XVII

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Nate se quedó en silencio después de eso. Se sentía mal.

— ¿Pasó algo malo?

— Si.

— ¿Es mi culpa?

— Si.

— Perdón, Ne

— No me digas así.

— ¿Puedo hacer algo para arreglarlo?

— No.

— Perdón Nate, en serio. Me gustas desde hace tiempo y no me pude contener.

— Lara, Matteo me gusta, y él gusta de mí... o eso creo. El punto es que no soy hetero.

— ¿Son gays?

— Supongo.

— ¿Desde cuándo sos gay?

— ¿Tenemos que hablar de eso?

— Si no querés, no. Pero estoy un poco en shock.

— ¿Por qué? Soy gay, no un asesino o algo peor.

— Es que, siento que no te conozco, boludo.

— Sigo siendo la misma persona.

Lara no supo qué más decir.

— ¿Sos homofóbica o algo así?

— No, no sé. Sólo me es raro, acabo de besar a un puto, que asco.

— Okay, definitivamente lo sos. ¿Podemos hablar de otra cosa? en serio me es incómodo esto.

— Pero para, ¿sos "puto puto" o más "bi"?

— ¿Qué? — No pudo evitar mirarla mal — ¿qué clase de pregunta es esa?

— Perdón Ne, es que, no entiendo nada de esto.

— Yo tampoco, pero respetame.

— Okay.

Se quedaron en silencio un rato hasta que Nate rompió el hielo, hablaron de otras cosas hasta que fueron a buscar a Lara.

Nate entró a su habitación, tomó su celular y le escribió a Lara

Nathan: Entiendo que no entiendas del tema, pero fue incluso doloroso que me hables así.

Lara: Está bien Nate, perdóname. Espero que podamos arreglar todo

Y que seas feliz con Matteo

Nathan: Ahora voy a verlo. Después te hablo.

Dejó su celular escondido y fue a la habitación de Matt. Tocó la puerta, le abrió y lo dejó pasar.

— ¿Todo está bien? Te ves raro.

— Lara me besó.

— Lo supuse... Esa piba te miraba raro.

— ¿Te molesta?

— De hecho, no.

— Matt, me gustas mucho, ¿sabías?

— Vos también me gustas, Nate.

Matteo lo besó. Se quedaron un rato hablando, más que nada de música. Matt le contaba sobre un cantante que había descubierto hacía poco tiempo. Luego de un rato, Nate fue a su habitación, tomó las pastillas que le habían dejado, y fue a dormir.

Cuando despertó pensó en ir a ver a su madre. Se levantó, se cambió y fue a ver si Matteo quería acompañarlo. Accedió.

— Hola hijo

— Hola ma, él es Matteo

— Un gusto — le estrechó la mano.

— Mamá, necesito hablar de algo contigo.

— Dime.

— Cuéntame de Tiana.

Raquel parecía incómoda

— ¿Cómo sabes de ella?

— Eso no importa, quiero saber qué pasó con ella.

— Lamento decir que no lo sé, cuando me internaron aquí, no supe más nada de ella. Me duele, pero no puedo hacer nada.

Nate la abrazó y se fueron.

— Nate, ¿tú crees que mi teoría sea cierta?

— Trato de no creerlo. Aunque tiene sentido.

Fueron hasta la habitación de Nate, les gustaba mirar por la ventana. Comenzó a llover, muy fuerte. La electricidad se cortó. Nathan comenzó a ponerse nervioso, creía que eso estaba en su cabeza y que maya volvería.

— ¿Estás bien, bonito?

— ¿También ves lo oscuro?

— Si, la verdad que está más oscuro de lo que debería...

Nate se calmó un poco por eso, ya que no estaba en su mente. Luego de un rato, Nathan escuchó un ruido. Se dió vuelta. Maya estaba ahí.

— Mierda.

— ¿Qué pasa?

— ¿La ves?

Matt se volteó. Se asustó, si la veía. Todo comenzó a ponerse oscuro, como los ataques de Nate. Era la primera vez que le pasaba a ambos.

— Bueno, bebé... o nuestros ataques se sincronizaron, o realmente está ahí.

— Tienen miedo. Eso me gusta. — escucharon.

Matteo tomó la mano de Nathan. Ambos estaban asustados.

— ¿Juntos en esto? — Dijo Matt.

— Juntos. — Respondió Nathan.

Maya comenzó a acercarse. Su cara seguía sangrando. Sus pupilas eran diminutas. Parecía enojada.

Por cada paso que daba, ellos se ponían más ymás nerviosos, el miedo recorría sus cuerpos como agua.

Sauce GrisWhere stories live. Discover now