Prólogo

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La lluvia de la tormenta caía sobre el bosque de la montaña, cuyo ruido opacaba al de las alarmas, haciendo un simple eco de él.

Una figura oscura de mediana estatura, encapuchada para resguardarse de la lluvia, corría a través de los charcos de barro que se habían formando en el suelo, sin detenerse ni mirar atrás. Echó un vistazo al rededor antes de comenzar a trepar a lo alto de un árbol, para sentarse en una rama y apoyarse en el tronco, tomando aire y esperando que los guardias a pocos metros de allí no tuviesen el suficiente cerebro como para tener la idea de mirar arriba.

De su bolsillo sacó algo parecido a una caja fina rectangular, de la que tiró de un lado para mostrar una pantalla, y de otro una especie de teclado. Cuando se encendió, la pantalla se iluminó y en ella aparecieron las siglas "C.R.S.", mientras que una voz robótica pedía identificación.

—Adriel Elder, agente de rango dos—contestó el encapuchado acercando el aparato a su boca y tratando de no decirlo muy alto.

El transmisor emitió un pitido y él dio un par de toques acercándolo después a su oído como un teléfono, mientras se asomaba al resto del bosque comprobando que no hubiera nadie.

—Elder, ¿qué es tan importante para que uses el transmisor?—preguntó segundos después una voz femenina a través de la línea.

Adriel sacó de otro bolsillo un teléfono, y tras encenderlo, se mostró una ficha que leyó en voz alta.

—Laia Mikova, asesina de nivel uno, grupo A—respondió—. Varias de las fichas están incompletas, pero esta ha sido rellenada y editada varias veces. La tienen como objetivo.

—¿Y no podrías dar la información al llegar al cuartel?—objetó la chica con tono de obviedad.

—Sandra, necesito hablar con Courtois. Si consigo que me deje investigar a cerca de la chica y su información está falsificada, podríamos hundir a Eltra y demostrar la sospecha de las Armas Humanas antes de que ellos la capturen y la conviertan en una—explicó haciendo caso omiso al hecho de que a ella no le impotaba— . El aeropuerto está a veinte kilómetros de aquí, si regreso al cuartel perdería tiempo.

La chica río al otro lado del transmisor.

—¿Crees que Courtois te va a permitir un traslado para investigar a una chica de la que no tienes certeza si es realmente asesina o no? Hay agentes mejor preparados que tú para eso.

—Sí, pero no de su edad. Mikova tiene quince, es más probable que yo me pueda acercar a ella que cualquier otro agente de veinte años para arriba.

Hubo un silencio que duró unos cuantos segundos antes de que la llamada Sandra contestara.

—El señor Courtois estará disponible en veinte minutos, el transmisor sonará para entonces.

Un pitido agudo sonó por un segundo indicando que la comunicación había finalizado, y Adriel cerró y devolvió el aparato a su bolsillo.

Giró la cabeza para asegurarse una vez más que los guardias de Eltra se habían ido, y bajó del árbol de un salto cayendo limpiamente, comenzando después a andar por el bosque hasta salir al cortafuegos de la montaña, donde a través de la lluvia se veían las luces de la ciudad en la llanura.

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Crónicas Planetarias I: EmeideaWhere stories live. Discover now