Como si las luces comenzaran a atenuar y el frío que sientes en los huesos amenazara con romperte en pedazos, pero, de alguna manera, sientes que es la mejor decisión. El peso del arma, de la Magnum que tienes entre las manos, te obliga a hacer un ligero esfuerzo a la hora de levantarla. Colocas el cañón dentro de tu boca, y el sabor que golpea tu paladar te hace notar que el artefacto ya había sido usado con anterioridad, pues te llena la amargura de un gusto a pólvora.

Y es en ese momento en el que lo sabes. Sabes que fuiste más inteligente que la voz del altoparlante, porque siempre pensaste fuera de la caja.

Aprietas el gatillo, y un sonido sordo se produce cuando el martillo de la Magnum choca en seco contra el metal. Estás vivo.

Y todo se queda en silencio durante un buen rato. La chica te vió a través de las muchas cámaras de -Asylum-, y se ha dado cuenta de que bien podrías ser el único capaz de resolver su laberinto. Y eso le aterra, porque siempre se creyó invencible. Como no pasa nada, avientas el arma contra el piso.

-¿¡Eso era lo que querías, pedazo de mierda!? -Gritas a todo lo que te permiten los pulmones- ¡Dijiste que si adivinaba me ibas a sacar de aquí!

A través de las bocinas se escucha un golpeteo. La voz de la chica carraspea mientras intenta asimilar lo que acabas de hacer. Nunca antes alguien más había llegado tan lejos como tú, siéntete orgulloso.

-¿¡A caso no tienes palabra, infeliz!? -exclamas- ¡Sácanos de aquí!

-Maldita sea -responde la voz del altoparlante en un susurro-. Abriré la puerta, los estaré esperando al final de la próxima sección.

La entrada se separa de par en par. 

Caminas con precaución para asomar la cabeza y averiguar qué es lo que hay ahí.

Pronto, todo comienza a iluminarse, como si estuviera siendo bañado por el color ámbar de unas débiles luciérnagas, y lo observas. Debajo de ti, muy por debajo, a unos cien metros, se encuentran varios torreones colosales de piedra del color de la sangre, hay caminos alumbrados por antorchas y restos de huesos del tamaño de un edificio. Grandes estanques de lava y fuegos azules adornan los alrededores, y no puedes evitar notar que todos los caminos sólo llevan a un lugar: Hacia abajo.

Aquél lugar tendría cuando menos el tamaño de una ciudad. Las corrientes de viento te azotan debido a la altura en la que te encuentras. Haces un intento por observar más hacia fuera sin caerte, y levantas la cabeza, sólo para darte cuenta, de que el cielo parece un techo de nubes negras.

Bienvenido a -INFERNO-, chico...

>Continuará...

-Asylum-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora