ˢᵒʳʳʸ| ʰ.ʲ | ᵘᶰᶤᶜᵒ ᶜᵃᵖᶤᵗᵘˡᵒ

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" Estoy exhausto ésta noche. Una palabra memorable."

Caminaba por las calles de Seúl; acompañado por las luces de la ciudad. Recordaba su delicada cara claramente, pero los momentos que habían tenido juntos se le dificultaba recordarlos y cada vez se ponían borrosos. Tambaleaba y aveces en el intento de agarrarse en una pared cercana terminaba en el suelo. Lloraba a mares y el pecho le ardía. Latas de soda y licor tiradas en el suelo las pateaba con mucha ira. Personas giraban su cabeza para mirar a ese chico con el corazón roto; tomando hasta olvidar ese dolor que tanto le daba vueltas en la cabeza. Miraba al horizonte. Qué ironía, tenía la vista nublada, lo más qué tenía a la vista era el recuerdo de ella. La última vez que la vio; en primavera. Vestida en un delicado traje con pétalos de sakura en los bordes y que le llegaba a la rodilla. Cuánto le amaba. Se tira al suelo desconsolado y se abraza así mismo y un recuerdo el cuál le atormenta le viene a la mente.

" Llegué tarde, lo siento "

Corría rápidamente. ¿Su destino? La cafetería que estaba a la esquina. Dónde se habían conocido hace dos años atrás. Había tomado el bus pero el mismo había hecho varias paradas y decidió bajarse e ir corriendo al lugar.

—¡Maldita sea!—dijo por lo bajo mientras veía la hora. Iba con diez minutos de retraso. Ella no se lo perdonaría.

Dobló a la izquierda y allí estaba. A solo unos pasos. Según iba acercándose más clara se le hacía su imagen. Ella estaba sentada en la mesa junto a la ventana mirando distraídamente su celular mientras reía. Bajó un poco la velocidad en el cruce. Miró a ambos lados pero antes se aseguró que el semáforo para peatones tuviese el color verde; pero no fue así. Suspiró, se recostó en el poste y puso sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

***

—Llegué tarde, lo siento— el chico pelinegro dijo mientras tomaba asiento y suspiró.

Ella le miraba distraídamente mientras asentía de a poco. Agarró el vaso que tenía cerca y tomó un sorbo del líquido que éste tenía. Él la mira un tanto preocupado. Se hecha hacia al frente y trata de mirarla a los ojos.

—¿Sucede algo?— hace una sonrisa a medias.

En ese preciso momento llegó una chica con pelo ligeramente estirado y de un negro azabache. Tenía en manos lo que sería el menú y la libreta con el lápiz para tomar la orden.

—Muy buenas tardes joven pareja, solo les vengo a dejar el menú. Pueden llamarme tan pronto tengan su orden— la chica deja el libreto a cada uno y se inclina para despedirse.

—¿Qué deseas hoy? Hoy yo tomo la cuenta. No hay problema con eso— dice Ha Joon mientras lee el mismo.

La chica no dice nada y sólo se limita a leer. Pasa su mirada con desinterés. No siente apetito. ¿Hasta cuando iba a seguir fingiendo que le importaba? Ha Joon no es el mismo desde que está con ella. Cierra el libreto y se levanta del asiento.

—Ésto se acabó—toma su bolso y las cosas que dejó en la mesa las guarda en el mismo.

Ha Joon bajó el libreto de cantazo y la miró yendose en dirección a la puerta. Miró a su alrededor; las personas que estaban cerca de su mesa le miraban curiosos y otros se reían por lo bajo. No sabía dónde meter la cabeza se levantó, tomó su chaleco de la silla y fue tras ella.

—¡Eh, Sun Hee! Espera...—llega a alcanzarla y agarra su mano.

Ella de un tirón la suelta y le da la espalda y suspira de manera agresiva. Él baja sus manos y se le queda mirando con ninguna expresión alguna. Un tanto confundido eso es todo.

—No insistas; no me sigas. Te e perdonado ésto otra veces pero...—se le quiebra la voz al intertar hablar— Ya no puedo más, Ha Joon. Ya no soporto que te comportes tan indiferente. Simplemente...ya no soporto esto, se acabó—con su antebrazo se limpio los rastros de lágrimas y se fue.

No lo entendía. ¿Qué había hecho mal? Había hecho todo lo posible por hacerla sentir bien. Pero, era su silencio. No corresponderle de la manera que ella suponía que el reaccionaria. Una pareja normal suele mostrarss cariños, abrazos y palabras dulces. Y sólo podría dar un abrazo seco y sin ganas. Vio cómo la chica con su cabellera color caramelo era delicadamente levantada por el aire; estaba corriendo cabizbaja y limpiaba bruzcamente sus lágrimas. Y él solo se mantuvo quieto; viendo cómo se alejaba aún más hasta que le perdió de vista.

***

La realidad volvió a golpearle. Seguía en las calles; sentado en el sucio suelo en un lugar desconocido. Con la vista aún nublada por las lágrimas y el nivel alto de alcohol que corría por su cuerpo, decidió levantarse de a poco. Tambaleaba al principio pero su bastón era la pared realmente oscura que tenía a su lado. Cuando pudo mantener el equilibrio decidió camniar sin tener que aguantarse. Podía escuchar el rugir de los motores de autos que pasaban cerca del lugar. Siguió caminando hasta que un sonido ensordecedor y un leve golpe en el costado nublaron completamente la poca visión que tenía.

***

—No se va a recuperar. Tiene las costillas rotas —abre de a poco su vista algo nublada.

El chico pelinegro vuelve a cerrar sus ojos hasta volverse totalmente oscuro. ¿En dónde estaba? ¿Qué le había pasado? ¿Cómo le habían encontrado? ¿Sobrevivirá? Tantas preguntas y sin saber quien se las respondiera.

En la sala de espera una chica con pelo color caramelo yacía hecha añicos con la triste escena. Por su mente sólo pasaba "He llegado tarde, he llegado tarde, he llegado tarde..." Lágrimas caían y cada vez se expandían por su mejilla; pero ella las detenía con su antebrazo. Era ella. Quien le había roto el corazón ese día de primavera. Luego de correr y ser detenida por su suave tacto al detenerla y preguntarle él porqué de su rompimiento. Cómo le dolía el pecho cada vez que lo recordaba.

***

Al día siguiente se había preparado para ir al hospital. No había vestido algo extravagante. Solo llevaba unos jeans, una camisa holgada color crema con unas tennis deportivas. Había recibido una llamada del doctor quien atendía al chico encamado. Aún estaba inconsciente y no sabría si se recuperaría.

—Ha Joon, de la habitación B134—dice a la recepcionista mientras sorbia su nariz.

La secretaria le dio paso y ella asintió dando las gracias.

***

Había llegado a la habitación con chocolate caliente; tenía el estómago vacío. Parada frente a la puerta; tragandose las ganas de llorar y pensando si entrar o no entrar. Escucha pisadas de los médicos que corren de aquí para allá para atender a los pacientes. Por la pequeña ventanilla que tenía la puerta había notado que había una enfermera tomando notas de la máquina que estaba al lado de su cama. Estaba profundamente inconsciente. Respiró profundo después de tomar el primer sorbo de su chocolate. Tomó asiento en las sillas que se encontraban fuera.

Como si se tratara de un abrir y cerrar de ojos, los medicos que habían corrido de un lado para otro, de habitación en habitación se encontraban allí; en la habitación de quien antes había sido su ganas de vivir ahora se encontraba convulsionando y meneandose en la cama bruscamente. Ella intentó entrar pero los enfermeros que estaban al pendiente la detuvieron al momento. Con desesperación empezó pegar su cuerpo a la puerta y empezó a golpearla con frustración. Quería saber su estado, qué le sucedía. Allí, por la pequeña ventanilla seguía viendo cómo el cuerpo lleno de moretones aún seguía moviendose de manera la cual los enfermeros intentaban de que no se diera otro golpe qué le fuera causar la muerte.

Y fue ahí, cuando un sonido ensordecedor...se escuchó. El pitido de la maquina...

- ¡NOOOOOOOOOO!

SORRY [ONE-SHOT]Where stories live. Discover now